Padura dice estar asfixiado de Cuba

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En su nueva novela Herejes Leonardo Padura explora la libertad individual. "En los países socialistas se sacrifica por el bien de la masa", dice.

El laureado novelista cubano, de visita en Buenos Aires, lamentó que en la isla "un día se dice una cosa y al otro día otra", al punto de que "uno no sabe qué cosa va a pasar".
“Me siento un poco asfixiado de tanta Cuba. Uno no sabe qué cosa va a pasar ahí, me hace falta un poco de distancia. Para ver mejor y para respirar, las dos cosas”, dijo el laureado novelista cubano Leonardo Padura a la revista cultural argentina Ñ, acerca de una reciente ausencia de la isla que lo ha llevado a Europa y Latinoamérica.

El autor de las novelas policiales centradas en el detective Mario Conde ha vuelto con su protagonista en Herejes, con la que acaba de ganar el X Premio Internacional de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza. Está en Buenos Aires para presentar en la Feria del Libro esa novela y una recopilación de sus crónicas en el diario cubano Juventud Rebelde titulada El viaje más largo.

La entrevistadora entresaca algunas citas de Herejes que remiten a circunstancias cubanas:

““Se cansó del cuento de que todos somos iguales, cuando ella está viendo que no somos tan iguales nada”; “El margen entre el discurso político y la realidad se ha abierto demasiado”; “Si un país no te permite elegir dónde quieres estar y vivir es porque ha fracasado. La fidelidad por obligación es un fracaso”.

El escritor dice que esta novela “trata de reflexionar sobre el deseo humano de practicar la libertad individual. Ese es un tema básico en la relación entre el Estado, el gobierno, el partido y las personas en los países socialistas. Se habla mucho de la masa, poco del individuo. Por el bien de la masa se sacrifica la libertad del individuo”.

En la entrevista con Ñ Padura deja traslucir su impaciencia con la situación en su país. Preguntado acerca de su afirmación de que uno no sabe qué va a pasar en Cuba, responde:

“Un día se dice una cosa, al otro día se dice otra. Mira: se legalizó la venta de autos entre particulares, se dispuso que el Estado empezara a venderlos y se le puso un precio de un cuarto de millón de dólares a un Peugeot del año pasado. Entonces…"

"O la ley de inversión extranjera: pueden invertir los extranjeros e incluso los cubanos que viven afuera pero no los que viven en Cuba. Se considera que los cubanos que vivimos en Cuba somos todos pobres”.

Admite que hay compatriotas suyos que no disponen de un capital para invertir, pero reclama su derecho a hacerlo, y compara la nueva ley de inversión aprobada por la asamblea cubana con la reforma migratoria que entró en vigor en enero de 2013.

“Es como lo de quitar el permiso de salida. No todo el mundo puede viajar, pero todo el mundo sabe que tiene el derecho de viajar y eso cambió la percepción que tenía la gente. Antes te sentías encerrado en Cuba. Ahora sabes que, bueno, si consigues una visa, si tienes dinero para un pasaje, si tienes adonde ir, puedes hacerlo sin pedirle permiso a nadie. Lo otro es lo mismo: puede que no tengas el dinero para invertir, pero tienes el derecho de hacerlo”.

Recordando sus crónicas para Juventud Rebelde, se le pregunta al autor de “El hombre que amaba a los perros” qué notas periodísticas habría que escribir hoy.

“Por ejemplo: ¿Cómo puede ser que en Cuba el gobierno reconozca que el salario no alcanza y las personas viven, que a personas que ganan salarios que no les alcanzan para empezar a vivir tú las ves bien alimentadas y se visten bien?”

Y agrega:

“La respuesta es el invento cubano. Esas personas inventan, resuelven. Eso caracteriza la vida cubana. Son infinitas las alternativas. Sobre esas formas en que se desarrolla la vida cotidiana cubana y la relación de los ciudadanos con el Estado, con el poder, habría mucho que escribir en Cuba”.