El salto supersónico de Baumgartner estuvo a punto de fracasar

  • Jesús Rojas / Radio Martí

Felix Baumgartner at press conference

Las probabilidades de sobrevivir para Baumgartner estaban relegadas a una única y avanzada pieza tecnológica, su traje a presión.
Felix Baumgartner, el primer paracaidista en romper la barrera del sonido, destrozó tres records mundiales y mantuvo a todo un planeta en vilo, hasta que aterrizó y se arrodilló en señal de gloria. Sin embargo, todo estuvo a punto de fracasar el pasado 14 de octubre.

El austriaco Baumgartner era el foco de todas las miradas. El famoso paracaidista iba a saltar desde 39 kilómetros de altura y romper la barrera del sonido sin ayuda mecánica: toda una proeza.

El salto en sí fue perfecto, pero sin embargo pocos segundos después de romper la barrera del sonido comenzaron los problemas. Baumgartner comenzó a girar sin control, desatando el pánico en la sala de control.

Si no se detenía, la sangre iría de golpe hacia su cerebro, lo que podría haber producido una aneurisma, daño cerebral o incluso su muerte. Si a esto le sumamos la claustrofobia que el deportista había confesado sentir adentro del traje, la ecuación no era positiva.

Se sabe que durante los primeros segundos de caída libre giró sin control y casi pierde el conocimiento. Sin embargo recién ahora se reveló que la presión que ejercía el traje espacial diseñado para Baumgartner casi lo asfixia, producto de una reacción claustrofóbica severa.

El aventurero de 43 años nunca había experimentado esa altura antes del día D. Para sobrevivir al salto más que ser un paracaidista tenía que convertirse en un piloto de prueba.

"Mientras vas ascendiendo, el traje se infla más y más, por lo que se vuelve más difícil moverse. Pueden sentir como tus entrañas y estómago se retuercen y a tu corazón como si fuese a saltar por tu boca".

El joven aventureo confiesa a la BBC que "el tener que usar y sentir constantemente este traje alrededor de mi cuerpo, con el fuerte olor de la goma sintética, me dio una ansiedad enorme".

Fue tal la ansiedad que para prepararse el hombre sónico se tomó un año sabático para dejar de entrenar y recluirse en Austria. Allá recibió hipnoterapia por parte de un especialista, para empezar a entrenar lo que sería vital cuando saltase desde 39 kilómetros de altura, su cabeza.

Incluso los más experimentados astronautas luchan por adaptarse a usar esta pesada indumentaria. El hombre sónico se tenía que mentalizar para saltar con el puesto.

Quizás el peor temor del equipo en torno al deportista era que el traje fallara cerca de "el límite Armstrong". Esto no es más que aquella altura en que la presión atmosférica es tan baja -apenas 0,0618 atmósferas- que el agua puede llegar a hervir a la temperatura normal del cuerpo humano.

"Allá arriba no existe presión de la atmósfera, por lo tanto no hay nada que pueda detener el escape de gases desde tu torrente sanguíneo."

"Si el traje fallara, el cuerpo de Felix comenzaría a perder todos los gases atrapados dentro de él. Cada orificio de su cuerpo se transformaría en una válvula de salida. Es como la peor película de horror que alguien pudiese imaginar", confiesa Art Thompson, el jefe a cargo del proyecto.

El traje cosido a mano de Baumgartner costó más de US$1,6 millones y podría perfectamente mantenerlo con vida en la Luna. Durante seis meses, 30 personas trabajaron meticulosamente en la fabricación del traje. Su traje a presión de última generación fue fabricado por la misma compañía que hace los trajes de vuelo que utilizan los astronautas de la Nasa.

La diferencia es que un piloto de prueba siempre cuenta con al menos 2-mil horas de entrenamiento para acostumbrarse a éstos. Baumgartner tuvo sólo 20 horas para situarse a la presión de la goma interna del traje.

"Es difícil explicar cómo se siente. Tus movimientos naturales están absolutamente limitados. Cuesta respirar, cuesta mucho. ¡No se puede sentir nada del exterior con ese maldito traje!", exclamó el paracaidista luego de realizar la proeza.