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Lo que falta para el cambio en Cuba


El cambio se tomará, como mínimo veinte años, es decir, dos generaciones enteras, para ser una realidad en Cuba, asegura un experto.

Hay que echar las cuentas para determinar cuánto tiempo será necesario para el cambio en Cuba. Transformar un país no debe ser probablemente un proyecto que se pueda acometer de la noche a la mañana. Escuchaba en estos últimos días los comentarios de un estudioso del tema cubano acerca de este esperado y tardío cambio. Según sus apreciaciones, el cambio se tomará, como mínimo veinte años, es decir, dos generaciones enteras, para ser una realidad en Cuba.

No es para menos. La que podríamos llamar como la globalización totalitaria del castrismo no ha dejado rincón de vida humana en esa isla sin manosear así que es mucho lo que hay que reparar y, después de 52 años hay que tomárselo con calma, dicen los que estudian la situación. Y es que el hombre nuevo efectivamente llegó, los cubanos alcanzaron finalmente ese estadio, que supone adaptarse y vivir en Cuba con lo poco que es concedido al ser humano de acuerdo con los intereses de unos pocos en mantener el statu quo sin que se perciban grandes temblores en el trono donde se asienta su poder. Aprender a vivir encorsetado en el molde castrista y no considerar necesario, bajo ningún concepto, exigir tus derechos. Así vive el hombre nuevo. Si no se puede alcanzar ese estadio, que promete por otro lado una coexistencia harmónica entre un Estado que te desprecia y la propia vida, te queda otra opción: largarte del país. Esta es, de hecho, la selección de todos los altermundistas de Cuba, todos aquellos que opinan que “otro mundo es posible”, como lo creen los indignados y los nostálgicos del Mayo del 68 que habitan en los partidos de la izquierda europea.

Los altermundistas alimentan hoy en Europa las filas de aquellos a quien llamamos 'los indignados' de Sol (por el nombre de la plaza que dio origen al ¿movimiento?) o también incluso los grupos de nostálgicos del Mayo francés. Por el contrario, en Cuba, los altermundistas parten en balsas o se las ingenian para encontrar la vía por la cual escapar a otro mundo, sea el mecanismo empleado legal o ilegal. La consciencia social en Cuba ha partido hacia el exilio. Se esfumó.

Para acometer el cambio en Cuba parece necesario en primer lugar que los que se quedan, los que han alcanzado el estadio de hombre nuevo (que creen normal que robar es un medio de subsistencia legítimo) reconozca la autoridad de las instituciones de una Cuba democrática futura. El experto al que me refería antes aseguraba que no es fácil el cambio de actitudes y mentalidades de los cubanos que han vivido bajo las reglas castristas para convertirles de golpe y porrazo en ciudadanos responsables que toman en cuenta lo que vale un peine y que se muestran respetuosos con las instituciones que velan por el bien común. El experto iba mucho más allá y explicaba que tampoco está muy claro que el cambio sea algo que vaya a resultar fácil ni tampoco que la mentalidad de los cubanos -formateada por el el plan castrista por 52 años- pueda experimentar el cambio que se requiere para poner el país sobre las vías que deben conducir al progreso.

Y echando cálculos, el mismo experto insistía en la posbilidad de que el cambio se pudiera dar dentro de veinte años. Eso nos da la medida de que el cambio no está ni en las manos de ningún jerarca actual o por venir del castrismo, ni tan siquiera en ningún opositor de la escena actual. Hoy probablemente se pongan las bases para el futuro, pero en ningún caso se podrá predefinir qué camino tomará Cuba una vez se libere del plan autoritario bajo el que ha sido conducida durante el último medio siglo.

Cuba parece tener una tarea mucho más ardua para repararse que la que tiene cualquier otro país que salga hoy de largos años de autoritarismo. Esta misma semana hemos visto cómo se celebraban con completa normalidad las elecciones en Túnez, el país donde arrancó la Primavera Árabe. Resultaba conmovedor leer las declaraciones de la madre del vendedor de frutas, Mohamed Bouzauzi, asegurando que el día de las elecciones era el día de la victoria para su hijo. En Libia, el nuevo consejo de transición, coge la senda del cambio hacia un nuevo proceso constituyente. Tal parece que en Cuba el autoritarismo, una vez finiquitado, va a dejar una sombra mucho más alargada que en cualquier otro país que haya vivido en condiciones de dictadura. La clave pueda ser, obviamente, el concepto global del castrismo, que lo abarca todo, que lo manchó práctica o absolutamente todo.

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