"Entre nosotros": un espacio para Cuba

"Puerta cerrada". Cortesía de Carlos Vega.

El autor agradece las atenciones de los radioescuchas de la isla. Ver las imágenes sorprendentes.

"Entre Nosotros", el programa que escribo, musicalizo y conduzco de lunes a viernes, de 11 a.m. a 12 del mediodía por Radio Martí, me ha proporcionado numerosas satisfacciones, entre ellas, la oportunidad de conversar telefónica y electrónicamente con numerosos radioescuchas cubanos de diversas generaciones, profesiones y oficios, desde adolescentes estudiantes hasta adultos artesanos, barberos, fotógrafos, peluqueras, pirotécnicos, pintores, veterinarios y profesionales de los medios de comunicación residentes en todas partes de la isla.

Estos radioescuchas entienden el propósito del programa: informar, entretener, serles útil invitándolos a redescubrir la realidad sensible y a rehacer sus vidas; entienden su propósito de ofrecerles una ventana por donde puedan asomarse a otros mundos que no son sino éste, pero visto desde otros ángulos, y su propósito de ser un espacio virtual, hecho de sonidos e imaginación, donde las distancias más aparentes que reales que han existido entre ellos y sus compatriotas radicados en el extranjero (entre los que me incluyo) desaparezcan y lo que importe sea lo cubano esencial, esa dimensión de Cuba que no está expuesta a los tropiezos a los que todos, de una manera u otra, hemos expuesto y continuamos exponiendo a la nación.

Obras de Carlos Vega

No soy más que un comunicador que ama a su país y a quien le entusiasma compartir -y, en el mejor de los casos, contagiar- ese amor; un amor a salvo del escarceo político y sus saldos, ¡tan vergonzosos a veces!, y un amor seguro de que la nación cubana es algo más trascendental y perdurable que el catastrófico legado de sus caudillos, por longevos y feroces que éstos sean. Los caudillos podrán devastarlo todo, incluso al ser humano en su dimensión más admirable, el espíritu, pero no podrán envilecer las danzas de Ernesto Lecuona o los sones de Miguel Matamoros; ni estropear "Versos sencillos" de José Martí o "Indagación del choteo" de Jorge Mañach; ni emborronar las obras de Carlos Enríquez y Amelia Peláez; ni echar abajo el cielo de la isla o impedirle a su tierra que se regenere y acabe comiéndoselos.

Hay regalos difíciles de olvidar. Y entre los que ya ocupan un lugar de privilegio en mi memoria figura una fotografía del campo cubano tomada por un radioescucha a través de una ventana de su casa en los días finales de 2015; una fotografía del campo cubano difuminado por la neblina. Fue su regalo de Navidad: para que yo también me asomara por esa ventana, para que yo también disfrutara de ese paisaje, para que yo me sintiera en su casa, para que, desde los estudios de Radio Martí, yo estuviera en Cuba.

No pueden menos que conmovernos los correos de un fabricante de maracas que se identifica diciéndonos: Vivo en un pueblito de Matanzas: San Miguel de los Baños, y que fotografía sus instrumentos para que yo los vea sonreírme. El artista ha transformado las rústicas güiras en rostros multicolores de ojos pícaros o enormemente abiertos, como asombrados ante la pura facultad de ver, facultad sólo concedida, en el reino vegetal, a las flores.

Las cartas de los jóvenes ocupan un lugar aparte: Hola, muy buenos días tenga usted, Orlando González Esteva. Le escribe Félix, el muchacho de La Habana que escucha el programa desde sus inicios. "Entre Nosotros" ha sido el programa del aprendizaje para mi generación (19 años).

El pintor Carlos Vega ha convertido en galería de arte la pantalla de nuestra computadora. Rara es la semana que no recibamos la fotografía de un cuadro suyo y, con cada foto, noticias de una realidad donde lo simbólico no alcanza a disimular la magnitud del drama que se desarrolla a la vista del pintor y la belleza que, aun en medio de ese drama, pugna por prevalecer.

La obra titulada "Mercado" muestra a un unicornio gigantesco y con jinete que atraviesa galopando una ciudad sobre la que planean dos aves monstruosas y de la que emerge una mano, la mano de alguien que suplica ser rescatado del desastre que tiene lugar a su alrededor; una mano que el jinete, sin desmontarse, piadoso, trata de alcanzar.

"Calle Cuba". Cortesía de Carlos Vega.

"Puerta cerrada" descubre a José Martí sentado en un bote, con los brazos cruzados, frente a un mar oscuro, perseguido por la luz de un reflector.

En "Calle Cuba", un fruto espléndido trasluce una ciudad decrépita. Parecería ilustrar dos versos de Nicolás Guillén: Mi patria es dulce por fuera / y muy amarga por dentro.

"Merced" traslada "La Pietá" de Miguel Ángel a una ciudad que se tambalea: las extremidades del cadáver de Jesús se funden con la arquitectura vecina. Otra tela lo mostrará boca arriba, crucificado sobre esa arquitectura.

En "Cuba", algunos fragmentos de la ciudad apuntalada se echan a volar o son arrancados por criaturas terribles, entre ellas, un ave espantosa, de patas enormes y uñas como garfios, presta a atacar a quien meta la nariz en la obra.

La ciudadanía retratada por Carlos Vega, por lo general, apesadumbra.

Los radioescuchas de "Entre Nosotros" saben hasta qué punto su compañía me repatria. Patricia Martínez, la productora del programa, y Juan Pendás, su operador, a cual más excelente, no ignoran cuánto se les admira la destreza y se les agradece el esmero, una cualidad cada vez más rara en los medios de comunicación y una sin la cual no me produciría tanto gozo desempeñar mi trabajo. No hay correo electrónico o llamada telefónica que la primera no conteste de la manera más inmediata y atenta. No hay desafío técnico que el segundo no sepa cómo afrontar y resolver. Mara, los viernes, trae al programa noticias capaces de espabilar al más flemático y le imprime a la mañana, además de una dosis de frescura, una de compasión por los miembros más desvalidos del reino animal; una dosis de compasión que lo ennoblece todo.

"Entre Nosotros" no aspira a ser un programa de radio convencional sino un programa atrevido, donde la música, lejos de ser utilizada para complacer, se utiliza para documentar, apoyar o contrariar lo que se dice, aun a riesgo de que el conductor quede mal parado; no en balde la tarjeta de presentación del programa lo describe como una invitación a pensar sonriendo.

"Entre Nosotros" no tiene inconveniente en mezclar la diversión y la seriedad, lo cubano y lo universal, la realidad y la fantasía, el pasado y el presente, las redes sociales y las de pescar, los mensajes de texto y las palomas mensajeras, el tuiteo y el tuteo, el chateo y el choteo, y nada le ilusiona más que serle útil al pueblo cubano sorprendiéndole, proporcionándole algunos buenos ratos, ratos de los que parece estar ávido, y devolviéndole la fe en lo suyo, que es igual que decir la fe en sí mismo: nada necesita más.