Los nuevos retos de la disidencia en el espacio digital

  • Jesús Rojas / Radio Martí

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Los alumnos serán activistas de todo el mundo, y el objetivo del curso es ofrecer las últimas herramientas para la disidencia en línea.
¿Pueden las redes sociales derrocar tiranías? Quizás no todavía, pero comprender las oportunidades y los retos que presentan las nuevas tecnologías es clave para los movimientos en defensa de los derechos humanos.

Por este motivo, un centro internacional de entrenamiento comenzará en 2013 a enseñar tácticas de activismo digital en la ciudad italiana de Florencia. Los alumnos serán activistas de todo el mundo, y el objetivo del curso es ofrecer las últimas herramientas para la disidencia en línea.

Como ha demostrado la Primavera Árabe, las protestas contemporáneas utilizan las redes sociales tanto como las manifestaciones públicas. En otras palabras, las protestas callejeras ahora son también protestas twitteras.

Pero al mismo tiempo, los regímenes represivos hacen "redadas" en Facebook tanto como en lugares de reuniones clandestinas.

Existe un peligroso juego del gato y el ratón: los manifestantes deben encontrar un equilibrio entre su privacidad y seguridad y la necesidad de lograr un máximo impacto público.

El nuevo instituto financiado por la sección europea del Centro Robert Kennedy para la Justicia y los Derechos Humanos - creado en memoria del senador estadounidense asesinado en 1968- tendrá su sede en una antigua prisión de Florencia.

Federico Moro, director del proyecto, afirma que la intención es utilizar la tecnología para "promover la democracia, los derechos humanos y la justicia". Señala que "la idea es que con las redes sociales se puede lograr el cambio", dice.

Moro añade que "los líderes en la defensa de los derechos humanos pueden dedicar su vida a una causa, pueden entregarse en cuerpo y alma, pero también necesitan la habilidad para generar ese cambio".

Los alumnos serán blogueros y activistas becados por el Centro Robert Kennedy. Pero el reclutamiento no es fácil, dado que algunas personas pueden poner en riesgo su vida solo por el hecho de postularse.

Moro aclara que el instituto no apoyará causas determinadas por sus posturas políticas, pero sí actuará en defensa de individuos que deben hacer frente a violaciones de sus derechos fundamentales, ya sea opresión política o violencia doméstica.

¿Pero qué es lo que necesita saber un disidente digital? Proteger su identidad y su seguridad es fundamental. Chris Michael, de Witness, una organización no gubernamental (ONG) con sede en Brooklyn, Estados Unidos, describe algunas de las nuevas estrategias tecnológicas.

Entre ellas, menciona las páginas de internet que permiten un acceso anónimo, en las que los usuarios pueden organizarse sin revelar sus identidades.

También existen formas de eludir a los censores cuando intentan bloquear un sitio. Muchos activistas utilizan el proyecto Tor, un programa informático derivado de tecnología militar.

Y también es posible encontrar "rodeos" para hacer video llamadas y llamadas telefónicas por internet que eviten la vigilancia. Otro programa útil permite pixelar fácilmente los rostros en las imágenes de video, protegiendo así la identidad de los manifestantes y testigos.

Y debido al rol que los videos grabados con teléfonos tienen en la actualidad, Witness está trabajando con Youtube en un canal dedicado específicamente a los derechos humanos.

Ya alberga cientos de videos de aficionados provenientes de un gran número de países, entre ellos Siria, Pakistán, Libia, Birmania, Chile, España, Rusia, China y Estados Unidos.

El despliegue actual de teléfonos móviles se traduce en una capacidad sin precedentes para grabar y distribuir evidencias del uso de violencia contra los ciudadanos.

¿Pero es el mundo más seguro? ¿Pueden los videos aficionados y las redes sociales derrocar tiranías? Para plantearlo claramente, ¿podrían Hitler y Stalin haber sido denunciados en Twitter y Youtube? ¿Son las lentes de un Iphone mejor arma que las balas para las revoluciones modernas?

No es tan sencillo, opina Michael, que pone a Siria como ejemplo. En el caso del conflicto sirio, hay evidencias en video de violaciones a los derechos humanos, pero ninguna señal de que el escrutinio público sirva como fuerza disuasoria para evitarlas.

"Solo porque puedas documentar algo, no significa que puedas cambiar las cosas realmente", dice.

Según Michael,lo que marca la diferencia es la cantidad de información y de videos y la posibilidad de mantener el contacto con quienes son atacados.

"Debido a que mucha gente documenta, ya no se trata de ver para creer, ahora también podemos actuar y comunicarnos con la gente afectada, y eso puede ser muy poderoso", asegura Michael.