Manuel Vázquez Portal / Para un congreso con grasa

La Habana amaneció el sábado de limpieza general y subida de precio al aceite vegetal.

La Habana amaneció este sábado de limpieza general. La maquillan y colorean. Aparecen señales de tránsito, se podan árboles, se pintan fachadas, y se taponan viejos baches en las calles que no deben salir en los videos de las televisoras extranjeras.

El general Raúl Castro, quien siempre ha sido muy cuidadoso del orden, ha dado la orden de iniciar los preparativos del opulento desfile militar –poderosos y modernos armamentos del siglo pasado ruso, doradas y elegantes charretera con cierto olor de naftalina se desempolvarán de hangares y escaparates- que tendrá lugar el 16 de abril en la Plaza de la Revolución.

Será sábado ese día y también comenzará el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba –con una ñinguita de retrazo, es verdad, correspondía efectuarse en 2002, pero eso no es óbice para el socialismo que sigue su marcha triunfadora e indetenible.

Unos 1 380 trabajadores de Comunales acondicionan la Plaza de la Revolución, avenidas que conducen a ella y las áreas aledañas por donde la revista militar hará un "despliegue de la técnica de combate" cubana, y los mil delegados al Congreso desfilarán para, posteriormente, abrir las sesiones de la reunión comunista, cuyo objetivo será ratificar el plan de reformas económicas del Gobierno.

Pero este sábado La Habana también amaneció de sobresalto, cálculos aritméticos, pelo de punta, mujeres sobrecogidas y cocinas aterradas.

El gobierno ha aplicado una inusitada alza de precios al aceite comestible que se vende en la tiendas recaudadoras de divisas, shopping, que les llaman los cubanos.

Un producto de tan alta demanda despertó en los estantes de los mercados con los siguientes precios: aceite de soya –que se vende en bolsas plásticas- subió de 1 dólar 10 centavos a 1 dólar 15 centavos; el aceite embotellado de elaboración nacional escaló de 2 dólares 15 centavos a 2 dólares con 40; y el aceite de importación, de 2 dólares 40 centavos a 2 dólares 60.

Las reacciones fueron desde trágicas hasta jocosas. Los economistas comenzaron a calcular el por ciento de alza a que equivalían los nuevos precios, y que van desde un 5% hasta un 8, 3%, y a comparar con el salario promedio en la isla que equivale a unos 20 dólares, y llegaron a la conclusión de que las cuentas no daban aunque resucite Pitágoras porque –ya se sabe, lo dice el viejo teorema- el trayecto de un trozo de yuca entre el gaznate y el estómago es siempre más corto con un poco de lubricante.

Pero los cubanos sin títulos que reciben un cuarto de litro de aceite a precios subsidiados, y en pesos cubanos, mediante la Libreta de Abastecimientos, cantidad que, a las clara –se ven las estrellas cuando se come sin grasa- saben –sin cuentas ni anotaciones- que resulta insuficiente para el largo recorrido de un mes, por lo que no queda otra alternativa que acudir a las tiendas por divisas, y es ahí precisamente donde el lápiz pierde la punta, pero no el cubano su sentido del humor, y piensa rápidamente que las reformas económicas que se ratificarán en el Congreso después del desfile, le permitirá vender un poco más de empellas de cerdo, a quienes no teman al colesterol, y él podrá seguir comprando su aceite vegetal en la shopping.