Vida y milagros del jején en Cuba

Cuartetas y décimas populares y anónimas, dan fe del interés del pueblo cubano en el carácter insólito de sus animales y de su renovado deseo de conocer el sitio donde el jején anida...

Saber dónde el jején puso el huevo deja de ser, a partir de hoy, privilegio de unos pocos: lo puso aquí, en un rincón del ciberespacio, y aquí también continuará poniéndolo para que nadie, por sabiondo que sea, presuma de retener el monopolio de ese conocimiento. El ciberespacio, espacio al fin, es anterior al hombre, sólo esperaba que éste lo nombrara para evidenciarse, y en él debe de haber puesto sus huevos el jején desde los albores de la Creación. No hay por qué descartar que, a despecho de su agresividad, él también sea obra divina; otros animales más agresivos, entre ellos los humanos, se jactan de serlo.

Sin ánimo populista, el jején accede a poner y a reproducirse aquí, a la vista de todos y, reproduciéndose, huevo tras huevo, e invitando a presenciar la eclosión de cada uno, es decir, el alumbramiento de nuevos jejenes, a recordar por qué los insectos no sólo han picado la vaina de carne donde se oculta el hombre sino algo tan intangible como su imaginación.

Cuartetas y décimas populares y anónimas, recogidas por Samuel Feijóo durante muchos años y publicadas en 1977, dan fe del interés del pueblo cubano en el carácter insólito de sus animales y de su renovado deseo de conocer el sitio donde el jején anida:

Vi un sapo con espejuelos

A la orilla de un laurel,

Pero no he podido ver

Dónde el jején puso el huevo.

La ferocidad del insecto y su profusión en Cuba han llevado a algunas de sus víctimas a envidiarle la armadura al cangrejo:

Es tan grande la fortuna

Que tiene este animalito,

Que ni el jején ni el mosquito

Le pican en parte alguna.

Ninguna descripción más cabal de la fisonomía y las costumbres del jején que la que ofrece “Cuba en la mano”: Insecto muy pequeño, de tórax gris cobrizo con manchas oscuras, abdomen negro, alas anchas con manchas negras. Abundan en las playas a la puesta del sol, si no hay vientos fuertes, picando e introduciéndose por la boca, la nariz y los oídos.

Del retrato escojo dos pinceladas reveladoras: la pasión del jején por el mar y por el crepúsculo (pasión, esta última, que comparte con Dulce María Loynaz, que sólo recibía visitas a esa hora), y su curiosidad, esa curiosidad de otorrinolaringólogo que lo lleva a bucear dentro del ser humano a través de sus agujeros más sensibles. Quien ha sentido a un jején revolotearle en lo más recóndito de una fosa nasal sabe hasta qué punto el intruso puede ser porfiado y, a pesar de su horror a los vientos, provocar, como desafiándolo, un estornudo.

La vocación de buzo o de astronauta del jején –hay algo de agujeros negros en los orificios antes mencionados— no pasó inadvertida a José Martí, que además de calificarlo de “imprudente” por su manía de bañarse en las secreciones de los ojos, escribió: Hay en ciertas comarcas interiores de los Estados del Sur unos como jejenes mal intencionados que se entran sin piedad por la nariz, ojos y orejas de los caminantes… Inquieta el “como”: rehúso admitir que Martí pueda haber confundido al jején con la guasasa.

De la importancia del jején en la vida cubana dan fe la existencia del poblado de Jejenes en el municipio de Candelaria, provincia de Pinar del Río, y un cuaderno de décimas de Jorge Luis Peña Reyes (Puerto Padre, Las Tunas 1977), publicado en 2004, al que sirve de título la incógnita que esta columna despeja: “Donde el jején puso el huevo”:

No entiendo que la ratona

y el rato no hagan pareja.

¿Por qué el tejón y la teja

no son varón y varona?

Si hay pichón, habrá pichona.

Por cada ameba un amebo.

¿Qué son la prueba y el pruebo?

¿Qué son el caso y la casa?

¿Qué son el trazo y la traza?

¿Dónde el jején puso el huevo?

Del sonido de un enjambre de jejenes que insiste en decir cosas al oído de su presa me ocuparé en otra ocasión. Se le sabe capaz de provocar una reacción más enérgica y rápida que cualquiera de las grandes obras de la música universal, incluso la de las esferas.