El Secretario de Estado Adjunto para Asuntos de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo, Tom Malinowski, y la Secretaria Adjunta Interina para Asuntos del Hemisferio Occidental, Mari Carmen Aponte, copresiden la delegación de Estados Unidos a la segunda ronda de diálogo con Cuba sobre Derechos Humanos que se celebra hoy en La Habana.
Una nota de prensa de la cancillería estadounidense precisa que los representantes de ambos países discutirán sobre la protección de los derechos humanos universales en Cuba y los Estados Unidos.
La primera ronda, el 31 de marzo de 2015, se limitó a definir la metodología y los temas a tratar, por lo que se espera que esta sea la primera discusión a fondo sobre un tópico en el que ambos gobiernos mantienen profundas diferencias.
Entre otros responsables de áreas específicas de los derechos universales, la comitiva de Estados Unidos incluirá al Embajador Especial para la Libertad Religiosa Internacional, David Saperstein; a la Representante Especial para Asuntos Laborales Internacionales, Sarah Fox; y a representantes inter-institucionales del Departamento de Justicia y la Comisión de Asistencia Electoral de Estados Unidos.
Integran asimismo la delegación de Washington el Vice Secretario Adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, John Creamer; y el Encargado de Negocios de la Embajada de Estados Unidos en La Habana Jeffrey DeLaurentis.
La parte cubana estará presidida por el Embajador Pedro Luis Pedroso Cuesta, Subdirector General para Asuntos Multilaterales y Derecho Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores.
La Declaración Universal de Derechos Humanos fue aprobada por la Asamblea General de la ONU en 1948
Aun después de iniciarse el proceso de distensión en las relaciones bilaterales, los diplomáticos de Estados Unidos y Cuba suelen sostener acalorados debates en el Consejo de Derechos Humanos con sede en Ginebra, Suiza, el máximo organismo especializado en el tema de Naciones Unidas.
En los años 90 la Comisión de Derechos Humanos, organismo que precedió al Consejo, mantuvo a Cuba durante años bajo el escrutinio de un Relator Especial. La Habana nunca permitió la entrada al país del enviado de la ONU.