En camino más controles sobre los cuentapropistas

Un hombre realiza labores de mantenimiento afuera de un restaurante privado el 16 de junio de 2017, en La Habana (Cuba).

La prensa oficial no ofreció detalles sobre las futuras medidas ni la implementación de las modificaciones, pero mencionó como razones que las ocasionaron “desviaciones en el diseño de la política”.

El Consejo de Ministros de Cuba anunció entre sus miembros este jueves un conjunto de medidas enfocadas al control y la organización del trabajo por cuenta propia, informó este viernes la prensa oficial cubana.

La nota no ofreció detalles sobre las futuras medidas ni la implementación de las modificaciones, pero mencionó como razones que las ocasionaron “desviaciones en el diseño de la política”.

Entre los ejemplos lista “la utilización de materias primas, materiales y equipos de procedencia ilícita; incumplimientos de las obligaciones tributarias y subdeclaración de ingresos; imprecisiones e insuficiencias en el control; y deficiencias en la contratación”.

No obstante, el Consejo de Ministro admitió la validez de las pequeñas empresas privadas como fuentes de empleo, y un modo de incrementar la oferta de bienes y servicios, “con niveles aceptables de calidad”, apunta el diario oficialista Granma.

Los pequeños negocios privados cada día cobran más fuerza en la isla comunista. El 2016 cerró con más de medio millón de cubanos trabajando por cuenta propia.

Los emprendedores intentan abrirse camino por sí mismos, pero tienen que enfrentarse al rigor de los inspectores gubernamentales, a menudo acusados de aplicar multas injustas y excesivas, y a las trabas impuestas por el centralismo en la isla.

Las advertencias comenzaron en 2016

En la segunda mitad de 2016 el gobierno cubano ordenó no otorgar nuevas licencia para los restaurantes particulares y cerró algunos de ellos, argumentando indisciplinas sociales y delitos en estos centros, como el consumo de drogas, prostitución y proxenetismo.

La Vicepresidenta del Consejo de la Administración Provincial de La Habana, Isabel Hamze, la cara visible de la polémica decisión, dijo entonces a la prensa que en esos establecimientos comerciales se obtenían productos alimenticios de forma ilegal, y que había contrabando y capital de dudosa procedencia, al tiempo que se contrataban empleados sin licencia.

Desde septiembre las autoridades comenzaron a reunirse con los propietarios de estos negocios para “dialogar” sobre lo que ellos consideraban “algunas tendencias negativas” en ese sector.

Bar Shangri Lá, uno de los más populares de La Habana.

Contrario a las declaraciones de la funcionaria, en su columna bisemanal en Martí Noticias, el analista Juan Juan Almeida explicaba en esa ocasión que la medida era “una batalla campal, sutil y personal, contra algunos emprendedores privados que rozaron con el poder”.

Almeida mecionaban el cierre del bar Ashé, el Shangri Lá y otros donde se habían reportado incidentes con algunos integrantes de la élite del poder en Cuba y específicamente de la familia Castro. “Por lo tanto, la medida solo responde a una demostración de poder”, puntializaba.

Trabas frecuentes con que tropiezan los emprendedores

Una de las quejas más frecuentes de los emprendedores radica en el desabastecimiento y la falta de mercados mayoristas. Para sacar sus servicios y productos adelante deben constantemente buscar modos para adaptarse a la escasez y comprar en numerosas tiendas minoristas a precios que no ofrecen demasiada ventaja.

Esta situación frecuentemente obliga a los emprendedores a adquirir sus productos en el mercado negro o recurrir a fuentes de dudosa legalidad.

Las complicadas normativas de la Aduana solo posibilitan a los cubanos importar determinadas mercancías una vez al año, a pagar en moneda nacional, pero mediante sobornos a los oficiales logran evadir las disposiciones estatales y abonar el floreciente mercado alternativo.

En el libro "Voces del cambio en el sector no estatal cubano" Carmelo Mesa-Lago, profesor emérito de Estudios Económicos y Latinoamericanos de la Universidad de Pittsburgh, menciona la paralizante burocracia, las regulaciones, los altos impuestos y la falta de crédito o microcréditos a los cuentapropistas y cooperativistas y el poco acceso a los insumos entre las principales trabas al cuentapropismo.

Otra queja, sobre todo de los cuentapropistas y compradores y vendedores de viviendas privadas, tiene que ver con el "alto coste" del acceso a internet, una herramienta que podría ser de gran ayuda para publicitar los negocios.

"Se anuncian mediante carteles, volantes y el boca a boca, por medios muy rústicos", por eso es tan necesario satisfacer la lógica reclamación de estos grupos que, de acuerdo al experto, constituyen la "fuerza laboral con mejor educación de América Latina".

"Desgraciadamente -consideró Mesa-Lago-, el Gobierno cubano no ha aflojado el control de la gente, al contrario, mantiene un férreo control "con un absurdo refuerzo ideológico" porque teme perderlo".

(Redactado por Lizandra Díaz Blanco con información tomada de la prensa oficial cubana y artículos de Martí Noticias)