Las víctimas que el Ché Guevara no pudo esconder

Niños cubanos bajo el ojo vigilante del Che Guevara. Foto: Mike Keran.

María Werlau desmostró el pasado sábado 13 de diciembre en Miami que la persistencia no tiene límites, en caso que se trate de gente ninguneada por los infolios oficiales. Las víctimas olvidadas del Ché Guevara (Archivo Cuba, 2011) es un pequeño filón para entrarnos en medio de listados, testimonios y datos puntuales de las primeras víctimas del Ché en suelo cubano.

El primer festival Independiente del Arte y la Literatura en Miami, dio la posibilidad de escuchar de voz de la propia Werlau sobre las hasta ahora documentadas 79 personas enviadas a fusilar por orden directa del icónico guerrillero comunista, en el corto periodo que va de enero de 1959 a noviembre de ese año.

El proyecto investigativo que lleva a cabo Archivo Cuba ha logrado documentar al menos 1.118 fusilamientos en toda la isla entre 1957, cuando ya el aparato del Ejército Rebelde hacía cumplir su disciplina, y diciembre de 1960. De estas muertes muchas están relacionadas con el rosarino.

Pero las razones, los detalles del proceder, así como cavilaciones del propio Guevara han sido alcanzados con los años por la mano acuciosa de la Werlau. Una de las referencias más notorias es la confesión de Carlos Franqui, testigo de una plática de Ernesto Guevara en unas tenebrosas oficinas en La Habana de 1962: "… Hemos encarcelado a mucha gente sin saber con seguridad si eran culpables. En la Sierra Maestra, fusilamos a mucha gente sin saber si eran totalmente culpables. A veces, la revolución no puede detenerse a conducir una investigación, tiene la obligación de triunfar".

Los muertos sí tienen nombre

La pesquisa sobre el camino de terror del guerrillero argentino no va a las víctimas de las escaramuzas africanas o en Latinoamérica, adonde llevó a jóvenes a morir y a matar, recordemos la condición de "una fría máquina de matar". La cifra exacta no se sabrá nunca, pero su espíritu aventurero lo llevó a derramar sangre en el Congo y Bolivia, en donde otros estudiosos han hundido sus herramientas para sacar a flote el rostro verdadero de aquellas víctimas.

Los muertos tienen rostro, nombre y fecha de nacimiento. La supuesta sed de justicia de quien ha llegado a ser adorado por hordas de ingenuos en el mundo –Guevara– acumula desde desertores del incipiente ejército que subió a las montañas orientales hasta personas inocentes, delatadas por rencillas personales u oficiales del ejército de Batista que contaron con la defensa, incluso, de miembros del entonces Movimiento 26 de Julio.

En uno de los casos reseñados por Werlau en el libro podemos encontrar el siguiente. El joven Ariel Lima Lago, supuestamente comenzó a colaborar con las fuerza del ejército de Batista bajo la amenaza de que le violarían a su madre. Cuando lo capturaron intentando salir del país a principios de 1959, un sacerdote le rogó al asesino de Guevara que le conmutaran la pena de muerte, pero no fue posible. En el máximo de crueldad, los familiares han contado que el Ché le dijo a la madre de Ariel un día que se fuera a casa, pues le habían perdonado, y al día siguiente se enteraron por la prensa que Lima Lago había sido fusilado en los fosos de La Cabaña bajo las órdenes de Guevara de la Serna.

Las víctimas de las que se habla en este libro han sido ninguneadas por escritores y biógrafos que han intentado engrandecer a un hombre que hizo de la muerte el móvil de su vida "una fría máquina de matar". Werlau cita al mexicano Jorge Castañeda, cuando en su biografía de 410 página solo cita los fusilamientos en estos términos: "Por muy justificadas que pudieran haber parecido estas ejecuciones en la época, fueron llevadas a cabo sin respeto por el debido proceso legal. Los estimados acerca de su número exacto varían".

Por su parte Jon Lee Anderson refiere una veintena de fusilamientos, casi siempre extraídos de los diarios del propio Guevara, a decir de Werlau solo menciona en su extenso relato dos nombres de fusilados.

La foto de Alberto Korda de un Che melenudo, sus conquistas amorosas, las supuestas bravuconerías y la manera despectiva con que trató a sus subordinados –la mayoría jóvenes campesinos e inexpertos combatientes– son hoy pasto de los idólatras de izquierda que han propagado a un Guevara jovial y juvenil, símbolo de la rebeldía universal.

Con Las víctimas olvidadas del Ché Guevara María Werlau ha puesto rostro a nombres y cifras que permanecieron soterradas bajo la más estricta censura, esperemos sea un camino donde alguna vez se alcance la verdadera justicia, y el mito guevarista termine por desplomarse.

María Werlau es directora ejecutiva de Archivo Cuba: Proyecto Verdad y memoria, una organización sin fines de lucro que promueve los Derechos Humanos a través de investigaciones y publicaciones.