Ciego de Ávila: iniciativa privada prende chispa constructora

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Una buena parte de los hogares cubanos necesitan reparaciones estructurales debido al deterioro de décadas.

Por décadas el Estado ha sido incapaz de suplir las necesidades de materiales de construcción pero la pequeña industria privada empieza a hacerlo, según un reportaje del diario mexicano La Jornada.
Tras la adopción de las reformas económicas en Cuba está despuntando una incipiente industria artesanal de materiales para la construcción, y la ciudad de Ciego de Ávila es un buen ejemplo de ello, según un reportaje que publica el diario mexicano La Jornada.

En un barrio de la periferia de la ciudad la gente ha empezado a mejorar el estado de sus casas levantando “recias paredes de mampostería y fuertes techos de hormigón armado—apunta el periódico—, que parecen resistir cualquier tormenta tropical o huracán”.

La transformación es obra del dueño de una pequeña fábrica, Arcides Pérez, quien presta una máquina de hacer bloques a los vecinos que compran los materiales y sólo les cobra la electricidad. El precio de los bloques que vende la empresa iguala el del Estado: cinco pesos (unos 25 centavos de dólar).

De acuerdo con el reportaje, la industria artesanal, enclavada en las afueras de la ciudad “puede producir con suministros constantes hasta mil ladrillos de cemento diarios. Cuenta con tres moldes para elaborar igual número de tipos de tanques de asbesto cemento, que llevan el rótulo de Arcide, C. de Ávila”.

Para obtener la materia prima, explica, “Pérez y su colectivo viajan a las fábricas de cemento de Santi Spíritus y Santiago de Cuba, respectivamente, a 360 y 847 kilómetros al este de La Habana, para recuperar los residuos, los cuales luego mezclarán con el hormigón adquirido en tiendas estatales para hacer bloques y tanques”.

A fin de dar vida a un ramo de la economía que durante décadas ha estado centralizado y abandonado por el gobierno, con el consiguiente deterioro de las viviendas, el diario añade que la aspiración de las autoridades es que “en dos años 70 por ciento de las actividades productivas del sector vivienda sean realizadas por actores no estatales”.

El hecho es que según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información, la producción de insumos que más declinó en Cuba el año pasado fue la de los techos metálicos, las tejas de asbesto cemento y las vigas de acero negro.

La Jornada precisa que “buena parte de los hogares cubanos necesitan reparaciones estructurales, debido al deterioro del fondo habitacional por los problemas económicos que Cuba arrastra desde hace más de 20 años, el incumplimiento de planes constructivos, los altos precios de los materiales y la mano de obra, así como por los daños de los ciclones que azotan con frecuencia el país”.

En el caso específico de los huracanes apunta que en octubre del año pasado Sandy afectó 137 mil viviendas en Santiago de Cuba, 65 mil en Holguín y 8 mil 750 en Guantánamo, y en el 2008 los ciclones Fay, Gustav, Ike y Paloma causaron los mayores daños registrados desde 2001 hasta hoy día: 647 mil 111 casas en toda la isla.

Como ejemplo de lo que es capaz de conseguir la iniciativa privada, el reportaje menciona a Rodobaldo Ibarne, un hombre de 60 años que alterna la fabricación de bloques por encargo con su empleo en una empresa estatal de construcción.

“Sólo con una pala, una caretilla y un molde—agrega—él obtiene, junto con otro trabajador, hasta 80 bloques diarios en Grego, que reparte en las afueras del municipio de Ciego de Ávila.