Cubana agradece al MINSAP "la píldora quimbombó" (todo te resbala)

Un hombre posa con una camiseta con las banderas de Cuba y EEUU en el Paseo del Prado de La Habana (Cuba).

Cuando no lo hay en la farmacia, Margarita paga diez pesos y más "detrás del telón" por una tira del Alprazolam (fármaco genérico del Xanax) que le recetó el médico, porque tiene efecto quimbombó: cuando lo toma todo le resbala.

Esperando la guagua me encuentro a una vecina llamada Margarita que, según ella, no es chismosa, por lo que prefiere que la califique como "comentarista de hechos reales".

Después de un afectuoso saludo, me comenta en forma jocosa lo satisfecha que está con los logros de la Salud Pública cubana, por haber producido la píldora milagrosa llamada Alprazolam [fármaco genérico del ansiolítico Xanax], más conocida popularmente como “la pastilla quimbombó” debido al estado de catatonia que produce en las personas, o como se dice en el argot callejero, “tiene efecto quimbombó: todo te resbala”.

“Mi hermano”, me dice ella, “imagínate que desde que la estoy tomando, todo me resbala, nada me importa, ando como una plumita. Me monto en la guagua y no siento la peste a ‘sobaco’ agrio, no me importa el calor, se me pueden pegar, que no peleo. Si llego temprano o tarde al trabajo, tampoco me interesa. Imagínate, cuando llego a la casa me tomo otra pastilla y, si hay comida, bien, y si no, también, me acuesto a dormir y mi marido, si quiere, que friegue los platos”.

“Margarita”, le digo, “eres una mujer joven, tienes 34 años ¿Por qué tienes que acudir a ese medicamento? Hablas como si estuvieras desilusionada u obstinada de la vida”.

“Sí, es cierto. Ahora, dime tú ¿qué parte de esta película de horror en que sobrevivimos no entiendes? Para que me entiendas mejor, te hablaré como el Noticiero, el Granma o la sesión de la Asamblea: ¿Qué parte de este momento histórico en que vivimos no entiendes?”

“Te imaginas”, sigue diciéndome, “me levanto por la mañana y no tengo leche, porque en las tiendas de divisas no hay nada y cuesta 4 cuc, que son 100 pesos cubanos. Me tengo que tomar una cosa llamada café al que apodamos “potajín” porque lo ligan con lo que sea, menos café”.

“Con eso en el estómago voy para mi trabajo, que es la última carta de la baraja: soy profesora de octavo grado, y tengo que lidiar con esos chiquillos que son imposibles de manejar. Además tengo que aguantar también a la HP de la directora, al del sindicato con la babosería de las Milicias y todas esas cosas que nos han inventado y que no resuelven nada ¿Te imaginas como salgo de la escuela?”.

TRD en Cuba; perritos calientes de pollo

“Terminando mi jornada salgo corriendo para la casa a hacer la comida; paso por la desabastecida tienda en divisas (TRD Caribe) donde lo único que venden es pollo, perritos calientes, picadillo de pavo y albóndigas (también de pollo), eso es lo que nos toca, al ‘aguerrido’ pueblo cubano ¡Ah! Y todos estos productos con un impuesto de un 240%, cuando yo gano 600 pesos cubanos y cada CUC son 25 pesos”.

“Si compro pollo, no puedo comprar leche; tengo que pagar agua, electricidad, casa, gas, teléfono y los viajes en guagua, que ya cuestan un peso porque no hay cambio en los bancos. Imagínate, si el banco no tiene cambio, ¿qué puedo tener yo? A cualquier lugar que vayas tienes que tener el dinero completo, porque no hay cambio”.

“Y eso que no te mueves en transporte colectivo, los almendrones de 10 pesos o los ruteros de 5 pesos”, le digo.

Los medios oficiales reconocen que los boteros son "los únicos con los que se puede contar", en un insuficiente sistema de transporte público.

“Con ese medio de transporte no hay bolsillo que aguante; en mi caso, si tomara uno para el trabajo y otro para mi casa, en 26 días laborables serían 520 pesos, casi mi salario mensual. Yo sé que los choferes tienen que pagar el petróleo o la gasolina a 1 cuc por litro, pero los perjudicados somos nosotros, el pueblo. En vez de quejarse o protestarle al gobierno nos suben el precio del pasaje".

"Y así sucede con todo: nos mantienen fajándonos entre nosotros y divididos para que no veamos la realidad. Imagínate, en mi profesión no hay nada que robar para sobrevivir, tenemos que cobrarles los repasos a los muchachos o vender las pruebas ¡Hasta qué punto hemos tenido que degradarnos moral y espiritualmente!”.

“Por ende, tengo que doparme, ausentarme del mundo circundante, porque si me mantengo en mi sano juicio hago como un suizo: me suicido. Gracias que no tengo hijos, ¡Imagínate cómo sería con uno o más muchachos! Y para rematar, las pastillas las tengo que ahorrar también porque hay falta de medicamentos, pero te las venden por detrás del telón, en 10 y más pesos cada tira. ¡Hasta dónde! Humanamente no se puede”.

“Bueno te dejo, que voy al agromercado de allá alante: vinieron tomates a 15 pesos la libra; los limones están a 3 pesos cada uno”.

(Publicado originalmente en el blog "Yuri el contestón" el 07/06/2017)