El científico cubano que enfrentó a Hitler, Batista y Castro

El ex congresista federal y director del Instituto la Rosa Blanca, Lincoln Díaz Balart, derecha, hace entrega del Premio Juana Gros de Olea a Sita Gómez, centro, hija de Gómez Gimeránez, en presencia de Diana Artega, izquierda, quien fungió como maestra de ceremonias. Foto de Wenceslao Cruz.

Gómez Gimeránez, analfabeto hasta los 14 años, fue un eminente médico y matemático cubano que desarrolló inventos e investigaciones que le ganaron la amistad y admiración de Albert Einstein.
En carta del 27 de noviembre de 1942, Albert Einstein escribe "a su excelencia", el presidente cubano Fulgencio Batista, que el "doctor Domingo H. Gómez me ha dicho que él ha tenido la suerte de recibir su poderosa ayuda. Yo he tenido la oportunidad de familiarizarme con parte del trabajo científico del doctor Gómez relacionado con Hemodinámica y Angiocinética. En esta área, él ha creado y desarrollado una nueva técnica experimental, con la cual ya ha obtenido nuevos e importantes resultados"...

Y agrega en la misiva: "Sería muy conveniente darle la oportunidad al doctor Gómez de divulgar su trabajo"... "Los caminos nuevos en la ciencia siempre encuentran una resistencia pasiva considerable por parte de otros especialistas, los cuales en este caso, tendrán dificultad para informarse acerca de las teorías y métodos experimentales que el doctor Gómez ha desarrollado eficazmente".

Quién es, pues, esta persona sobre la que se digna escribir Einstein, nada menos que a Batista, bueno, no es otro que Domingo Gómez Gimeránez, nacido un 22 de septiembre de 1903 en Guaracabuya, provincia de Las Villas, y muerto un 10 de diciembre de 1978, en Nueva York, no pudiendo alfabetizarse hasta los 14 años y sólo tras entrar al Ejército, donde a los 15 obtiene el grado de cabo.

Posteriormente comienza estudios de Medicina y, en 1921, a través de una convocatoria que hace la Embajada de Francia en La Habana, obtiene una beca para estudiar en la Sorbona donde, en 1928, se gradúa con honores de doctor en Medicina y, en 1929, de doctor en Matemáticas.

En 1941, bajo la ocupación alemana, el científico cubano publica el libro, de más de mil páginas, Hemodinámica y Angiocinética, donde explica las bases de la circulación de la sangre y técnicas para la evaluación de las arterias.

Su prestigio se expande entre la comunidad científica europea y Adolfo Hitler le hace llegar una invitación para que viaje a Alemania y se integre con sus investigaciones al Tercer Reich, pero el doctor Gimeránez dando muestras de compromiso cívico opta por escapar de París, en abril de 1941, con la ayuda del presidente Batista quien, por demás, recibe después la citada carta de Einstein.

El Gobierno cubano le ofrece una pequeña pensión y, en 1942, parte hacia EE.UU donde de inmediato obtiene un puesto como investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York. Durante este periodo el científico isleño mantiene un estrecho contacto con Einstein quien, encontrándose en Princeton desde 1933, le ofrece consejo y orientación.

En 1952, invitado por el presidente Carlos Prío, Gómez Gimeránez regresa a Cuba para dirigir el nuevo Instituto Nacional Cardiológico en La Habana, nombramiento que se le ratifica luego del golpe de Estado en marzo de ese año.

No obstante, hay también que decir que el científico, fiel a su civismo, tuvo serias confrontaciones con Batista debido a no estar de acuerdo con su régimen de facto y, en el otoño de 1958, rechaza la Orden Nacional de la Legión de Honor que otorga Francia, porque ese mismo año se le había adjudicado también a Batista.

Pero, en 1959, Fidel Castro se apodera del poder en la isla y, en los primeros días, Gómez Gimeránez es arrestado brevemente, por lo que descontento parte enseguida al exilio y se establece en la Universidad de Columbia, en Nueva York, como profesor asistente.


Por cierto, sería bueno señalar una de esas crueles ironías de la historia y es que si Hitler, por una parte, le propone a Gimeránez integrarse a la comunidad científica del Tercer Reich, y que si Batista, por la otra, le ayudó modestamente en lo que pudo, Castro, en cambio, no se le ocurre nada mejor que arrestarlo y procurar borrarlo de la historia patria.

El español Severo Ochoa, Premio Nobel de Medicina, 1959, dijo en referencia a su amigo Gimeránez: "Si no hubiera sido un exiliado comprometido con la libertad de Cuba, Gómez Gimeránez hubiera recibido el Premio Nobel de Medicina. Él debió haber recibido el Nobel antes que yo".

Por mediación de su hermano Frank, el joven político exiliado Rafael Díaz Balart conoce a Gimeránez y, dudando que acepte, le propone la dirigencia de la Rosa Blanca, primera organización anticastrista, fundada un 28 de enero del 59, pero, para su asombro, el científico que había dado muestras de civismo, frente a Hitler y frente a Batista, lo daba también frente a Castro y acepta con entusiasmo la peligrosa encomienda.

"Yo quiero mucho a Cuba. Olvídese de los riesgos" - fueron sus palabras a Díaz Balart. Posteriormente la recién fundada organización propondría a Gómez Gimeránez como candidato a presidente provisional de Cuba, una vez alcanzado el triunfo libertario.

Ahora, justicia si no política, al menos, sí, poética, o providencial, el Departamento de Ingeniería Biomédica de FIU ha presentado una propuesta para honrar el legado de Gimeránez mediante la creación de una beca de postgrado para estudiantes de origen cubano. La hija de Gimeránez, Sita Gómez, heredera de la generosidad de su padre, ha donado 100. 000 dólares a este proyecto.

Ella recibe, a nombre de su padre, el segundo Premio Juana de Dios Gros de Olea, gesto con que el Instituto la Rosa Blanca rinde homenaje a quien fuera no sólo lumbrera de las ciencias sino ejemplo de conducta cívica y, no menos importante, sienta un precedente para que en el futuro democrático los más destacados hijos de Cuba no sean desconocidos o demeritados por la demagogia al uso.

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Reportaje de Dámaso Rodríguez sobre el Premio Juana de Dios Gros de Olea