Zoológico habanero es blanco de la desidia

Uno de los estanques del Zoológico de 26.

“Esos roedores han aprendido a mantener la distancia con las personas… solo se les ve en horarios de poco público. El frondoso arbolado las protege de las piedras que arrojan los transgresores, y de las trampas que les preparan”, aseguran los trabajadores del lugar.
Las ardillas que sobreviven en el Jardín Zoológico de La Habana (conocido también como el Zoológico de 26), lo hacen a duras penas, escondiéndose de los visitantes, que les impiden moverse libremente, como en el pasado.

“Esos roedores han aprendido a mantener la distancia con las personas… solo se les ve en horarios de poco público. El frondoso arbolado las protege de las piedras que arrojan los transgresores, y de las trampas que les preparan”, aseguran los trabajadores del lugar.

Lo anterior no es una denuncia de alguna sociedad protectora de animales en La Habana, ni de un grupo opositor al gobierno. Es un reportaje-justificativo publicado este martes en el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, ante el deterioro de lo que un día fue un magnífico parque recreativo para niños y adultos y hoy es centro de críticas de la población.

“Un recorrido detallado dejó ver la desidia en algunas de sus instalaciones, una fractura en la memoria de las familias habaneras”, admite Granma, sin entrar a considerar quién es el responsable de esa desidia, del pésimo estado de sus instalaciones, de los estanques vacíos y los jardines amarillentos por falta de cuidados.

A tono con los tiempos en que el gobernante Raúl Castro ha convocado, casi por decreto, a un adecentamiento nacional, Granma apunta al público para encontrar a un culpable.

“Indigna comprobar las indisciplinas del público que asiste al lugar. Aún existen personas que no mantienen un comportamiento apropiado dentro de estas instalaciones. Deliberadamente algunos dejan caer sus desechos en los entanques o se llevan como "souvenir" los carteles que identifican a las especies en los exhibidores”, afirma el reportaje.

"¿Qué tipo de persona arrojaría a los animales piedras, trozos de madera o una pieza de hierro de unos 12 kg., como la que lanzaron en el foso del oso?" , se preguntó.

El director adjunto del Zoológico, Julio Enrique Moreno Duany, admite que “la falta de mantenimiento llevó al detrimento, aún actual, de los exhibidores” pero se consuela asegurando que “desde mediados de este año, con el impulso y chequeo sistemático del Gobierno y el Ministerio de la Agricultura, se ve un despertar en las inversiones para cambiar la imagen del Zoológico”.

Al igual que tantas otras instalaciones de Cuba, que dependían de los subsidios soviéticos, cuando desapareció la Unión Soviética el Zoológico de 26 se quedó sin respaldo para continuar sus actividades. Granma lo explica de forma más sutil.
“La decadencia del Zoológico comenzó en los años 90, con el impacto del periodo especial. En esa época, para salvar algunas especies, solicitaron ayuda de otras instituciones ya que la instalación estaba prácticamente abandonada, sin alimentos para los animales”, afirmó el diario.

Además de la desidia de las autoridades, el Zoológico de 26 ha sido blanco preferido de los cacos. A mediados de septiembre la prensa independiente informó del robo de varios animales en esa institución. Entre los animales robados se reportaron cuatro monos, un pony y nada menos que una jirafa.

Hasta ahora no hay noticia alguna de ellos, sólo el silencio oficial.