Cuba: el mercado negro nunca duerme

Todo lo que falta en Cuba se puede encontrar en el mercado negro (Iván García)

La Habana - En los papeles, aparecía que la pizzería estatal El Encanto, en la barriada de La Víbora, a media hora en automóvil del centro de La Habana, vendía diariamente alrededor de una veintena de productos: lasañas, canelones, cinco versiones de espaguetis y pizzas, cerveza, entrepanes (sandwiches), cangrejitos de guayaba y empanadas, entre otras ofertas.

Pero la realidad era otra. El salón permanecía cerrado y solo funcionaba un kiosco en el portal que vendía cigarros, cerveza y pizzas de pésima calidad. Sin embargo, los reportes administrativos describían un variado menú y sobrecumplían el plan de venta diario fijado por la empresa de gastronomía del municipio Diez de Octubre.

Entre 1998 y 2003, José, el administrador, y Julio, jefe de almacén -los dos actualmente residen en Estados Unidos- los viernes entregaban un sobre con dos mil pesos, equivalente a 80 dólares, al chofer de Eduardo Manzano, entonces director de la empresa de gastronomía municipal.

El queso, puré de tomate, aceite, harina y otros insumos, se vendían en el jugoso mercado negro habanero. Se los vendían al por mayor a diversas personas, quienes después los revendían a precios de oferta y demanda a la población.

“El negocio era un batazo. Tú reportabas producciones fantasmas y vendías la materia prima. En aquellos años, a centros gastronómicos del Estado les asignaban productos que denominaban 'de la cadena', como queso gouda y alimentos importados. En la calle se vendían como pan caliente y a elevados precios. En un día malo, yo ganaba mil pesos, equivalente a 40 dólares. Un día normal, 150 dólares. Y en uno bueno me embolsillaba 300 fulas. Hasta la policía trabajaba con nosotros: se dedicaba ocupar o decomisar la carne de res que se robaba en los mataderos y luego no las vendía a buen precio. La clave del robo (de donde sale casi todo lo quese oferta en el mercado subterráneo), es tener una buena pluma, un contador o económico que pueda enmascarar el facho”, contaba Julio antes de irse.

Actualmente, la pizzería El Encanto continúa siendo un abastecedor del mercado negro en el barrio, igual que las cafeterías y restaurantes estatales de la zona. Esto siempre ha funcionado así desde que la revolución de Fidel Castro, a inicios de la década de 1960, comenzó a generar escasez y desabastecimiento en todo el territorio nacional.

En los más de cincuenta años transcurridos desde entonces, ha habido etapas de alzas y bajas, en dependencia de la cantidad de mercancías nacionales o importadas en los almacenes. O por determinadas coyunturas económicas, como la implantación del período especial a inicios de los 90, que lo poco almacenado había que distribuirlo bien. O situaciones imprevistas, como los ciclones, cuando el Estado tiene que echar mano de sus reservas centrales y controlar las donaciones.

En Cuba existen dos tipos de mercado negro. El que es abastecido por instituciones estatales y el de carácter privado, abastecido por mulas con artículos adquiridos en el extranjero.

Igor, economista, calcula que “el mercado negro estatal mueve miles de millones de pesos anuales. En el futuro, cuando se haga un estudio serio, se sabrán cifras exactas”. En su opinión, nueve de cada diez centros fabriles, gastronómicos o turísticos, entre otros, roban recursos del Estado que posteriormente son vendidos en el mercado clandestino.

Y subraya algo a tener en cuenta: "Los que propician el robo a mayor escala son los jefes. El trabajador suele robar un buchito, para consumir o venderlo. Los administrativos son los que roban por camiones. Cualquier director de una empresa alimentaria o de turismo, en un año puede comprarse una casa y un carro, mantener a dos queridas e irse de vacaciones tres o cuatro veces al año a un hotel todo incluido en Varadero. Cíclicamente, el gobierno monta una campaña para frenar la corrupción propiciada por el mercado negro y detiene a varios jefes. Pero no puede detener el robo, pues es la forma que tienen miles de directivos, funcionarios y empleados de mejorar su calidad de vida. El día que desaparezca el robo al Estado, la corrupción y el mercado negro, se cae la revolución”.

En la misma cuerda piensa Daniel, licenciado en ciencias políticas. “El fenómeno del robo, mercado negro y desvíos de recursos en sociedades de ideología marxista es sintomático. En la antigua URSS y otros países comunistas del este de Europa, era habitual el robo en empresas y negocios que se montaban a costa de materias primas robadas al Estado. En el socialismo, la prosperidad no te le da tu talento, formación y experiencia, sino la lealtad al poder político”.

Daniel considera que al ser los medios de producción "propiedad del pueblo", algo tan etéreo, se pierde el sentido de pertenencia y todo el que puede mete la mano. "Los máximos dirigentes cubanos lo saben. Por eso la campaña contra el mercado negro es más publicitaria que otra cosa. Cuando hay redadas o detenciones, casi siempre caen los pejes chicos. Si a veces involucran a pesos pesados es más por una cuestión política que por cumplir la ley”.

Según Roger, “después que un ciclón azota la isla, operativos policiales se ponen en marcha y hay que estar quieto en base. Pero eso no dura mucho tiempo. Luego las cosas se vuelven a relajar. En este bisne se debe estar bien conectado con altos funcionarios y a cada rato dejarles caer un ‘regalito’ , por si un día caes en desgracia, se sientan obligados a ayudarte. Tras el paso de Irma, la gente quedó sensibilizada, miles de familias lo perdieron todo, y las autoridades andan a la caza de los que vendan colchones, tejas o tanques de agua. Pero los que conocen el paño saben cómo y a quién contactar, pa'que no te pillen. El mercado negro nunca duerme”. Roger mejor que nadie lo sabe: ya tiene comprador para dos colchones fabricados en Dominicana, supuestamente destinados a damnificados del huracán.

Carlos, sociólogo, afirma que “en naciones con estructuras económicas y políticas como la cubana, donde impera la lealtad personal, el sociolismo y el compadreo, el mercado negro nunca desaparecerá. Y lo peor: se llegan a convertir en grupos o pandillas que terminan transformándose en cárteles mafiosos con enormes cantidades de dinero y pueden comprar voluntades e incluso vidas. En un futuro democrático, si en la Isla no se manda al fondo del mar toda esa morralla corrupta y bisnera, se podría fortalecer y reproducirse, como ocurrió en Rusia”.

La corrupción, la burocracia y el mercado negro ya se han arraigado en la vida cotidiana de los cubanos.

El régimen controla toda la sociedad, toda la información y pretende controlar también toda la economía, incluída la privada. Diferentes estamentos institucionales manipulan los precios minoristas de alimentos y bienes, obteniendo grandes ganancias. No existe transparencia financiera con las divisas que ingresan. Ningún funcionario rinde cuentas al pueblo. Esa opacidad y secretismo propician la consolidación de facciones delincuenciales.

La cultura de robarle al Estado y el mercado negro, se han convertido en una especie de anticuerpo que tienen muchos ciudadanos para poder defenderse del modelo gansteril que durante más de medio siglo se ha gestado en el país.

Es que en Cuba la Corporación Castro S.A. deja muy pocos resquicios al resto de la población.