Marino Murillo abatido entre las reformas y la Constitución

Marino Murillo, Ministro de Economía y Planificación de Cuba , interviene en la Comisión de Asuntos Económicos de la Asamblea Nacional (AIN).

Marino Alberto Murillo Jorge, a quien muchos consideran el zar de la economía cubana, fue destituido de su cargo de Ministro por cuestionarle al General de Ejército Raúl Castro, el modo de implementar los lineamientos del Partido y la actualización del nuevo modelo económico.

Una escueta nota oficial que sorprendió a muchos el 13 de julio de 2016, informó que el Consejo de Estado, a propuesta de su Presidente, acordó liberar del cargo de Ministro de Economía y Planificación al compañero Marino Murillo Jorge y explicó que la decisión obedecía a la necesidad de que el compañero, en su calidad de Vicepresidente del Gobierno y Jefe de la Comisión Permanente para la Implementación y Desarrollo, concentrara todo su esfuerzo en tareas vinculadas con la actualización del modelo económico y social cubano, aprobadas por el sexto y séptimo congresos del Partido.

“Mentira. Días antes de la nota de prensa que anunció la destitución, durante una reunión del Gobierno que analizaba, a altas instancias, la Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista y el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social, Marino ridiculizó abierta y respetuosamente la política “Sin prisa pero sin pausa”, e instó al cauteloso y pragmático Primer Secretario del Partido a agilizar los cambios necesarios y descentralizar las decisiones, sobre todo aquellas que conciernen a la aprobación de proyectos de inversión extranjera”, informó a Martí Noticias una fuente muy cercana al licenciado en economía y miembro del Consejo de Estado.

En la intervención, que luego reprodujo en misiva con copia a todos los presentes para dejar constancia escrita, Murillo celebra la aprobación de ciertos servicios, exhorta a reconocer el mercado, a darle más libertad al sector cuentapropista e insiste en la necesidad de autorizar nuevas categorías autónomas que ofrezcan mayor cualificación y productividad. Explica, además, que las reformas, tal y como las conocemos, son limitadas y no ofrecen garantías, porque no tienen ningún respaldo de regulaciones jurídicas paralelas.

En ese sentido, argumenta, que además de la buena voluntad, y las metas a cumplir durante todo el calendario comprendido para la implementación de las medidas, es necesario transformar el sistema de registros públicos, de servicios y trámites, perfeccionar la División Político-Administrativa, establecer nuevas formas de conversión y cogestión entre el estado y el sector privado y cooperativo, ajustar la Constitución de la República de Cuba y todo el sistema legal, sus órganos, organismos y organizaciones, con el fin de lograr que los lineamientos funcionen sin trabas y encontrar una armonía entre leyes y reformas.

Otros muchos prestigiosos economistas cubanos, como Carmelo Mesa-Lago, Omar Everleny Pérez Villanueva, Juan Triana Cordoví y Julio Carranza, defienden tesis similares; pero ninguno ha podido defenderlas frente al Consejo de Estado.

“Lo mandaron a estudiar, a encargarse de las nuevas regulaciones; pero eso es plan pijama. Mira – concluye -, Marino fue designado para el cargo de Ministro y otros puestos, porque siempre expresó su opinión sin ambages y las defiende con argumentos; pero ahora, antes de hablar, enciende el aire acondicionado, sube el volumen del televisor y comenta que lo están siguiendo”.