Unión Eurasiática echa andar en medio del aislamiento de Rusia

  • Agencias

Los mandatarios de Rusia, Armenia, Bielorrusia, Kazajistán y Kiguizia durante la reunión de la Unión Económica Eurasiática (UEE) celebrada en el Kremlin, Moscú, Rusia.

La UEE nace con mal pie, ya que la decisión de Moscú de imponer un embargo a los productos perecederos occidentales ha dejado en muy mal lugar a sus aliados, en particular a Bielorrusia.

La Unión Económica Eurasiática (UEE), la alternativa postsoviética a la Comunidad Europea, echa a andar en 2015 con muchas dudas sobre su viabilidad debido al aislamiento internacional y la incipiente recesión económica en Rusia. "Crearemos un voluminoso mercado de 170 millones de consumidores donde se garantizará la libertad de circulación de mercancías, servicios, capitales y mano de obra", afirmó recientemente el presidente ruso, Vladímir Putin.

El objetivo es, a imagen y semejanza de la Unión Europea, eliminar las "fronteras interiores" y crear un mercado que tendrá frontera con China y se extenderá desde el mar Báltico hasta el océano Pacífico. El Kremlin espera que la UEE le permita soportar mejor las oscilaciones de los mercados internacionales, garantizar un mercado interior a los productos rusos y consumar su progresiva reorientación comercial hacia Asia.

No obstante, Putin no podía haber elegido peor momento para lanzar su proyecto de integración regional, ya que, además de las sanciones económicas contra Rusia por la crisis ucraniana, la desconfianza entre sus miembros es cada vez mayor. La UEE sustituirá a la Unión Aduanera, integrada por Rusia y sus principales aliados, Kazajistán y Bielorrusia, cuyo funcionamiento ha dejado mucho que desear, precisamente debido a los continuos desencuentros entre Rusia y Occidente.

De hecho, por ese motivo, el comercio regional se redujo en 2014, según reconoció el líder bielorruso, Alexandr Lukashenko, cuya economía depende en gran medida de los intercambios con el gigante del norte.

No obstante, al formalizar hace apenas una semana la unión, que integrará también a lo largo del año a Armenia y Kirguizistán, Putin hizo de tripas corazón y puso al mal tiempo buena cara. "La unión será un importante centro de crecimiento de toda la región: se incrementarán los flujos comerciales e inversores, se reforzarán los lazos empresariales y se incrementará el bienestar de nuestros ciudadanos", dijo.

Putin, quien estimó en un total de 4,5 billones de dólares el PIB conjunto de la unión, destacó que en la UEE regirán "reglas comerciales universales y transparentes" similares a las vigentes en la Organización Mundial de Comercio. "La Unión Eurasiática está abierta al trabajo con nuestros vecinos, y está abierta tanto al este como al oeste", subrayó el jefe del Kremlin, quien siempre ha negado que la UEE sea el primer paso para la restauración de la Unión Soviética.

La UEE ya prepara tratados de libre comercio con Israel, India, Turquía, Egipto y Vietnam, y acuerdos de cooperación con Mercosur y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). Sectores como la agricultura, la construcción y el comercio se liberalizarán inmediatamente tras la entrada en vigor de la UEE, mientras otros lo harán de manera gradual, según el líder ruso. Putin precisó que el mercado único de energía eléctrica deberá esperar a 2019, mientras en lo que se refiere a gas y petróleo no se producirá antes de 2025.

Con todo, la UEE nace con mal pie, ya que la decisión de Moscú de imponer un embargo a los productos perecederos occidentales ha dejado en muy mal lugar a sus aliados, en particular a Bielorrusia. Minsk ya ha advertido de que, aunque la nueva unión sea una organización multilateral, no está dispuesto a secundar el embargo, ya que gran parte de sus ingresos dependen del tránsito de mercancías con destino al mercado ruso.

Rusia -que impuso restricciones a varias empresas y productos bielorrusos, lo que indignó sobremanera a Lukashenko-, deberá hilar muy fino si no quiere asestar un golpe mortal a la línea de flotación de la nueva organización nada más nacer. Según los expertos, Moscú no tendrá más remedio que permitir el
procesamiento bielorruso de productos perecederos occidentales prohibidos -en particular alimentos-, aunque la única diferencia con el original sea el etiquetado.

Con respecto a Ucrania, bielorrusos y kazajos tampoco parecen dispuestos a embargar los alimentos de ese país, con el que tienen estrechos lazos comerciales, no digamos a reconocer la anexión rusa de la península de Crimea. De hecho, ambos dirigentes visitaron recientemente Kiev y dejaron
muy claro al líder ucraniano, Petró Poroshenko, su gran interés en promover el comercio y, en el caso de Kazajistán, suministrarle carbón, un bien muy preciado en Ucrania debido a la guerra y los problemas económicos.

Por otra parte, Rusia no ha logrado convencer a otros países, como Uzbekistán, a unirse al experimento regional, mientras Georgia, Moldavia y Azerbaiyán parecen haber optado claramente por forjar lazos con la Unión Europea.