Vientos de agujeros negros afectan la formación de estrellas

  • Jesús Rojas / Radio Martí

El fenómeno podría afectar la actividad de las galaxias.

Los astrónomos confirmaron por el observatorio espacial europeo Herschel que los agujeros negros son capaces de destruir el gas de las galaxias donde se alojan con ráfagas de masas solares de moléculas de gas.

Los agujeros negros gigantes, y más en concreto los vientos que emergen de ellos, afectan a la galaxia en que se alojan pues acaban con sus reservas de la materia prima de la que surgen las estrellas, concluye un grupo de astrónomos que utilizó para su estudio el observatorio espacial Herschel, de la Agencia Espacial Europea, ESA.

Ahora, por primera vez, "hemos visto un agujero negro supermasivo en acción, arrasando con las reservas que tiene una galaxia del gas del que surgen las estrellas", explicó el director del estudio, Francesco Tombesi de la NASA, en un estudio que publica la revista Nature.

A este hallazgo se llegó combinando observaciones infrarrojas procedentes del observatorio espacial Herschel (un proyecto de la ESA) con datos llegados desde el satélite Suzaku (japonés y estadounidense).

Gracias a esas observaciones, los científicos han detectado en la galaxia conocida como IRAS F11119+3257 tanto vientos cerca de su agujero negro central como sus efectos globales, al empujar hacia afuera el gas galáctico.

Esos vientos comienzan siendo pequeños y rápidos, con ráfagas que viajan a un cuarto de la velocidad de la luz cerca del agujero negro y con capacidad de acabar cada año con el gas equivalente a una masa del Sol.

Conforme esos vientos progresan hacia el exterior, se ralentizan pero empujan, anualmente, fuera de la galaxia algunos cientos de masas solares de moléculas de gas.

Esta es la primera prueba consistente de que los vientos de un agujero negro son capaces de destruir el gas de las galaxias donde se alojan, lo que apoya la teoría de que los agujeros negros pueden, en última instancia, "detener la formación de estrellas".

Los agujeros negros gigantes que se localizan en el interior de la mayoría de las galaxias son objetos extremadamente compactos, con masas que superan en millones y miles de millones a la de nuestro sol. Muchos de ellos son relativamente pasivos, como el que se ubica en el centro de la Vía Láctea, pero otros devoran lo que hay a su alrededor "con gran apetito".

Hasta ahora no había sido posible tener constancia de una completa visión de ese proceso, pues aunque los científicos eran capaces de detectar los vientos muy cerca de los agujeros negros, gracias al uso de telescopios de rayos X y de localizar fugas de moléculas de gas por observaciones con infrarrojos, nunca habían logrado encontrar ambos fenómenos en la misma galaxia.