Funcionarios católicos surcoreanos reiteraron un pedido al régimen comunista de Corea del Norte para que envíe a una decena de católicos a una misa que celebrará el papa Francisco durante su visita en agosto a Seúl.
La visita del 14 al 18 de agosto será la primera de un pontífice a la Península Coreana en 25 años.
Su programa de actividades incluye la participación en un festival juvenil católico, una ceremonia de beatificación de 124 mártires coreanos y la transmisión de un mensaje de paz a una región desgarrada por la guerra.
La jerarquía católica surcoreana pidió a Corea del Norte que enviara a fieles católicos a Seúl durante la visita papal hace unos seis meses y luego reiteró el pedido debido a una falta de respuesta de Pyongyang. El vocero de la arquidiócesis de Seúl, padre Hur Young-yup, dijo que se espera una respuesta para los primeros días de agosto.
La constitución norcoreana garantiza la libertad de culto, pero en la práctica como en todos los regímenes comunistas el gobierno decide qué servicios se permiten. Personas que han huido del país dicen que la distribución de Biblias y los encuentros de oración secretos se castigan con encierro en un campo de trabajos forzados o con la muerte.
Hur dijo que había unos 50.000 católicos en Corea del Norte antes de la guerra de 1950-53. La visita de los norcoreanos tendría importancia simbólica, pero tal vez no sea autorizada, añadió.
La península está dividida por la frontera más fortificada del mundo desde que la guerra culminó con un armisticio, no un tratado de paz en regla.