Frustran intentos de vender material nuclear con destino a extremistas islámicos

  • Agencias

Sin tecnología para fabricar bombas nucleares, Estado Islámico si podría fabricar una "bomba sucia" con material radiactivo.

La Casa Blanca agradeció el miércoles a Moldavia su cooperación para abortar cuatro tentativas de vender en el mercado negro lo que parece ser parte del inventario nuclear de Rusia.

Estados Unidos elogió al gobierno de Moldavia por incautar material nuclear que iba a ser vendido ilegalmente a grupos terroristas.

"Estados Unidos aplaude la buena labor policial y de investigación del gobierno de Moldavia, que ha llevado a la recuperación de materiales contrabandeados y los ha colocado nuevamente bajo control regulatorio", dijo el miércoles el vocero de la Casa Blanca, Josh Earnest al confirmar la noticia.

Earnest reiteró el compromiso de Washington para "contrarrestar la amenaza del contrabando nuclear y asegurar que grupos terroristas que pudieran tratar de adquirir esos materiales nunca puedan hacerlo".

La agencia de noticias Associated Press (AP) informó el miércoles que, en los últimos cinco años, la policía de Moldavia, en colaboración con el FBI, abortó cuatro intentos de contrabandistas para vender material nuclear o radiactivo a extremistas del Medio Oriente.

El caso más reciente tuvo lugar en febrero, cuando agentes encubiertos recibieron una oferta para vender un enorme alijo del mortífero cesio radiactivo ─suficiente para contaminar varias manzanas─ y los vendedores buscaban específicamente un comprador del grupo terrorista Estado Islámico.

Ampolleta con material radiactivo recuperada por agentes moldavos y del FBI

Los investigadores afirmaron que la mayor parte del material radiactivo parece provenir de Rusia y algunas de las bandas delictivas también tendrían vínculos con organismos de inteligencia rusos.

El cesio-137 es un isótopo radiactivo que se produce por fisión nuclear. Se utiliza en medicina para irradiar tumores ginecológicos. Su período de semi-desintegración (tiempo que tarda en reducir su actividad a la mitad) es de 37 años. Utilizado incorrectamente puede causar cáncer, acumulándose en los músculos hasta por 30 años.

Fuera de la medicina, puede ser utilizado para fabricar una “bomba sucia”, es decir para diseminar elementos radiactivos en la atmósfera. El Cesio-137 es soluble en agua y sumamente tóxico. Liberado en el medio ambiente, puede permanecer por muchos años y cuando una cantidad suficiente ingresa al organismo puede causar cáncer hasta 30 años después de su ingestión, inhalación o absorción.

En el caso frustrado en febrero, cuyo escenario fue Cocos Prive, un exclusivo club nocturno de Chisinau, capital de Moldavia, el traficante hizo su oferta: pidió 2,5 millones de euros por el alijo de cesio radiactivo.

"Usted puede hacer con esto una bomba sucia, lo que sería perfecto para Estado islámico", dijo el contrabandista. "Si tiene contacto con ellos, el negocio se va a dar sin problemas".

Sin embargo, las redadas exitosas fueron socavadas por fallas notables: los líderes huyeron y aquellos que fueron arrestados evadieron largas sentencias carcelarias, regresando rápidamente en ocasiones al contrabando nuclear, descubrió la AP.

Exitos no significan control

La policía y las autoridades judiciales moldavas compartieron con la AP expedientes de casos investigados con el fin de poner de relieve el peligro en que se ha convertido el mercado negro nuclear. Afirman que el fracaso de la cooperación entre Rusia y Occidente implica que resulte mucho más difícil saber si los contrabandistas están encontrando la manera de vender parte del vasto inventario ruso de materiales radiactivos, del cual una cantidad imprecisa se ha filtrado al mercado negro.

El investigador policial moldavo Constantin Malic participó en operativos contra el mercado negro nuclear.

"Podemos esperar más de estos casos", dijo Constantin Malic, un policía moldavo que investigó los cuatro casos. "Mientras los contrabandistas piensen que pueden ganar mucho dinero sin ser atrapados, lo seguirán haciendo".

En intervenciones telefónicas, arrestos grabados en video, fotografías de material nuclear de grado militar, documentos y entrevistas, la AP afirma haber encontrado una inquietante vulnerabilidad en la estrategia de enfrentamiento al contrabando nuclear.

Desde el primer caso moldavo conocido en 2010 hasta el más reciente en febrero, ha surgido un patrón: las autoridades se lanzan contra los sospechosos en las primeras etapas de un acuerdo de compraventa, lo que da a los cabecillas oportunidad de escapar con su contrabando, un indicio de que la amenaza del mercado negro nuclear en los Balcanes está lejos de haber sido controlada.

Los investigadores de Moldavia no pueden asegurar que los sospechosos que huyeron no se hayan quedado con la mayor parte de su contrabando. Tampoco saben si los grupos, que buscan compradores enemigos de Occidente, han vendido material nuclear letal a terroristas, en momentos en que el grupo Estados Islámico ha dejado claro su objetivo de usar armas de destrucción masiva.

De la vieja y la nueva escuela

Agentes especiales arrrestan a Valentin Grossu, sospechoso de contrabando de material nuclear.

Informantes y un agente de policía que se hacía pasar por un gángster con contactos ─conducía un auto Mercedes Benz proporcionado por la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) de EE.UU ─ se infiltraron en las bandas criminales. La policía utilizó una combinación de técnicas de la vieja escuela y equipos de alta tecnología, desde detectores de radiación a prendas de ropa equipadas con dispositivos de grabación.

Las operaciones moldavas se organizaron en torno a una asociación entre el FBI y un pequeño equipo de investigadores locales entre los que estaba Malic, quien en cinco años pasó de desconocer casi por completo el aterrador mercado negro a usar el patio de su casa para cerrar cuatro operaciones-trampa.

"En la era del Estado Islámico, resulta especialmente aterrador que existan contrabandistas reales de materiales para bombas nucleares aparentemente conectados con compradores reales", dijo Matthew Bunn, un profesor de Harvard que dirigió un estudio secreto para el gobierno de Clinton sobre la seguridad del arsenal nuclear ruso.

Los moldavos eran muy conscientes de las letales consecuencias que podría tener un solo desliz. Actuando como representante de un comprador, Malic se sentía tan aterrado antes de sus reuniones que bebía sorbitos de vodka para calmar sus nervios.

Misterioso "coronel"

El caso más importante comenzó en la primavera de 2011, con la investigación a un grupo dirigido por un misterioso ruso-ucraniano llamado Alexandr Agheenko, "el coronel" para sus seguidores, y que según las autoridades moldavas sería un agente del servicio ruso FSB, sucesor de la KGB. Un intermediario que trabajaba para él fue grabado mientras acordaba la venta de uranio enriquecido y planos para la construcción de una bomba sucia a un sudanés, según varios funcionarios. Los planos fueron descubiertos durante un registro en la vivienda del sospechoso, según documentos policiales y judiciales.

Escapó: Conocido como "el coronel", Agheenko dirigía la red de contrabando nuclear.

Las conversaciones grabadas durante el proceso revelan continuamente planes que tienen como objetivo a Estados Unidos, según apuntan funcionarios moldavos. En un momento, el intermediario dijo a un informante, quien se hacía pasar por comprador, que era esencial que el uranio de contrabando llegara a radicales islamistas.

“Le dijo: 'quiero un comprador islámico, porque bombardeará a los americanos''', recordó Malic.

Como ocurrió en los otros casos, los investigadores arrestaron a involucrados en su mayoría de nivel medio, tras un canje inicial de dinero en efectivo por muestras de productos radioactivos.

El líder del complot, “el coronel”, escapó. La policía no ha podido determinar si tenía en su poder más material nuclear. Su socio, el que quería "aniquilar a América", cumplió tres años de una sentencia de cinco y ya salió de la cárcel.

En junio el diario británico The Independent reportó, citando a fuentes australianas y de la OTAN, que Estado Islámico ya tenía suficiente material radioactivo como para fabricar una bomba sucia, aunque la preocupación se fundamentaba en elsaqueo de hospitales y centros de investigación por parte de la entidad..