Pudín Diplomático

Algo extraño cocina la diplomacia castrista, y no es precisamente en el paladar de Robertico Robaina.

Tres Presidentes coincidieron en Cuba la semana pasada. Con el pretexto de la enfermedad de Hugo Chávez, Ollanta Humala y Rafael Correa efectuaron extrañas visitas a la Isla, caracterizadas por la brevedad, el secretismo y la ausencia de resultados visibles. Para acentuar aún más lo insólito de estos encuentros, la diferencia entre la partida del mandatario peruano y el arribo del ecuatoriano fue de 24 horas, por lo que estuvieron a punto de coincidir de cuerpo presente. Poco faltó para que se celebrase una auténtica minicumbre del ALBA en La Habana.

Ollanta Humala se reunió con un Castro y almorzó con el otro, pero con Chávez sólo habló por teléfono. Con Rafael Correa las cosas fueron diferentes, y en una reedición musical de la maoísta Banda de los Cuatro, los Hermanos Castro cantaron “Alma Llanera” junto a sus alumnos de Ecuador y Venezuela, según anunció el propio Hugo Chávez, quien parece estar enfrascado en un nuevo aporte a la política mundial, el primer gobierno “twittero” de la Historia. El Presidente venezolano parece sentirse a sus anchas en el ámbito de los 140 caracteres, un medio quizás más acorde a la profundidad de su intelecto.

En otra singular conjunción de circunstancias, en los últimos dos meses se han celebrado tres procesos judiciales que llevaban años empantanados en el sistema legal cubano. A sólo 24 horas de la firma de un acuerdo bilateral entre Francia y Cuba se enjuició a un empresario francés que llevaba dos años encarcelado bajo una insólita acusación de narcotráfico. El pasado 19 de julio se celebró el proceso contra otro acusado que llevaba también casi dos años encarcelado, un ciudadano español que filmó un documental sobre la prostitución infantil en Cuba; y finalmente, el viernes 22 de julio se llevó a cabo la vista de apelación contra el contratista estadounidense Alan Gross.

Los juicios pendientes contra estos ciudadanos europeos se celebraron justo antes de que comiencen los debates en la UE en torno a la Posición Común, y todos los casos, incluido el de Alan Gross, coinciden en las acusaciones de corte kafkiano y la espera de los mismos resultados: sentencia más leve que la petición fiscal y excarcelación por motivos humanitarios, en virtud de una fabricada benevolencia del régimen.

Las curiosidades diplomáticas parecen ser el orden del día en la Cuba de hoy, donde Robertico Robaina acaba de inaugurar otro restaurante, con especialidad en dulces y postres. Esta segunda línea empresarial, porque también vende cuadros ¡en Miami!, parece ajustarse más al carácter y la indumentaria del ex canciller, tristemente célebre por su nuevo diseño de la diplomacia castrista con trajes a lo Tony Montana. De todas maneras, no deja de resultar un poco extraño que alguien que supuestamente está “tronado” pueda realizar tantos negocios por cuenta propia y hasta promover sus delicias culinarias en el Internet, un medio cuyo contenido es altamente regulado y controlado por el régimen.

Otro hecho peculiar que ha pasado inadvertido es la creación de la República de Sudán del Sur, con una capital cuyo nombre es Yuba, una bandera con extraordinarias similitudes con la bandera cubana y un gabinete donde abundan los ministros graduados en Cuba. Su recién proclamado Presidente, Salva Kiir Mayardit, otro alumno del sistema de educación internacionalista, sostuvo una reunión con el enviado de la dictadura, Esteban Lazo, minutos antes de juramentar su cargo. El rostro del castrismo asoma a todas luces, Salva sea la parte, en esta nueva República que por ¿casualidad? cuenta con grandes reservas de petróleo.

Es bien sabido que en política no existen casualidades, sino coincidencias, mucho más en el caso de regímenes totalitarios donde no existe la separación de poderes. Todas estas últimas movidas coinciden en torno a un mismo elemento, la necesidad de buscar nuevas fuentes de financiamiento debido el estado de salud de Hugo Chávez y sus posibles implicaciones para la supervivencia económica del neocastrismo. Algo extraño cocina la diplomacia castrista, y no es precisamente en el paladar de Robertico Robaina.