El deporte como herramienta política

Juegos Olímpicos Nazis de 1936. (Captura de imagen/Proyecto IDIS)

Recientemente hemos visto una nota periodística que dice que se sospecha el uso de deportistas venezolanos para promover el régimen establecido en Venezuela. A estas alturas del juego, esas declaraciones nos lucen extremadamente ingenuas. Ello indica que los autores de la nota están desconectados de la realidad histórica, porque este hecho se viene presentando notoriamente desde principios del siglo XX.

El fascismo, el franquismo y el nazismo, tres regímenes totalitarios, usaron el deporte como propaganda para mover las masas hacia una actitud nacionalista y correr así los velos sobre el control social y las prácticas de terror que los tiranos implantaron en sus países. Ellos sabían que los grandes eventos deportivos con trascendencia internacional podían reforzar o deteriorar su imagen frente a los extranjeros; además, era una manera de mostrar superioridad sobre naciones en conflicto con ellos.

Para lograr su cometido, no solo se favorecía a los deportistas, sino que los trataban con especial deferencia. Así la propaganda política se filtraba en las palabras de los ganadores y en los carteles promocionales de eventos deportivos, llenos de simbología política.

Ahora, un siglo después, la estrategia es la misma en el neofascismo de Putin, en la comunista tiranía de Cuba, en la colonia cubana llamada Venezuela y en todos aquellos países que pisotean los derechos humanos para permanecer en el poder, usando a los deportistas portadores de medallas para tratar de lavar tanta ignominia.

Estos deportistas doblegados que alaban, agradecen y dedican sus triunfos a sus vejadores, después, a la primera oportunidad que se les presenta, se exilan para llevar una vida de libertad, privilegios y algunas veces de vergonzosos excesos.

El maestro de utilizar a los atletas como propaganda política fue Adolfo Hitler que, además, logró que algunos de los símbolos olímpicos actuales, como el viaje de la antorcha con sus relevos -que se dice tuvo su origen en los juegos deportivos de Olimpia, en Grecia- se usaran por primera vez en los Juegos Olímpicos Nazis de 1936.