Turista que viaja a la isla describe realidad sin tapujos

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La mayoría de los turistas se declaran deslumbrados por la gran cantidad de carros americanos viejos que circulan en La Habana.

Una concejal de un suburbio de Detroit visitó Cuba como parte del programa “pueblo-pueblo” y se quedó asombrada de lo que vio, pero no con deleite.
Una turista estadounidense que viajó con su hija a Cuba poco más de una semana atrás hace una descripción de su estancia en la isla diferente a la de sus compatriotas que sólo confiesan el asombro de toparse con paisajes paradisíacos, automóviles de más de medio siglo que ruedan milagrosamente “con muletas” y una sociedad paralizada en el tiempo.

Rackeline Hoff , concejal de la ciudad de Birminghan, un suburbio de Detroit, en Michigan, fue en una excursión de siete días como parte de un grupo de 35 estadounidenses de diferentes estados quienes en virtud de los intercambios “pueblo-pueblo” visitaron la Universidad de La Habana, varios museos y una fábrica de tabacos.

“No quería ir sola –dijo Hoff a la publicación Observer & Sccentric, del conglomerado de prensa Gannett—Aunque parece ser seguro, es realmente un país deteriorado: los edificios derrumbándose, las calles derruidas. No tienen acceso a los materiales y los equipos que necesitan”.

La turista puso de relieve al periódico que el viaje “estuvo muy controlado” y precisó que durante la visita a la fábrica de habanos no se les permitió tomar fotografías ni tocar nada. “Pensé (que la industria) era más primitiva comparada con otras—djo—. A todos se nos dio un tabaco y muchos lo fumaron, pero yo no. Se lo di a una sirvienta en el hotel”.

Según Hoff, el grupo saboreó deliciosas comidas en la isla, una realidad muy diferente “para la mayoría de los cubanos” porque todo el que vive allí, recalcó, tiene una cartilla de racionamiento de alimentos, que es muy limitada y que hace casi imposible comprar carne.

La concejal relató haber visto muy pocos grafitis pintados en las paredes y asombrada preguntó por qué. “Se nos dijo que nadie puede darse el lujo de pagar por un espray de pintura”, puntualizó.