Y ahora... las maquiladoras en Mariel

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Avanza Cuba

El 3 de abril se informó que el gobierno de Cuba dictó un reglamento para las empresas 'maquiladoras' que operarán en la futura Zona Especial de Desarrollo del Mariel.
A mediados del año pasado el escritor cubano Leonardo Padura se preguntaba en el diario madrileño El País cómo podría reabsorber la economía cubana la progresiva desaparición de hasta un millón de empleos del sector estatal prevista en la llamada “actualización del modelo económico”, considerando que el resorte del “controlado y limitado” cuentapropismo había “alcanzado el máximo de su tensión”, aproximándose por entonces a las 400.000 personas.

Más adelante, Padura mencionaba la “gran apuesta” que Cuba estaba haciendo en el terreno de las inversiones con la modernización del puerto de El Mariel a base de capital y técnicos brasileños. El autor se cuestionaba entre otros asuntos “¿Cuántos trabajadores podrá absorber este objeto económico una vez terminada su construcción? ¿Será cierto que allí funcionarán ‘maquiladoras’ chinas?

La última pregunta acaba de tener respuesta: sí habrá maquiladoras en Mariel. Si serán o no “chinas”, todavía no está claro, aunque no hay que descartar que al menos sean de “estilo” chino.

Informes de prensa aseguraban que la resolución No.85/2013 del Ministerio de Finanzas y Precios, publicada en la Gaceta Oficial, establece un régimen aduanero especial para las empresas que operen en esa zona, eximiéndolas de impuestos de importación a "determinadas mercancías" que serán reexportadas con mayor valor agregado, entre otras medidas.

Las empresas se beneficiarán también del reintegro de derechos de exportación "en caso de que la exportación resulte beneficiosa para la economía nacional", según la resolución.

El cable apunta que la Zona Especial de Desarrollo del Mariel prevé una plataforma industrial para la importación, producción y venta al mercado interno o a otros países, así como un moderno "megapuerto" que asumirá el comercio marítimo que ahora opera el de La Habana. Las obras de infraestructura, por 900 millones de dólares, las realiza la empresa brasileña Odebrecht, con financiamiento de 640 millones aportados por Brasil, y el resto por Cuba.

MAQUILADORAS: LA EXPERIENCIA MEXICANA

Una maquiladora es una empresa que importa materias primas sin pagar aranceles para ensamblar o producir a bajo coste artículos que luego se comercializan en el país de origen de los materiales. El capital suele ser íntegramente extranjero. El término se originó en México, país donde las maquilas han tenido una fuerte presencia. En marzo del 2006 el personal empleado por las maquilas mexicanas era de 1.300.000 personas.

Durante la segunda mitad de los años 60, la industria maquiladora se expandió rápidamente, y en 1985 se había convertido en la segunda fuente de ingresos procedentes de las exportaciones para México, después del petróleo. A fines del siglo XX, la industria representaba el 25 por ciento del producto interno bruto mexicano, y el 17 por ciento del empleo total. Las fábricas se concentraban cerca de la frontera de 2.000 kilómetros con Estados Unidos.

Para atraer la inversión extranjera, la mano de obra mexicana se mantenía barata y competitiva. Las trabajadoras mexicanas ganaban aproximadamente una sexta parte de lo que se pagaba en Estados Unidos por el mismo trabajo. Vivían en condiciones de pobreza y su seguridad laboral era deficiente.

Pero en la primera década de este siglo la industria mexicana de la maquila cedió frente a la competencia de otros países con disponibilidad de mano de obra más barata, como Malasia, India y Pakistán. Sin embargo, la mayor amenaza provino de las Zonas Económicas Especiales de China.

MADE IN CHINA: NO TAN BUENO, PERO BONITO, BARATO…E INHUMANO

En su artículo para El País Leonardo Padura se preguntaba, no si habría maquiladoras en el Mariel, sino si habría maquiladoras chinas. El escritor revelaba así su privilegiado nivel de información: si las condiciones de los obreros en las maquilas mexicanas han sido criticadas, el capitalismo de Estado chino ha impuesto récords explotando despiadadamente a los suyos.

El blog maquilasquematan.blogspot.com señala, citando un informe de 2005 de la Confederación Internacional de Sindicatos Libres (CISL), que los trabajadores chinos sufren la peor explotación en el nuevo mercado global.

Precisa que para poder convertirse en el primer fabricante mundial y enriquecerse rápidamente, China ha optado por un modelo económico basado en el desmantelamiento del sector público, los atentados al medio ambiente, la presión sobre los trabajadores y la prohibición de los sindicatos.

Agrega que la mayoría de los productos fabricados en el país asiático son artículos semi-acabados o maquilados y destinados a ser transformados por otra filial, una firma extranjera o un subcontratante local. De ahí que el valor agregado para China "sea modesto", y se genere gracias a mano de obra muy barata.

Pero como los minoristas del mundo aprecian los "precios chinos", los compradores extranjeros exigen incesantemente reducciones de costos y rendimientos más elevados a los fabricantes chinos. Estos fabricantes, a su vez, trasladan la presión a los trabajadores, “en una carrera hacia abajo en las condiciones laborales” de acuerdo a la CISL.

De ahí que los trabajadores chinos tengan jornadas laborales de 60 a 70 horas (contra 45 en México); duerman hacinados en dormitorios de 8 a 16 personas; ganen menos que el salario mínimo de 44 dólares por mes, y sean despedidos después de un accidente de trabajo. Esta explotación se produce con la "bendición de las autoridades", que prohíben sindicatos independientes o el recurso de la huelga. Del medio millón de empresas creadas en China por inversionistas extranjeros desde 1980 "sólo una ínfima parte ofrece condiciones decentes de trabajo", según el informe.

Millones de trabajadores en las nuevas empresas chinas provienen del área rural, de donde han sido desplazados por el avance de la pobreza. El gobierno chino recurrió a las maquiladoras como una solución para dar trabajo a estos campesinos desplazados, pero a un alto precio.

CAPITALISMO (DE ESTADO) SALVAJE

Un diario digital mexicano, El Machete, presenta el cuadro humano detrás del informe de la CISL. Un artículo titulado Explotación en las Maquiladoras Chinas ofrece una descripción:

“Los juguetes que regala Mc Donald´s en su promoción los fabrican en China niñas de entre 12 y 17 años. Trabajan entre 14 y 18 horas, tienen 15 minutos para comer y cuatro horas para dormir en cuchitriles situados en las mismas fábricas. Al anochecer, son registradas para comprobar que no han robado nada (…)”.

“Montar, empaquetar, montar, empaquetar, ,... las 600 jóvenes trabajan como robots, sin levantar la mirada, darse un respiro o hablar entre ellas. Todas han llegado del campo tratando de salir de la pobreza y aquí están, montando y empaquetando muñecos de plástico. Una ruidosa sirena les devuelve a la realidad y anuncia el nuevo día mucho antes de que amanezca. Las empleadas saltan de la cama, se ponen las batas y forman en línea antes de correr escaleras abajo hacia sus puestos (…)”.

“En China se las conoce como dagongmei o chicas trabajadoras, jóvenes y adolescentes dispuestas a producir, producir y producir sin descanso por un miserable salario del que los jefes descuentan la comida y lo que llaman gastos de alojamiento”.

“Las cientos de miles de factorías de mano de obra barata repartidas por todo el país son la otra cara de ese Made in China que ha invadido las tiendas de todo el mundo. Y para las dagongmei, estas fábricas son su casa, su familia, su celda. En ellas los supervisores se encargan de que la producción nunca disminuya”.

“Si quebrantan las reglas internas o no rinden al nivel esperado, un sistema de penalizaciones permite a los jefes reducir el sueldo o los ocho días de vacaciones que se conceden al año. ‘Hay que vigilarlas; si no, se relajan’, dice entre risas el patrón de una fábrica de Shenzhen que fabrica diminutos juguetes de plástico”.

¿MAQUILADORAS EN CUBA?

Cuba no es China, pero existe igualmente una vasta reserva laboral que incluye a miles de jóvenes agobiados por las crecientes desigualdades entre La Habana y el interior, ávidos por ganar a cualquier precio un salario que supere la media de 18 dólares mensuales incluyendo siquiera algunos “estímulos” en pesos convertibles. Y además, las reglas del juego totalitario en materia laboral han estado claras desde hace mucho.

Tres fundadores del portal Cubanálisis, Eugenio Yáñez, Lázaro González y Antonio Arencibia, identifican en un artículo titulado Biología y Sucesión “los gangsteriles mecanismos actuales de cobrar centralizadamente a los inversionistas extranjeros los salarios de los trabajadores a precios de mercado (deprimido), y pagarle al proletariado, supuestamente dueño y beneficiario de la gloriosa revolución, miserables salarios en inoperantes pesos cubanos, más algunas migajas en pesos convertibles”.

Ellos señalan que las maquiladoras en sí mismas representan para los países receptores fuentes de trabajo, nuevas habilidades técnicas, tecnológicas y gerenciales, crecimiento de ingresos personales y de la riqueza social. “No hay nada que objetar a la industria maquiladora” --agregan-- siempre y cuando se concreten acuerdos satisfactorios, particularmente en materia salarial, régimen laboral, protección del trabajador y seguridad en el puesto de trabajo”.

Pero esa no parece ser la perspectiva para Cuba. El autor del blog Capitol Hill Cubans, el abogado cubanoamericano Mauricio Claver-Carone reaccionó a la noticia de que La Habana estaba preparando el marco jurídico para instalar maquiladoras en Mariel recordando que el régimen castrista es un conocido violador de los convenios internacionales sobre el trabajo.

“Sus prácticas laborales constituyen una violación de la libertad sindical y de la protección del derecho de sindicalización, la Convención sobre igualdad de remuneración, la Convención sobre Discriminación (en empleo y ocupación) y La Convención sobre sobre Inspección del Trabajo.

Claver-Carone lamenta que a pesar de ello, “la firma brasileña Odebrecht esté ayudando a los hermanos Castro a establecer un monopolio de "maquilas" del régimen ("la Zona Especial de Desarrollo del Mariel"), en el que las empresas extranjeras podrán establecer operaciones fabriles (en colaboración con los militares cubanos), con el fin de explotar las condiciones de trabajo esclavo de la isla”.