Carta abierta al Papa Benedicto XVI

  • Carlos Cabezas / Radio Martí

El Sumo Pontífice Benedicto XVI tiene previsto visitar la isla del 26 al 28 de marzo.

Santo Padre:

Las palmas arrogantes que se bambolean por el viento y al son del tambor, anuncian junto al cálido sol que ilumina la verde manigua al tiempo que le da transparencia a las aguas, la presencia del archipiélago cubano, donde su forma de caimán refleja múltiples ergástulas en esa tierra bendita que ud. pisará próximamente, en una visita pastoral como peregrino del amor y la esperanza.

¡Cuba le espera Santo Padre!, y lo hace con alegría y regocijo aunque por dentro sus laceraciones no dan más por una cruel y vieja dictadura que estigmatiza a sus hijos, y dejó en los pelotones de fusilamiento a los más bellos y dignos, que no tuvieron la fortuna de quienes hemos padecido pero seguimos vivos, para pedirle hoy que no nos abandone.

Santo Padre, quizás sus pasos en Cuba chapoteen la sangre de los mártires que gritando ¡Viva Cristo Rey!, pasaron a formar parte del martirologio cubano, mártires que le recibirán y marcharán a su lado junto a los feligreses que le aman, pero que serán invisibles para quien no quiera verlos. Solo las almas puras podrán detectar el aroma que sus ejemplos irradian. Sé que usted es sensible al dolor de nuestro pueblo, aunque sus más cercanos colaboradores en el Vaticano no opinen así.

La Iglesia que vive y trabaja en Cuba se ha preparado fuertemente para este acontecimiento y el gozo que experimenta se ve opacado por el recrudecimiento de la represión contra mujeres valerosas como las Damas de Blanco, así como contra opositores políticos y activistas por los derechos humanos.

Su Santidad, la represión es transparente en el aspecto político, pero existe también en lo social, religioso, económico, racial y generacional, por no mencionar que abarca todo el ámbito cubano, típico de las tiranías.

Su visita es pastoral y no debe ser manipulada por mi ni por nadie. Aprendí cuando estudiaba Filosofía que los valores espirituales son generales y universales, que lo que no es bueno para unos, no es bueno y lo que es bueno para todos, si es bueno.

Interpreto el sentimiento de muchos que no queremos que se meta en política, pero sí esperamos que como buen hombre Siervo de los siervos de Dios, se deje interpelar por quien usted representa en la Cátedra de Pedro. Ese Jesús que se le apareció al apóstol Pedro cuando huía de Roma, e hizo que éste cambiara su mentalidad y actitud regresando a enfrentar la muerte por el anuncio del Evangelio hasta las últimas consecuencias.

No nos defraude, cumpla con su compromiso de jefe de Estado que visita a un país con quien tiene relaciones diplomáticas, pero ténganos presente.

Mejor dicho Santo Padre, que los cantos de sirena no le hagan olvidar a los presos políticos actualmente en las cárceles o en celdas tapiadas, no olvide a sus feligreses que vivieron una noche oscura durante más de 50 años y que hoy no se libran de ella, no olvide el llanto de los niños que fueron hundidos en el transbordador "13 de marzo" y el grito de sus madres y padres que no pudieron parar la masacre, no olvide a los que desde niños fuimos marcados por la bestia por el crimen de practicar nuestra Fe, no olvide a los Hermanos al Rescate asesinados en el aire, no olvide que es bueno buscar espacios para la Iglesia pero vaya a la raíz del problema y que el espacio a buscar abarque al pueblo en libertad y democracia.

No soy nadie para darle lecciones, usted supera mi inteligencia y capacidad y sabe muy bien cuál es su deber. Perdone si al recordarle estas cosas lo ofendo, no es mi intención. Amo a la Iglesia y a ud. como Vicario de Cristo, amo a la Iglesia en Cuba como a sus obispos, sacerdotes, religiosas y religiosos, seminaristas, laicos y catecúmenos, aunque pueda disentir de algunas de sus posiciones.

Santo Padre, Cuba es bella, pero el cubano lo es más. Hay cubanos en la Patria y otros estamos en el exilio. Se nos habla de reconciliación y es válido, pero las víctimas del régimen totalitario no tenemos con quién reconciliarnos porque nunca hemos dejado de amarnos, y reconciliarse con la dictadura sería como hacerlo con el pecado, con el mal, y eso la Iglesia no lo acepta, porque aunque lleguemos a amar y perdonar al pecador, no lo podemos hacer con el pecado que todavía comete.

Pido a María de la Caridad, cuyo cuarto centenario del hallazgo de su imagen ud. va a conmemorar, que le haga sitio en su barca, para ser junto a ella amor.