Daymé Arocena, de las fiestas de santo a la gloria de los escenarios

  • Lizandra Díaz Blanco

Daymé Arocena. Foto: Daymearocena.com.

La joven cubana de 22 años, que descubrió en la santería una ventana a la música, cautiva con su potente voz y sus pies descalzos.

Su madre asegura que comenzó a cantar antes de hablar y eso hace ahora, con 22 años: cantar jazz con los pies descalzos, reír a carcajadas y confiar en el destino que le han anunciado los santos. Daymé Arocena agradece a sus padres la claridad de haberla enviado a una escuela de arte.

Luego de una improvisada competencia de canto donde Arocena se ofreció voluntariamente para ir al escenario, sus padres descubrieron que "no era como los niños comunes que cantan, que ríen, que bailan, era que a mí me apasionaba el hecho de cantar", cuenta Arocena, quien comenzó sus estudios de música a los ocho años.

"Los padres son una verdadera influencia. Si ellos no se hubieran percatado de eso, yo no hubiera podido ir a la escuela de arte", dice Arocena en el programa radial 1800 Online. En la escuela de música conoció el jazz y comenzó a cantarlo en la big band sin saber prácticamente qué era.

"A mí me daban las partituras de 'My Funny Valentine' y 'Bye Bye Black Bird', y yo me las aprendía de arriba a abajo y le ponía toda mi bomba y todo mi amor. Pero yo no tenía idea de qué yo estaba cantando", cuenta. "Pero llegó un momento en el que yo no podía hacer otra cosa que no fuera esa. Yo me apasioné por el jazz".

Arocena participa por estos días en el evento Women in the World.

La cantante cubana comparte por estos días su experiencia de vida en el evento Women in the World (Mujeres en el Mundo), que se celebra en Nueva York. "Es un honor que me hayan seleccionado a mí para ir al Lincoln Center para representar Cuba", dice con humildad.

Pero este es sólo uno de muchos eventos excitantes en la vida de Arocena. Recién terminó una gira por importantes ciudades de Estados Unidos: Filadelfia, Los Ángeles, New Orleans, Miami, Texas y New York, para promocionar su primer álbum, Nueva era y ofrecer una serie de conciertos por el Festival Afrolatino.

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1800 Online con Daymé Arocena

La buena fortuna empezó con una predicción que le hizo un desconocido en Toronto, Canadá: "Te veo con santo en la cabeza".

Arocena, quien proviene de una familia con una fuerte tradición religiosa, al regresar a Cuba le pidió a su abuela que la guiara para hacerse santo.

"Después de eso, mi vida dio un cambio radical. De estar cantando en La Zorra y el Cuervo por cinco pesos, empecé a ver el mundo, a girar, reencontré a Gilles [Peterson]. No creo que el santo te dé las cosas, simplemente las pone en su sitio", comenta.

Pero antes de la religión afrocubana, Arocena se había enamorado de la música religiosa afrocubana.

Los cumpleaños de santo de la abuela eran nada más dulces y piñata, confiesa entre carajadas. Pero, luego, se convirtieron en una ventana a la música religiosa. Precisamente interpretando cantos afrocubanos la conoció el productor británico Gilles Peterson, la mente maestra tras el proyecto musical Havana Cultura.

Luego de la grabación de los temas del sexto disco de Havana Cultura, Arocena fue la única cubana invitada a Londres a la presentación del álbum y los directivos de la disquera aprovecharon para proponerle la grabación de su propio CD.

Arocena prefiere cantar descalza.

"No fue un disco que pensé, que analicé, que se preparó. Fue un disco que nació así, de causalidad de la vida… ¡Buena, ¿no?!", dice y suelta otra de sus musicales carcajadas.

Arocena respira su espiritualidad y la defiende.

Como la diva de los pies descalzos, Cesária Evora, (1941-2011), Arocena se niega a ponerse tacones, o cualquier zapato, para cantar en los escenarios:

"Yo soy muy bajita. Entonces, si usara zapatos en escena, tendrían que ser obligatoriamente de tacones para que me dieran altura y presencia. Entonces, yo creo que no hay mejor presencia que la de uno, como es, como uno vino al mundo; sobre todo porque los pies son el primer contacto con la tierra y hay ahí una energía bonita, espacial, cultural".

A pesar de su éxito fuera de Cuba, la joven jazzista quiere enamorar con su voz a más cubanos de la isla y lamenta la falta de voluntad de las instituciones culturales cubanas para apostar por el jazz y la música clásica.

"Para todo hay mercado al final. Lo que nos falta por fomentar un poquito más en Cuba es el mercado por la música más compleja. Porque la música simple, comercial siempre tiene un mercado más amplio", comenta.