Destrucción en oeste indígena guatemalteco azotado otra vez por sismo

  • Agencias

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<span class="focusParagraph">Argentina, que sorteó una profunda crisis energética en el 2002 gracias, en parte, al petróleo venezolano, vio en 2013 cómo los despachos desde Venezuela se redujeron en la mitad.</span>

El horror sufrido por los residentes de esa zona tras el terremoto del 7 de noviembre del 2012 se repitió el 7 de julio del 2014.

Casas desquebrajadas, escombros apilados y calles cerradas... Así luce el pueblo indígena de San Pedro Sacatepéquez, en el oeste de Guatemala, tras ser azotado este lunes por un sismo con epicentro en México y que remeció la mayor parte del territorio guatemalteco. El rugido de los camiones que vienen y van se mezcla con el rasguño de las palas que levantan los pedazos de concreto y adobe que yacen en las angostas calles de este poblado que volvió a sentir miedo por un potente movimiento telúrico.


Ese mismo temor que sufrieron el 7 de noviembre de 2012 cuando un violento sismo de 7,4 grados de magnitud de momento sacudió la región occidental de Guatemala y dejó 44 muertos; en esta ocasión solo se reporta una víctima mortal, un recién nacido en el vecino municipio de San Marcos.

Un calor intenso, inusual en el altiplano guatemalteco, acompaña la remoción de escombros y evaluación de daños por parte de las autoridades de protección civil, entre estos las fisuras en las dos torres de la catedral católica de esta localidad, ubicada a 250 km de la capital. "Fue muy fuerte el temblor pero siempre esperamos la voluntad de Dios", mencionó a la AFP Santa Felipa, de 61 años, luego de rezar en una capilla improvisada en un costado de la iglesia, donde seis feligreses piden intervención divina para que la tierra no vuelva a temblar.

"Recordamos el fatídico 7 de noviembre (2012) y ahora sufrimos un fatídico 7 de julio", agrega de su lado Francisco Fuentes (33), frente al altar con una imagen en madera de un cordero, símbolo de Jesús, adornado con flores de varios colores y velas blancas.

El sismo se produjo a las 11H24 GMT, a unos 47 km al sur de la ciudad de Tapachula (Chiapas), limítrofe con Guatemala, y una profundidad de 92 km, indicó el Servicio Sismológico Nacional (SSN) de México. De acuerdo con información oficial, además del bebé muerto, el terremoto causó lesiones a 35 personas y está por establecerse si a causa del sismo falleció una mujer de 75 años de un paro cardíaco en el departamento de Quetzaltenango.

En el sur del centro urbano del pueblo, en el cantón Hierba Buena, ataviado con una camiseta verde y un suéter negro atado en la cintura, Manuel Méndez (35) observa cómo la fuerza de la naturaleza derribó una ostentosa vivienda de tres niveles que construía para dejar en herencia a su familia.

A pesar del temor entre los pobladores por la destrucción que dejó el sismo, la mayoría de comerciantes abrieron sus puertas y cientos de vendedores ocuparon las plazas externas del mercado local.

Frutas, verduras, abarrotes, carnes y hasta copias piratas de películas se ofrecían a los pobladores que se acercaban a comprar a los callejones de los alrededores de la plaza central del municipio. Al menos 70 viviendas resultaron dañadas, las clases fueron suspendidas, el servicio de energía eléctrica es irregular y la alerta anaranjada de peligro prevalece en el oeste indígena guatemalteco, que busca levantarse de un segundo golpe sísmico en menos de año y medio.