“La espera me mata, no puedo más”: cubanos se arriesgan y salen de Panamá rumbo a EEUU

“Fueron unas 24 horas hacinados en un barco que parecía militar hasta Colón", dijo uno de los cubanos.

El viejo campamento en Los Planes, distrito de Gualaca, provincia de Chiriquí, vuelve a ser remanso de emigrantes que, a toda costa, quieren seguir rumbo hacia EEUU por el corredor centroamericano que conforman Panamá, Costa Rica, El Salvador, Guatemala y México.

Es que el país istmeño no deja de ser punto obligado camino a la frontera norteamericana. En el caso de los cubanos, viajan con la esperanza de llegar y obtener un permiso de estadía en EEUU, conocido como parole, y optar por la Ley de Ajuste Cubano, que les abre el camino hacia la residencia permanente después de un año y un día. Sin embargo, el proceso es mucho más complicado desde la derogación, en enero de 2017, de la política "pies secos/pies mojados".

Al campamento de los Planes, ubicado en la cadena montañosa del norte panameño, 590 kilómetros al oeste de Ciudad de Panamá, llegó un primer grupo el sábado último procedente de Puerto Obaldía en traslado vía marítima hasta la capital y luego por tierra hasta Chiriquí.

Apilados en un barco los migrantes son trasladados desde Puerto Obaldía hasta la capital, y luego hasta Chiriquí.

El pasado día 10, más de 700 antillanos, haitianos y extraterritoriales ingresaron a Obaldía por la frontera con Colombia.

Las autoridades activaron la Operación Flujo Controlado en dos etapas, que incluye el traslado de los extranjeros a Los Planes.

“Fueron unas 24 horas hacinados en un barco que parecía militar hasta Colón. Después, otras 8 horas en ómnibus hasta el campamento en Chiriquí, dijo a Radio Televisión Martí uno de los cubanos que pidió se omitiera su nombre, y que identificamos como Mario, graduado de enfermería y procedente de la región central de Cuba.

Mario salió de Cuba el 1 de diciembre de 2017 hacia Trinidad y Tobago, y la semana pasada integró el primer grupo que cruzó la frontera hacia Panamá procedente de Colombia.

De enfermero a constructor

Era uno de los más de mil cubanos varados en Trinidad y Tobago. En su caso, solicitó asilo en la Oficina del Alto Comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas, pero “en más de un año no recibí respuesta”, dijo el enfermero de 29 años, oriundo de Tunas de Zaza, al sur de Sancti Spíritus.

Trabajó en el hospital provincial Camilo Cienfuegos, y luego, tres años en un centro médico en Tunas de Zaza.

“Lo único que pude hacer en Trinidad es aprender el idioma e insertarme en una compañía de construcción en medio de la ilegalidad. En ese país no tenemos derecho al permiso de trabajo, ni a beneficios sociales. Me cansé de esperar respuesta a mi solicitud de asilo", confesó.

La travesía

El desplazamiento de cubanos desde países como Trinidad y Tobago, Venezuela o Ecuador, entre otros, no es una novedad. El fenómeno viene ocurriendo desde 2012.

Sobran cuartillas abarrotadas de anécdotas que van desde violaciones, estafas, asaltos y hasta noticias de cubanos que han perdido la vida en el intento.

La Operación Flujo Controlado, en dos etapas, incluye el traslado de los extranjeros al campamento de Los Planes.

“El cruce de Venezuela a Colombia resultó el tramo más difícil. “En Pedrera, Táchira, los guardias nos quitaron primero los pasaportes, y luego, a cambio de ellos, nos pidieron dinero. El taxista que nos llevó hasta allí dijo a los guardias que éramos traficantes”, contó Mario, que calcula haber gastado hasta ahora unos 2 mil dólares en la travesía.

Un agente del Servicio Nacional de Inmigración, que tiene a su cargo la custodia de la instalación y que pidió el anonimato, dijo a Radio Televisión Martí que hasta este lunes en la tarde había en el campamento de Chiriquí 329 extranjeros, en su mayoría cubanos.

Sin embargo, la cifra ha variado desde las últimas horas, pues muchos de los migrantes han decidido continuar camino.

“Hay mucha preocupación en cuanto al estatus migratorio. No han concedido salvoconductos y se dice que hay conversaciones con Costa Rica, pero nada es oficial”, manifestó Mario, y agregó: “Los guardias nos dicen que sigamos, que salgamos de 10 en 10 rumbo a Paso Canoas, en la frontera con Costa Rica”.

Por otro lado, explicó que no hay quejas del trato conferido por las autoridades. “Dan tres comidas al día y tenemos libertad de movimiento. Podemos salir del campamento, vamos al pueblo más cercano, pero tenemos que regresar antes de la 5 pm”.

Es la tercera oleada migratoria importante que llega a Panamá, aunque dista mucho de la vivida en 2016, cuando el país recibió a más de 27,000 migrantes irregulares, muchos de ellos cubanos, y también haitianos, africanos y asiáticos, que entraron por la selva del Darién, frontera natural con Colombia, en su tránsito hacia EEUU.

En 2015, Nicaragua cerró el paso a estos migrantes, lo que ocasionó que miles quedaran varados en Costa Rica y Panamá.

48 horas en Chiriquí

Amaneció en Chiriquí y Mario, presa de la desesperación, dijo haber tomado la decisión más importante de su vida.

“La espera me mata, no puedo más”, escribió en un mensaje telefónico. “Salgo en un grupo de 7, entre ellos un africano, rumbo a la frontera con Costa Rica”.

Fue lo último que supe de este joven cubano que asegura que otros se preparan para reanudar la travesía, incluso familias con hijos menores de edad.

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