Intentan salvar a murciélagos con cueva artificial

  • Agencias

Entrada a la cueva artificial que la organización Nature Conservancy ha construido a 110 kilómetros de Nashville, la capital de Tennessee, para luchar contra una epidemia conocida como el "síndrome de la nariz blanca"

Desde que se detectó en el estado de Nueva York en 2006, esta enfermedad ha acabado con cerca de siete millones de murciélagos en Norteamérica, y acarreado pérdidas para la agricultura de al menos 3.700 millones de dólares anuales.
La comunidad científica y conservacionista americana espera atenta este invierno a que miles de murciélagos se adentren batiendo sus alas en la cueva artificial construida para salvar a estos mamíferos voladores de una epidemia letal conocida como el síndrome de la nariz blanca, reporta la agencia EFE.

En un tiempo récord, de agosto a finales de octubre, la organización Nature Conservancy ha reunido 300 mil dólares para diseñar y construir una cueva artificial, "limpia del hongo y desinfectable cada verano cuando los murciélagos la abandonen", que sirva tanto de refugio seguro, como de laboratorio que dé las claves para frenar a la epidemia.

Esta "cámara de supervivencia", situada a unos 110 kilómetros de Nashville, la capital del estado, tiene 24 metros de largo por 3,3 de alto; imita las condiciones de temperatura y humedad de una cueva natural; y dispone de un acceso por el que los conservacionistas cruzan los dedos para que, en cualquier momento, entren los murciélagos animados por unas grabaciones de llamada que ya han empezado a sonar.

Desde que se detectó en el estado de Nueva York en 2006, esta enfermedad, causada por el hongo Geomyces Destructans, ha acabado con cerca de siete millones de murciélagos en Norteamérica, y acarreado pérdidas para la agricultura de al menos 3.700 millones de dólares anuales.

Y es que, aunque en el imaginario colectivo arrastren el lastre de ser considerados los "patitos feos" de la naturaleza, "los murciélagos son imprescindibles para la agricultura y el medio ambiente", subraya Tigga Kingston, experta en murciélagos y profesora de Ecología de la Universidad Politécnica de Texas.

Estos mamíferos voladores "se comen las plagas de insectos de los cultivos, actuando como pesticidas naturales; y polinizan más de 300 plantas. Su declive está empezando a afectar seriamente a cultivos como el aguacate o el mango", añade Kingston.

La epidemia se ha extendido ya a 19 estados de EEUU y a cinco provincias canadienses, ha acabado con 90 % de las poblaciones en algunas cuevas y ha llevado a siete especies al borde de la extinción.

El hongo que causa el mal va creciendo en la nariz de las víctimas como una especie de nube blanca, de ahí su nombre, y provoca la misma sensación de "quien sufre una alergia cutánea por todo el cuerpo y el escozor no le deja dormir", explica Pam Cox, bióloga experta en murciélagos de la red de Parques Nacionales.

Así, el síndrome de la nariz blanca no causa la muerte directamente, pero el picor impide la hibernación y los murciélagos afectados acaban muriendo de hambre al no encontrar comida en invierno y no cesar de perder peso.

La paradoja es que el hongo "es fácilmente eliminable con productos de limpieza como los usados en las casas; el problema es que no podemos aplicar esos limpiadores en las cuevas porque destruiríamos el ecosistema", dice Cox.