Myanmar: cauteloso retorno a la normalidad

Muchos apoyan el levantamiento de las sanciones luego del triunfo electoral de Aung San Suu Kyi (derecha).

Tras las elecciones parlamentarias del domingo, EE.UU. y Europa estarían dispuestos a aliviar las sanciones económicas impuestas al país.
El gobierno francés declaró este jueves que pedirá a la Unión Europea que considere flexibilizar las sanciones que pesan sobre Myanmar (antigua Birmania) tras el triunfo obtenido en las elecciones parlamentarias del domingo por la líder de la oposición y premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi.

La víspera, EE.UU. ya anunció que estaba listo para suprimir algunas de las sanciones económicas y comerciales que se le impusieron al régimen militar que durante 46 años gobernó en ese país debido a numerosas violaciones de los derechos humanos.

Tras la disolución de la dictadura militar el año pasado, cientos de prisioneros políticos fueron excarcelados, los principales partidos de oposición fueron legalizados y se aflojaron las medidas restrictivas que pesaban sobre la prensa.

El gobierno civil que asumió la conducción del país accedió a realizar los comicios parlamentarios, en los que 17 partidos políticos se disputaron democráticamente 45 escaños y obtuvo una victoria arrolladora la Liga Nacional por la Democracia, de San Suu Kyi.

A modo de advertencia, la organización Human Rights Watch elogió las reformas democráticas en Myanmar, pero llamó a las naciones europeas a levantar las sanciones paulatinamente para evitar fortalecer a los militares que todavía controlan gran parte de la industria nacional.

En virtud de las sanciones vigentes, toda inversión occidental ha estado impedida en Myanmar, pero como parte de las nuevas señales de apertura el gobierno birmano decidió dejar flotar libremente la cotización de su moneda, el kyat, para hacer más atractivo el regreso de los inversionistas.

La medida es uno de los mayores cambios adoptados por las autoridades del país en busca de reinsertarse al mundo exterior, romper con el aislamiento internacional y librarse de las pesadas barreras económicas impuestas por las sanciones.

El viejo sistema monetario, que dejó de regir el mismo día de las elecciones, respondía a una tasa oficial de conversión fija en la que aproximadamente 6 kyat equivalían a un dólar, cuando en el mercado negro la cotización era astronómicamente mayor, unos 800 kyat por dólar.

La idea es unificar el sistema de cambio monetario nacional de manera que las empresas y el propio gobierno puedan manejar con mayor facilidad la contabilidad y la conversión de monedas, algo vital para el florecimiento de los negocios.