Opositores toman las calles de Egipto

  • Agencias

Varios manifestantes egipcios lanzan objetos a las fuerzas de seguridad

Un muerto y varias decenas de heridos en el octavo día de una ola de violencia
Miles de manifestantes opuestos al presidente islamista de Egipto, Mohamed Mursi, marcharon el viernes hasta su palacio en El Cairo, enfrentándose con fuerzas de seguridad que les arrojaron gases lacrimógenos, y dejando un saldo de un muerto y varias decenas de heridos, en el octavo día de una ola de violencia por la inestabilidad política que azota al país.

Los enfrentamientos se iniciaron después que algunos opositores arrojaran artefactos incendiarios que cayeron en el jardín del complejo presidencial y prendieron fuego a algunos árboles.

Las manifestaciones que partieron después de la oración del mediodía del viernes de las mezquitas de Al Nur, en el barrio cairota de Abasiya, y de Rabea al Adauiya, en el distrito de Masr al Guedida, hacia el Palacio Presidencial, transcurrieron pacíficamente
hasta que sobre las 18.00 hora local (16.00 hora GMT) estallaron los enfrentamientos.

Mientras estos sucesos ocurrían en las proximidades del palacio, cientos de personas se concentraban en la plaza de Tahrir, en el centro de El Cairo, en cuyas proximidades los protestantes arrojaron piedras contra la policía cerca del hotel Semiramis, junto
al río Nilo.

En otras provincias, miles de personas salieron a las calles en esta jornada, bautizada como "Viernes del basta ya", organizada por varios grupos opositores, entre ellos el Frente de Salvación Nacional (FSN), la principal alianza opositora no islamista, para protestar contra Mursi y los Hermanos Musulmanes.

En la última semana, más de cincuenta personas han muerto en Egipto y miles han resultado heridas por los enfrentamientos entre manifestantes y las fuerzas del orden, que comenzaron el viernes pasado durante la conmemoración del segundo aniversario de la revolución que derrocó al régimen de Hosni Mubarak.

Los opositores acusan a Mursi de traicionar el espíritu de la revolución al concentrar demasiado poder en sus manos y en las de los Hermanos Musulmanes, en tanto que Los Hermanos Musulmanes acusan a los detractores de Mursi de intentar derrocar al primer líder democráticamente electo en la historia de 7.000 años de Egipto.