Intimidad conyugal en Cuba es casi un lujo

Una pareja conversa bajo una sombrilla en el malecón habanero en el día de San Valentín.

Para quienes no tienen privacidad en sus hogares, la intimidad conyugal en La Habana equivale a gastar la mitad del salario promedio nacional.

Un murmullo ahogado en el patio del antiguo Instituto de la Víbora prendió las alarmas al custodio del colegio, que armado con un bate de béisbol y una linterna se acercó al lugar de donde procedía el sonido.

“Era una parejita que estaban haciendo sexo en la cancha de baloncesto. Eso es frecuente. Al principio llamaba a la policía, pensando que eran ladrones, pero casi todas las noches entran adolescentes, adultos o gays, a templar en el patio de la escuela”, cuenta Diosdado, custodio del preuniversitario René O’Reine, en el municipio Diez de Octubre.

En La Habana, donde la gente orina o defeca en cualquier recodo, es habitual que tórtolos juveniles y parejas con billeteras vacías, hagan el amor en escaleras de edificios, campos deportivos y descampados oscuros.

En el caso de Cuba, me temo que muchos padres concibieron a sus hijos en cualquier lugar menos en una cama.

“Menos mal que en el Parque Córdoba van situar una zona wifi y la empresa eléctrica ha colocado luminarias, pues este parque de La Víbora era la posada a cielo abierto más grande de La Habana. Aquí todas las noches recalaban parejas de homosexuales y heterosexuales. También estaba repleto de disparadores (masturbadores)”, cuenta Onilio, vecino de los alrededores.

Para quienes no tienen privacidad en sus hogares, la intimidad conyugal en La Habana equivale a gastar la mitad del salario promedio nacional. Una casa privada de citas cobra 10 cuc la noche. La opción más barata es pagar 5 cuc por tres horas.

“Pero, olvídate, siempre debes llevar no menos de 20 fulas. Esas casas están climatizadas y tienen agua fría y caliente, pero si a la jevita le da por pedir una cerveza o picar una bobería, se te va un chorro de dinero”, señala Daniel, quien cursa tercer año de ingeniera industrial y cuando su padre le da dinero acude a los hospedajes privados.

Una pareja de estudiantes se besan bajo una sombrilla en el malecón habanero.

En la capital existen cientos de casas dedicadas a citas conyugales. Algunas tienen jacuzzi, tubos de bailes y hasta piscina. “Ésas son más caras, 20 o 25 chavitos (cuc) la noche”, acota Roger, asiduo a pernoctar en casas particulares, pues no tiene habitación propia en su domicilio.

La mayoría de esas casas tienen neveras con cervezas, maltas, refrescos y golosinas. También ofertan desayunos, meriendas y comidas. Susana, dueña de una casa de citas en el Casino Deportivo, señala que “como promedio un cliente gasta 30 cuc. Los usuarios suelen ser músicos y deportistas de éxito, dueños de negocios, personas que trabajan en turismo o reciben remesas del exterior”.

Según Marian, propietaria de una casa de citas en la barriada del Mónaco, "no pocos clientes se incomodan porque para asentar los datos en el registro que presentamos a la ONAT (Oficina Nacional de Administración Tributaria), debemos pedir el carnet de identidad de la pareja y muchos casos son tarros”.

Aquí todas las noches recalaban parejas de homosexuales y heterosexuales. También estaba repleto de disparadores (masturbadores)”

La precaria situación de la vivienda en Cuba obliga que tres o cuatro generaciones diferentes deban convivir bajo el mismo techo. Asniel, taxista privado, reconoce lo difícil que le resulta tener relaciones con su esposa. “Imagínate, en el mismo cuarto duermen mis dos hermanos. Cuando queremos mantener relaciones con más privacidad, tengo que darles dinero para que se vayan varias horas a una discoteca”.

Carlos, sociólogo, considera que la falta de intimidad afecta más a los jóvenes. “Es una especie de escalafón. Los cuartos mejores, más privados, son para los padres o los abuelos. Las parejas jóvenes deben inventar para hacer el amor. Esto es solo un eslabón de otro problema mayor: el envejecimiento poblacional, hacinamiento y la falta de privacidad, entre otras causas, originan que las mujeres en edad reproductiva no quieran tener hijos”.

Pero no solo a las parejas juveniles les cuesta tener un espacio íntimo. Luis Alberto, padre de cuatro hijos, confiesa que “es una aventura tener relaciones con mi esposa, pues en nuestra habitación duermen los dos hijos pequeños. En ocasiones esperamos tarde en la noche para hacerlo en la sala. Pero hay días que a la suegra le da por ver novelas del Paquete y se acuesta pasadas las dos de la madrugada. Ya a esa hora el cansancio nos ha vencido. Por todas esas dificultades, hacemos el amor una o dos veces al mes”.

En los años 90, la llegada del período especial, una guerra sin el tronar de los cañones, transformó la red de posadas estatales habaneras en albergues para damnificados por huracanes o derrumbes.

La mayoría eran inmuebles con habitaciones repletas de grafitis en las paredes, sábanas empercudidas y huecos para mirones. “A las mujeres que estaban buenas le destinábamos una habitación que tenía un hendija para mirar”, recuerda Humberto, quien en la década de 1980 trabajó de recepcionista en la posada de Vento y Camagüey, municipio Cerro.Pero sus precios eran módicos.

la llegada del período especial, una guerra sin el tronar de los cañones, transformó la red de posadas estatales habaneras en albergues para damnificados por huracanes o derrumbes.

“Una noche te salía en cinco pesos. Existían posadas de categoría en El Vedado o la de la Carretera Monumental, en La Habana del Este, que en cada cuarto tenía un refrigerador con cervezas y vendía sandwiches de jamón y queso. Como mi bolsillo no me alcanzaba para ir a esas posadas, los fines de semana iba a la 'Canada Dry'. Le decían así por su cercanía a la antigua fábrica Canada Dry, en Infanta y Amenidad, no muy lejos del Estadio Latinoamericano. Es cierto que las posadas estaban en mal estado, pero ahora es peor. Si no dispones de una habituación en tu casa o de 20 cuc, debes ser un mago si quieres tener privacidad con tu novia o esposa”, cuenta Rolando, empleado bancario.

Puede parecer un mal menor si lo comparamos con la carestía de la vida, los bajos salarios o una nueva etapa de austeridad que se vislumbra en Cuba. Pero Carla, estudiante universitaria, considera que “para la felicidad de una pareja, la intimidad es muy importante. El embrión de la vida humana debe comenzar en un ambiente propicio y en una cama”.

En el caso de Cuba, me temo que muchos padres concibieron a sus hijos en cualquier lugar menos en una cama.