Escombryshooping, la tienda de los pobres

Richard muestra lo que ha recogido en el mes en la escombryshooping.

Jaimanitas fue reconocida en otros tiempos por sus clubes y playas, hasta 1959 cuando el gobierno revolucionario terminó con el comercio de la zona y los clubes se convirtieron en círculos obreros, las playas se perdieron por la falta de atención y el deterioro creciente copótodos los niveles de la sociedad.

El pueblo, que antaño era limpio y hermoso, mutó a una mezcla de miseria, con calles en mal estado, mucha suciedad y abulia, y un basurero en la calle Tercera al que llaman “la tienda”,que es todo un anuncio de cómo está el pueblo. Allí los pobres requisan todas las mañanas buscando algo que sirva.

Comienzan a llegar clientes a la escombryshooping

Desde el amanecer, un desfile de hombres pasa y echa un vistazo a ver qué botaron el día anterior y siempre encuentran cosas que necesitan, como alambres, clavos, tornillos, piezas de madera, chancletas, muebles viejos, aspas de ventiladores, rejillas de baño, zapatos viejos, lavamanos, cubos…una lista infinita que puebla el entorno, merma por la acción de los recicladores y nuevamente crece en cada amanecer.

Richard, un reciclador del pueblo, además de latas y botellas vacías siempre encuentra aluminio, hierro y en ocasiones cobre y bronce.

“Pero lo que mejor pagan en los puntos de recogidas de materia prima es el plástico, a 11 pesos el kilogramo. Yo vivo de eso”, dice Richard.

Recientemente Richard encontró en el basurero un teléfono inalámbrico, que funcionaba perfectamente. Lo adaptó a una fuente que había encontrado el mes anterior y ya tiene un equipo que le posibilita hablar desde el portal, observando a unos cuarenta metros de su asiento el basurero y todo el que se acerca a botar. Luego revisa.

“Ayer me encontré un monitor, enciende, pero mi papá tiene que revisarlo. Tal vez pueda armar una computadora”. Los buzos y los pescadores tienen que atravesar el basurero para entrar al mar, también hurgan y encuentran.

“Una vez habían botado unas patas de rana rotas y las cosí. Le di bastante uso hasta que pude comprarme un par nuevas”, dice Ñico, pescador y buzo. “También he encontrado pedazos de cabillas, que me han servido para hacer arpones y bicheros. En verdad que el basurero es una tienda”.

Dos personas botan basura y uno espera para recoger.

Alcides, electricista que reside en 232, a una cuadra del basurero, cuenta que su mejor hallazgo ha sido una pesa, en perfecto estado. Todos los que estaban con él ese día en el basurero se pesaron. También encuentra cables y aditamentos que le sirven para su trabajo.

“Es difícil realizar un conteo de lo que la gente encuentra”, dice Rascacio, que encontró un domingo una caja de madera, con tapa. Contenía dos candelabros de cristales, todavía con sus mochos de velas y un juego de cartas españolas, en su estuche, que jamás se había usado.

“En la caja había un juego de parchís, muy antiguo, parece que de viajes, porque el tablero era metálico y las piezas tenían imán y no se rodaban con los movimientos. Pienso que debió ser de alguien que murió y la familia quiso deshacerse de su recuerdo”.

Milton, custodio de un círculo obrero, rellenó el piso de su casa con los escombros recogidos en la basura. Levantó su vivienda veinte centímetros y luego puso losas. Milton dice que ahora está más a salvo de las penetraciones del mar que tanto lo afectan.

El delegado del Poder Popular periódicamente trae camiones que limpian el sitio, pero a los pocos días está lleno de nuevo. Allí se alivian la poda de los jardines del pueblo y se vierten los residuos de las construcciones yreparaciones de viviendas y los planes tareco de la gente. Toda clase de objetos y artilugios va a parar a la Escombryshooping, la tienda de los pobres.