La crisis económica detrás de las protestas en Cuba

Cubanos usan sus teléfonos para alumbrarse en la oscuridad del apagón, el 18 de marzo, un día después de las protestas populares en varias localidades del país. (Yamil Lage/AFP)

“Creo que lo que estamos viendo es un reflejo de la terrible situación que vive la isla”, subrayó esta semana Vedant Patel, portavoz adjunto del Departamento de Estado de EEUU, en referencia a que la crisis profunda que atraviesa Cuba motivó las protestas del 17 de marzo.

En medio de esta situación, la economía cubana no puede garantizar las condiciones de vida más elementales a sus ciudadanos, porque no cuenta con las capacidades productivas ni la infraestructura para ello.

La crisis consiste en la caída generalizada de la oferta de bienes y servicios, nacionales e importados, ya sea por vías privadas o estatales. También en la incapacidad de financiar la infraestructura que sostiene la vida moderna: viviendas abastecidas de gas, agua y electricidad, red de calles en buen estado, sistema de transporte eficiente, entre otros.

La importación de alimentos, sector que representa entre el 70 y el 80 por ciento de la oferta de víveres en el país, de acuerdo con el Programa Mundial de Alimentos, ha caído significativamente en productos como la carne de aves y el maíz, según datos oficiales compartidos por el economista Pedro Monreal, quien calificó de aguda contracción dicho comportamiento. En el caso del arroz, la leche en polvo y el trigo, las importaciones tienen niveles que son prácticamente los mismos del año 1998, como evidencian los mismos datos.

Al mismo tiempo, la producción nacional también decrece hasta niveles inferiores al periodo especial, sobre todo en rubros de importancia para el consumo, de acuerdo con datos recopilados por Monreal y el también economista cubano Carlos Martínez. El café tostado producido pasaba de poco más de 20 mil toneladas en 1994, pero fueron solo 16,6 en 2022. Las cabezas de ganado de vacas de ordeño, que en los años 90 eran más de 50 mil en el caso de las estatales, y más de 5 mil en el de las privadas, ahora son menos de 40 y 5 mil respectivamente, según Monreal.

En lo que respecta a la producción de pollo, en los 90 se mantuvo por encima de las 4 toneladas por cada mil habitantes, mientras ahora no llega a las 3 toneladas, apunta Martínez.

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Por otro lado, del deterioro de la infraestructura nacional resalta la insuficiente generación de electricidad. Sobre esta incapacidad, el experto Jorge Piñón, afirmó en entrevista con Martí Noticias que el sistema eléctrico cubano está “cansado, roto y obsoleto”, provocando constantes cortes del servicio. Estos apagones han dejado a zonas enteras con menos de 12 horas de electricidad diarias, la chispa que encendió, junto a otras vicisitudes, las protestas populares del 17M.

Las cifras oficiales de los saldos discretos de la cuenta corriente, sumado a las obligaciones de pagos de Cuba con acreedores internacionales y a las prioridades hoteleras de inversiones estatales y militares, indican la imposibilidad de desarrollar una producción de electricidad suficiente, la cual demandaría entre 245 y 265 millones de dólares, según estima un análisis publicado por el diario independiente 14ymedio, a partir de datos oficiales sobre las necesidades de inversión del sistema eléctrico cubano.

Los síntomas de la crisis se sienten. Predomina la escasez crónica de bienes y la ausencia de alimentos subsidiados, donde, por ejemplo, apenas se vende pan, tal como han denunciado cubanos de la isla a Martí Noticias. Esta escasez viene acompañada del adicional impuesto al consumo, que representa dicha estructura de mercado, medible en la inflación actual, que es oficialmente de 32 por ciento, y de 76 por ciento en las estimaciones del economista y profesor estadounidense Steve Hanke.

En Cuba, un salario mínimo de apenas 1.910 pesos antes de los pagos a la seguridad social, es la quinta parte de lo necesario para que una persona viva modestamente un mes, explica así el impacto de la inflación en el bolsillo de los cubanos el economista Omar Everleny.

A inicios de 2024, el gobierno cubano intentó responder a esta situación con la implementación de medidas de austeridad centradas en el aumento de la tarifa de servicios básicos como la electricidad, y la multiplicación por 6 de los costos del combustible, así como la parcial dolarización de su precio. Hasta el momento, no se han anunciado aumentos salariales generalizados, ni reformas que posibiliten un crecimiento de los ingresos personales.

Ante la crisis económica, y la falta de una respuesta efectiva por parte del Estado, el malestar de los habitantes de la isla ha ido en aumento en los últimos meses. Con ese malestar salieron a las calles a protestar los habitantes de varias localidades en Santiago de Cuba, Bayamo, Sancti Spíritus y Matanzas, reclamando alimentos y electricidad, pero también coreando consignas de lucha política, como el tema “Patria y Vida”.

El descontento es perceptible en las numerosas quejas publicadas en redes sociales por los cubanos, lo que ha llevado a activistas y analistas como Norges Rodríguez, CEO de YucaByte, un medio cubano sobre tecnología y sociedad, a pronosticar nuevas protestas.