Sin Oswaldo y sin Harold

Oswaldo Payá y Harold Cepero.

Este 22 de julio habrán pasado ocho años sin que el régimen cubano haya dado respuestas sobre las muertes de Oswaldo Payá, líder del Movimiento Cristiano Liberación y Premio Sájarov del Parlamento Europeo 2002, y del joven activista Harold Cepero mientras viajaban por carretera al oriente de la isla de Cuba.

Oswaldo y Harold estaban acompañados del entonces presidente de Nuevas Generaciones del Partido Popular en Madrid, Ángel Carromero, y del sueco democristiano Aroon Modig.

Por Carromero y otros testigos que pudieron ver vivo a Cepero en el hospital nos enteramos desde el primer momento que se trató de un crimen organizado y ejecutado por las fuerzas represivas del régimen cubano, que les habían estado siguiendo durante todo el viaje.

También la propia chapucera versión oficial es un mentís de sí misma por las irreconciliables contradicciones técnicas con las que intentaron hacernos creer que se había tratado de un accidente de tráfico.

El propio Carromero, luego de su regreso a España, afirmó que Oswaldo y Harold estaban vivos cuando a él las fuerzas de la policía política se lo llevaron de la escena de los hechos.

Luego de un leve golpe del automóvil que les seguía Ángel pudo frenar, y cuando iba a reclamarle a sus agresores recibió un pistoletazo en la sien, perdiendo el conocimiento, hasta que era introducido en otro vehículo que le trasladó al hospital. Esto se lo confirmó con monosílabos desde la prisión, y utilizando el móvil del cónsul Kirkpatrick, que le había ido a visitar, al hoy presidente del Partido Popular, Pablo Casado.

Carromero contó todo esto a la prensa española y norteamericana, pero nadie le ha escuchado, nadie le apoyó a su regreso, y el crimen ha quedado impune.

El sueco Modig se ha mantenido todo el tiempo afirmando que él no vio, ni escucho, ni sabe nada. Algún día, supongo, lo hará, y tendrá que explicar ante un tribunal cómo entregó la tarjeta SIM de teléfono que Harold le entregó antes de que se la ocuparán, y el luego le dio en el hospital a Carromero para que la destruyera.

En estos ocho duros años sin Oswaldo y Harold muchas cosas han pasado. El régimen de la Habana ha intentado consolidar los cambios fraude que Oswaldo y el Movimiento Cristiano Liberación venían denunciando desde 2007.

El general Raúl Castro, sucesor de su hermano el comandante, nombró un títere que asumiera la jefatura del Estado manteniendo para sí la del ejército y el partido comunista, único legal en la isla, y constitucionalmente la «fuerza rectora de la sociedad».

Se dio el lujo, incluso, de llamar a unas votaciones por su elegido y un referendo para mantener la represiva Constitución de 1976, u otra más afín a los cambios fraudes de los nuevos viejos tiempos.

Fuera de Cuba, incluso, se recibió apoyó y dio tribuna a supuestos opositores que promovían la participación, y por ende legitimación, de una farsa donde los ciudadanos decidirían el sí por la flamante propuesta totalitaria, o la de toda la vida.

La represión ha continuado, los encarcelamientos también, y a los desterrados no se nos reconoce el derecho a regresar a nuestro propio país.

La oposición cubana, con algunas excepciones, está acéfala de proyectos de cambio que proponer al pueblo para organizarlo en el reclamo de sus derechos. El régimen ha logrado enclaustrarla en un circo virtual.

Es el «nuevo escenario» que hace unos años nos vendió como «caliente» y decisivo el propio régimen.

Para el Movimiento Cristiano Liberación ha sido un tiempo duro. Luego de su reestructuración y las elecciones que en 2014 eligió un nuevo Coordinador Nacional, el doctor Eduardo Cardet, y un nuevo Consejo Coordinador, el MCL presentó ante la Asamblea Nacional cubana, integrada exclusivamente por representantes del régimen, la propuesta Un Cubano Un Voto, para reconocer el derecho de todos los cubanos a elegir y ser elegidos.

La respuesta del régimen fue el encarcelamiento de Cardet por tres años en los que sufrió incluso un intento de asesinato a manos de delincuentes sancionados, pero afines a la policía política.

Los líderes internos de Liberación van trabajando nuevamente, en medio de la represión y la advertencia de los militares de que no permitirán su expansión por cada uno de los 168 municipios de la isla.

Sin embargo, se mueve…

El panorama internacional tampoco es el más halagüeño.

Estados Unidos está centrado en su recuperación económica mientras la administración del presidente Trump enfrenta el ataque inmisericorde de un partido demócrata escorado totalmente a la izquierda, las intrigas del propio partido republicano y los desaforados movimientos sociales violentos pagados por un grupo de poderosos capitalistas globalistas. Su prioridad no es Cuba.

Europa tiene sus propias urgencias económicas en medio de una epidemia propaganda impunemente por la China comunista, y América Latina tiene bastante con sus propios problemas, algunos de ellos provocados por el propio régimen cubano durante muchos años.

La España de Sánchez e Iglesias se hunde en la nostalgia de pasionarias y negrines.

Por eso es de agradecer el gesto solidario, hace unas semanas, de las diputadas del Partido popular Valentina Martínez, Marta González y Belén Hoyo, que presentaron unas preguntas parlamentarias al gobierno recordando la situación de Cuba, del Movimiento Cristiano Liberación y sus líderes.

Se echan de menos más gestos como este de las fuerzas políticas españolas.

Ojalá la tendencia cambie y el ejemplo impere.

(Este artículo fue publicado originalmente en el diario digital Tot Balears, el 16 de julio, 2020)