Opresión y silencio marcan 25 aniversario de muerte que propició Tiananmen

  • Agencias

Plaza de Tiananmen

A pesar de que las autoridades chinas levantaron su férreo control en internet, aquellos comentarios que tendían a la apertura también fueron borrados hoy.
Las redes sociales han sido hoy la única referencia pública al 25 aniversario de la muerte del ex secretario general del Partido Comunista (PCCh) Hu Yaobang, cuya defunción el 15 de abril de 1989 propició las históricas protestas de la plaza de Tiananmen que pedían democracia y acabaron en masacre.

Los censores chinos han sorprendido hoy con un gesto inusual y más tolerante, al autorizar comentarios en conmemoración al difunto ex líder, un político reformista que se atrevió a levantar tabúes en el régimen al proponer rehabilitar a los perseguidos en la Revolución Cultural, y quien fue purgado de la formación por su tibieza con unas manifestaciones estudiantiles celebradas en 1986.

Su popularidad sacó a la calle a miles de personas a su muerte para pedir que se rehabilitara su nombre en unas protestas, las de 1989, que en principio fueron permitidas por el régimen, pero que acabaron tornándose masivas y pusieron en peligro la estabilidad del PCCh: gente de toda índole y procedencia pedían democracia.

Los tanques fueron la respuesta del entonces gobierno de Deng Xiaoping. El Ejército chino acabó con los reclamos de la gente a balazos, lo que llevó a la muerte a entre 400 y hasta 3.000 personas, un número que aún hoy es desconocido, en la noche del 3 al 4 de junio de 1989.

"Hu era un líder con ideas muy democráticas, muy humano. Hizo todo lo que pudo por la gente", recordaba hoy Zhang Xianling, una integrante de las "Madres de Tiananmen", la agrupación de familiares de víctimas de la masacre. Zhang, cuyo hijo de 19 años fue asesinado por la Armada china hace ya casi 25 años, habla por teléfono con Efe sin poder moverse de su casa, donde vive bajo un estricto control policial, sobre todo en días como hoy y a pocos meses de cumplirse el aniversario de la matanza de Tiananmen.

Y es que, a pesar de que las autoridades hayan levantado su férreo control en internet -aunque no completamente, aquellos comentarios que tendían a la apertura también fueron borrados hoy-, la opresión y el silencio oficial volvieron a marcar este aniversario. "Sólo puedo conmemorar con el corazón, nuestro colectivo está muy vigilado", se lamentó Zhang.

Su caso no es aislado. La estricta vigilancia del régimen obligó hoy a la clandestinidad. "Muchas personas sienten un profundo respeto hacia Hu. Pero últimamente hay mucha represión sobre cualquier actividad relacionada con los derechos humanos, por lo que honrar hoy a Hu se vuelve muy difícil", explicó a Efe el abogado Teng Biao, cercano a las "Madres de Tiananmen".

Con él coincidía Hu Jia, reconocido activista de derechos humanos. "Llevó 51 días de arresto domiciliario, no puedo ir a ningún lado. Lo único que he conseguido es dar a un amigo una ofrenda para que la lleve a su tumba, con cuidado", indicó Hu, quien describió al difunto líder como el único que "inició las reformas" en el país.

"Sólo conseguí conmemorarle yo mismo en 2004, cuando me acerqué al monumento de los héroes del pueblo (en la plaza de Tiananmen) y dejé flores en su honor", subraya el activista.

Incluso, en cierto modo, los líderes también tienen que esconderse para rendirle homenaje a Hu Yaobang. Es el caso del ex presidente Hu Jintao, predecesor de Xi Jinping, quien acudió el viernes pasado a la antigua casa del líder, según desveló una foto que circuló este fin de semana en internet y que fue rápidamente censurada por el Gobierno.

Pese a que se levantó el tabú oficial hace unos años sobre el nombre de Hu Yaobang, ninguno de los principales medios oficiales publicó el viaje del ex presidente y tampoco se atrevió hoy a difundir textos que recuerden la figura del difunto ex secretario general.

"El Gobierno fuerza a la gente a olvidar. No quieren que la gente conozca la masacre de Tiananmen", aseguró el abogado Teng. Para él, como para otros activistas y defensores de los derechos humanos, el miedo del Gobierno al recuerdo está claro: no quieren que la gente vuelva a pedir democracia.