EEUU respalda el derecho del pueblo tibetano a la libertad religiosa e identidad cultural

Una mujer tibetana, cubierta con la bandera del Tíbet, protesta en Dharamshala, India, el 9 de septiembre de 2023, en contra de "Los internados coloniales de China en Tíbet". El cartel pide al G20 no guardar silencio sobre este tema. (AP/Ashwini Bhatia).

A continuación, un editorial que refleja la opinión del gobierno de Estados Unidos:

"En todo el mundo, vemos gobiernos autoritarios que son cada vez más intolerantes a las ideas, creencias y prácticas diferentes a las suyas", dijo Uzra Zeya, subsecretaria de Estado de Estados Unidos para la Seguridad Civil, la Democracia y los Derechos Humanos, en un evento paralelo durante la reciente Conferencia Ministerial de la Alianza Internacional para la Libertad Religiosa o de Creencias.

Estos gobiernos autoritarios ignoran y socavan los derechos humanos, la democracia y el estado de derecho internacionalmente reconocidos, señaló la subsecretaria Zeya, quien también se desempeña como coordinadora especial de Estados Unidos para asuntos tibetanos:

"Los trágicos acontecimientos que se están desarrollando en el Tíbet son sólo un ejemplo de esta preocupante dinámica. El budismo tibetano, una religión que los budistas tibetanos describen como arraigada en la compasión, la empatía y la no violencia, se encuentra en el corazón de la identidad y el patrimonio cultural del Tíbet. Y, sin embargo, los funcionarios del Partido Comunista Chino de alguna manera retratan esta religión de paz como una amenaza existencial para la República Popular China".

"Durante décadas", dijo, "China ha desarrollado un sistema draconiano de represión que tiene como objetivo sinizar (imponer la asimilación lingüística y cultural de China) el budismo tibetano".

"Busca subsumir esta rica y vibrante tradición espiritual en el marco político de la República Popular China y remodelar sus principios fundamentales de acuerdo con los valores del Partido Comunista Chino".

La subsecretaria Zeya citó las llamadas "campañas patrióticas" que obligan a monjes y monjas jurar lealtad al Estado chino; el registro de lamas oficialmente reconocidos de la República Popular China; su clara intención de cooptar la sucesión de Su Santidad el Dalai Lama; y las restricciones impuestas por el gobierno a los tibetanos laicos, incluida la prohibición de que los niños participen en actividades religiosas.

"Estoy orgullosa de que Estados Unidos continúe liderando la atención sobre los abusos de los derechos humanos en la República Popular China", dijo la subsecretaria Zeya:

"Continuaremos aumentando la solidaridad internacional en apoyo de los derechos humanos de los tibetanos y la preservación de su identidad cultural, religiosa y lingüística única (...) Desde los niveles más altos de nuestro gobierno, seguimos pidiendo a la República Popular China que reanude un diálogo significativo y directo con el Dalai Lama o sus representantes, sin condiciones previas".

"La determinación de Estados Unidos es inquebrantable", declaró la subsecretaria Zeya, "y continuaremos trabajando incansablemente para promover los derechos humanos y la dignidad de todos los tibetanos".