Cáritas Habana seguirá ayudando a los damnificados por el tornado

El padre Fulgencio en la Parroquia Cristo Redentor. Tomado de Cáritas Cuba.

La Iglesia Católica de Cuba, junto a las comunidades religiosas habaneras han ayudado a miles de cubanos afectados por el tornado que el 27 de enero estremeció a los municipios habaneros de Diez de Octubre, Guanabacoa, Regla, San Miguel del Padrón y Habana del Este.

La revista Palabra Nueva publicó un resumen de la intensa labor realizada por el Programa de Emergencias y Ayuda Humanitaria de Cáritas Habana que socorrió a la población en general y priorizó la ayuda a niños, personas enfermas, discapacitados y ancianos.

Las ráfagas de más de 300 kilómetros por hora dejaron siete fallecidos, 195 heridos y más de 7.800 viviendas dañadas.

Varios centros religiosos fueron puestos a disposición de los damnificados: la iglesia de Jesús del Monte en el municipio Diez de Octubre, la parroquia Cristo Redentor en el municipio Regla, la capilla Nuestra Señora de Guadalupe, Nuestra Señora de la Guardia, en Luyanó, también en Regla y la Comunidad de los Padres Escolapios en Guanabacoa y la Casa de Cáritas del mismo municipio.

“Voluntarios, religiosas y sacerdotes visitaron, además, los hogares y zonas sensibles, a donde se llevaron pequeños módulos con alimentos en conserva, leche en polvo, velas, mantas para el frío y agua potable”, escribe la revista de la Arquidiócesis de La Habana.

Para Migdalia Dopico, directora de Cáritas Habana, la laboriosidad y entrega de los días posteriores al tornado fue “un gran testimonio la labor de Iglesia unida como Cuerpo de Cristo e impulsada por el Espíritu Santo, asistiendo a las personas en su dolor. Todos en comunión: laicos, sacerdotes, congregaciones religiosas, voluntarios de Cáritas, otros agentes de pastoral y personas de buena voluntad, junto a nuestros pastores, el arzobispo de La Habana y su obispo auxiliar”.

El sacerdote colombiano Fulgencio Guerrero, párroco de Cristo Redentor, en Regla reconoce la contribución de artistas, atletas, religiosas de diversas congregaciones, del Centro Loyola, la iglesia de Santa Rita de Casia y las comunidades no católicas.

El Programa de ayuda humanitaria se concentrará ahora en mantener la recolección y distribución de los donativos y proveer alimentos a los damnificados.

“Luego de alimentar diariamente hasta 800 personas, los servicios de comedor concluyeron, puesto que la mayoría de los beneficiarios ya pueden cocinar en sus hogares. Los alimentos se entregan ahora crudos, y se prioriza siempre a las familias más vulnerables. Además de alimento, hoy se distribuyen módulos de aseo que contienen detergente, jabón de baño y de lavar, pasta y cepillo dental, ropa de cama (sábanas, colcha y toallas) y en algunos casos champú y suavizante que han sido donados”.

[Con información de Palabra Nueva]