El arzobispo de Miami estremece La Catedral de La Habana

El arzobispo de Miami, Thomas Wenski, ofició una misa en la Catedral de La Habana, Cuba, el martes 27 de marzo de 2012.

El arzobispo de Miami, Thomas Wenski, ofició la misa en la Catedral de La Habana acompañado de dos obispos cubanos residentes en Estados Unidos, y fue ovacionado por sus valientes palabras.
El arzobispo de Miami, Thomas Wenski, ofició una misa en la Catedral de La Habana, acompañado de dos obispos cubanos residentes en Estados Unidos, Felipe Estévez, de San Agustín, Florida, y Octavio Cisneros, de Brooklyn, Nueva York.

Wenski dijo a los feligreses: "En este momento, queremos que los cubanos aprendan a ser hermanos, y en esa hermandad tengan conocimiento de la diversidad, y que esta diversidad no tiene que dividir al pueblo, que sigue siendo un sólo pueblo".

"La Iglesia desea un aterrizaje suave, pero un aterrizaje que abra a un futuro de esperanza", agregó el arzobispo de 62 años, quien vestía una sotana morada, a cubanos que residen en Miami y La Habana, separados desde hace más de medio siglo por el régimen comunista impuesto en la isla y colmaron el martes la Catedral de La Habana, en un acto de unidad religiosa con motivo de la visita del Papa Benedicto XVI.

El religioso defendió con vehemencia la necesidad de buscar puntos de encuentro entre los cubanos divididos por la política con el propósito de una reconciliación nacional tras décadas de desconfianza entre los que marcharon al exilio y los se que quedaron.

"Ha sido maravilloso. Estoy muy emocionada de regresar y encontrar a la gente tan cariñosa y amable con todos nosotros", comentó Laura Fabar, una abogada residente de Miami, que regresó por primera vez a la tierra que la vio nacer desde que salió con sus padres de Cuba en 1960. "El problema siempre ha sido la política", agregó.

Wenski, que ha encabezado el mayor peregrinaje de emigrados cubanos a la isla, quiso dejar un mensaje retador contra las posiciones extremas a ambos lados del Estrecho de Florida, según publica Reuters.

"A los que están embriagados por el amor al poder, la Iglesia da un testimonio de esperanza. Quisiera proponer al mundo y al pueblo cubano el poder del amor", dijo desatando así un torrente de aplausos que reverberó en la Catedral por varios minutos.