Tras sufrir el domingo una de las peores derrotas electorales de su historia, el peronismo que gobierna Argentina debatía el lunes cambios a su gestión de centroizquierda para recuperar el apoyo perdido, pero el rumbo no estaba claro debido a la heterogeneidad de la coalición.
El peronista Frente de Todos sufrió una paliza al obtener apenas un 30% de los votos en las primarias para las elecciones legislativas de noviembre, frente a cerca del 38% de la coalición centroderecha de Juntos por el Cambio.
La larga crisis económica y la pandemia del coronavirus convirtieron a las primarias en una suerte de plebiscito sobre la gestión del presidente de centroizquierda Alberto Fernández, que había llegado al poder en 2019 con casi el 50% de los votos.
"Esto va a tener consecuencias significativas en el balance interno de la coalición gobernante. Hay que plantearse la posibilidad de giros. Uno no puede descartar un giro hacia la radicalización, pero hay que considerar la hipótesis de un giro hacia el centro", dijo a Reuters el analista Sergio Berensztein.
Fernández representa el ala moderada de una coalición en la que conviven liberales con defensores de amplias regulaciones estatales a la economía, como los llamados "kirchneristas duros", representados por la vicepresidenta -y exmandataria- Cristina Fernández de Kirchner.
La expresidenta es la cara más poderosa de la coalición oficialista, por lo que sus posturas políticas y económicas han tenido hasta el momento tanto peso como las del presidente.
Tras la cachetada que significaron las primarias, muchos expertos se preguntan si el Gobierno apostará por políticas heterodoxas como la emisión monetaria para aumentar los subsidios a los pobres, a expensas de acelerar la ya altísima inflación, o por una mayor ortodoxia económica para anclar las expectativas de la población.
"Ese debate se da dentro del Gobierno. El Gobierno no pretende radicalizarse, no sería ese el camino. Lo que yo no sé es si hay margen político para esa nueva apuesta (de moderar la gestión oficial)", dijo a Reuters una fuente del Gobierno.
El jefe de gabinete, Santiago Cafiero, dijo el lunes que no están previstos cambios de ministros.
Mercados en alza
El oficialismo esperaba que una aceleración de la vacunación contra el coronavirus y una reactivación de la economía tras una recesión de tres años lo ayudaran a lograr un buen resultado electoral.
Pero al contexto negativo se sumaron algunos escándalos políticos relacionados con la gestión de la pandemia que lo perjudicaron aún más, una situación que la oposición de centroderecha supo aprovechar.
A la vez que lidia con una pobreza que alcanzó al 42% de los argentinos durante la pandemia y con una inflación cercana al 50% anual, el Gobierno negocia con el Fondo Monetario Internacional (FMI) el pago de 44.000 millones de dólares que el organismo prestó a Argentina hace tres años.
"Existe un riesgo de radicalización tras los resultados, aunque todavía hay que esperar la reacción del oficialismo ante el mapa electoral, no solo en términos económicos sino también políticos, algo crucial frente a los dos años de gobierno por delante", señaló Gustavo Ber, economista de Estudio Ber.
En respuesta a la victoria de la centroderecha, que arroja un panorama alentador para la oposición de cara a las elecciones presidenciales de 2023, los mercados ahondaban el lunes las alzas iniciadas la semana pasada en Argentina. El peso local subía al igual que el mercado bursátil, mientras que el riesgo país caía con fuerza.
"Lejos de favorecer al oficialismo, un escenario de mayor volatilidad económica lo perjudicaría todavía más. Si el electorado gira hacia la derecha no tiene ningún sentido que el Gobierno gire hacia la izquierda", explicó Berensztein.
De mantenerse en noviembre las cifras de las primarias, el Frente de Todos podría perder su control del Senado nacional y la primera minoría en la Cámara Baja, según estimaciones de analistas.