Cubano varado en Marruecos grita por ayuda

  • Lizandra Díaz Blanco

El músico cubano Rogelio Betancourt Suárez, varado en Marruecos desde julio de 2013.

Con 40 kilos de menos desde que llegó a Marruecos y apenas la muda de ropa que lleva puesta, Rogelio cuenta el hambre y los maltratos que ha pasado.
"Ojalá que amanezca rápido", dice Rogelio sentado en una acera sucia en un oscuro callejón de Marrakech mientras se prepara para pasar la noche. Desde hace 10 meses el músico cubano Rogelio Betancourt Suárez permanece varado en Marruecos.

Le es imposible salir de allí sin un permiso de residencia válido en otro país. No tiene residencia cubana desde que se mudó a España hace más de 10 años y perdió la española por extender sus días de visita en Cuba en 2009. El desconocimiento de sus opciones legales habría llevado a Rogelio a la situación desesperada en que se encuentra.

Antes de Marruecos…

Betancourt Suárez se estableció en 1999 en España, país al que entró con un contrato de trabajo. En 2009, regresó a la isla para cuidar a su madre, gravemente enferma. Por su condición se vio obligado a pasar más de los 180 días que autoriza la ley española a sus residentes.

A su regreso a la madre patria, a pesar de entrar con la residencia aún válida, las autoridades le negaron la renovación. La única alternativa para Betancourt fue entonces permanecer allí un tiempo más para reunir dinero y regresar a Camagüey.

Sin embargo, en plena crisis la tarea era prácticamente imposible. Acepta entonces una propuesta de trabajo para tocar en un restaurante de Marruecos. "Hospedaje y salario por 8 meses" se presentaba como una oportunidad que no debía desaprovechar. Si solo hubiera sido cierta.

Sus opciones legales

En un contacto de Betancourt con el consulado cubano en Tetuán, España, los funcionarios le explicaron que Cuba no puede ayudarlo en territorio marroquí, pues ambos países rompieron relaciones diplomáticas en 1980, explica durante una entrevista en el programa 1800 Online, de Radio Martí.

Además, envió una carta a la embajada cubana en Argelia, pero todavía no recibe respuesta, y sus gestiones para conseguir la entrada a España también han resultado infructuosas.

En su desesperación por salir de Marruecos, hay una vía que Betancourt no ha explotado: la solicitud de un permiso de estancia en la estación de policía de Rabat, capital del estado.

"No es fácil estar aquí"

Con 40 kilos de menos desde que llegó a Marruecos y apenas la muda de ropa que lleva puesta, Rogelio se mimetiza con la ciudad. Deambula entre los acróbatas, cuenta-cuentos y vendedores de agua de la plaza Djemaa el Fna. Y espera.

Si no habla, lo confunden con un marroquí, de hecho muchas veces así lo prefiere. Se finge mudo para evitar el rechazo de la gente y sobre todo de la policía, que insiste en echarlo de cada hostal de la ciudad en que ha intentado hospedarse.

"Yo he pasado mucha hambre, cuatro días tomando agua nada más – revela – porque yo pedía un pedazo de pan aquí y nadie me entendía el idioma. He pasado mucho trabajo aquí por el idioma".

Luego de ver el video que recorre las redes sociales, algunos amigos le han enviado dinero y visitado de vez en cuanto; incluso han comenzado una campaña en el ciberespacio pidiéndole a la comunidad internacional la firma de una petición en Change.org para presionar a las autoridades que podrían socorrerlo.

Con la familia y los amigos en Cuba y España se comunica por correo electrónico, gracias a un teléfono celular sencillo que cuida con su vida, por miedo a que se lo roben, como pasó con su trompeta. Con sus mensajes la esposa le da fuerzas.
Muchos no querían creerle al principio, pero ahora "todo el mundo está enterado, excepto mi madre, gracias a Dios", comenta.

Rogelio o "El cubano", como le dice los marroquíes, apenas disimula la nota de desesperación en su voz, pero confía en que su situación se resolverá: "Yo creo mucho en Dios y tengo la mente positiva".