Viajar en Cuba es siempre una pesadilla, ¡pero en esta época...!

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Yoenis Céspedes, de los Atléticos de Oakland.

Un reportero de la CNN filma las vicisitudes de los cubanos para viajar a lo largo y ancho de la isla, especialmente cuando se quiere visitar a los familiares en días como estos por la Navidad.
Con la escasez de vehículos que hay en Cuba y un sistema de transporte público que apenas funciona, para viajar en la isla --sobre todo en temporadas como la Navidad y el fin de año-- se necesita una paciencia infinita, destaca en un reportaje realizado entre La Habana y Playa Girón un periodista de la cadena CNN.

El reportero, Patrick Oppmann, se fue a la Autopista Nacional para entrevistar, a la orilla de la carretera, a los montones de cubanos que desde la madrugada se aglomeran a lo largo de la vía en espera de que un milagro sobre ruedas los lleve a su lugar de destino.

Ante la expectativa de viajes que pueden durar días, se acercó a una mujer que esperaba al borde del asfalto con su hija y su nieto. Esta le dijo: “No es fácil”, y añadió desconsolada: “Pero…¿qué puedo hacer?".

Un hombre le aseguró que estaba allí esperando desde las 5 de la madrugada, y nada había parado.

Un inspector de transporte del gobierno, de los que tienen autoridad para parar los vehículos estatales y obligarlos a llevar pasajeros, le aseguró a Oppmann que así “se puede viajar”, para a renglón seguido rectificar que “tal vez no todos los días”.

Luego de dos horas de espera, el propio periodista admitió haber tenido mucha suerte -- probablemente porque se trataba de un extranjero— de que le parara un camión adaptado para llevar pasaje, con el rótulo "Transporte Nacional de Pasajeros".

De pie, pues en el vehículo ya no quedaban asientos libres, el reportero se dispuso a cubrir una ruta de varias horas, en un medio que uno de los pasajeros a bordo calificó como "una forma de transporte, aunque bastante incómoda”.

““La manera más confiable de viajar" –constata el reportaje—"es en viejos autos americanos de los años 50. Otros tienen que hacerlo con menos caballos de fuerza”, explica el enviado de CNN, sobre una imagen de un carretón tirado por un caballo.

"La falta de opciones de transportación es fuente de frustración en la isla”, concluye el periodista, y agrega: “Y no se esperan mejoras pronto”.

MÁS GUAGUAS, MIENTRAS RUEDEN

La crisis crónica del transporte en la isla abarca tanto el interprovincial como el urbano. En abril del 2012 el Ministro de Transporte, César Arocha, anunció la compra a China de cien ómnibus con el fin de aliviar “mayores afectaciones en la transportación urbana de pasajeros” en La Habana, así como en Camagüey, Las Tunas, Holguín y Santiago de Cuba, en el oriente del país.

Una adquisición anterior, en 2007, de 500 autobuses principalmente chinos y bielorrusos, alivió momentáneamente el problema en la capital. Pero luego buena parte de los vehículos fueron saliendo de servicio debido a que el contrato no incluyó las piezas de repuesto.

Además del embargo estadounidense y la falta de refacciones, se ha culpado de los cíclicos empeoramientos del transporte público en La Habana al deterioro de los equipos por los años de explotación; motores incapaces de soportar la presión de cientos de miles de viajeros en medio de los tórridos veranos y las vías deterioradas; y falta de combustible, a causa del constante ahorro de petróleo por parte del gobierno.

Otros motivos de la inconformidad de los pasajeros son más “subjetivos”, como la falta de una organización adecuada de las rutas, los maltratos a los vehículos, la desidia de ciertos conductores y sus indisciplinas. También se quejan de que los ómnibus importados de países fríos están preparados con ventanillas pequeñas para las bajas temperaturas, y pueden convertirse en un verdadero horno bajo el sol tropical de Cuba.

El pasado mes de febrero la periodista independiente Aimée Cabrera publicó en el semanario Primavera Digital un reportaje sobre la crisis del transporte que venía afectando a los residentes del reparto Alamar, en el municipio Habana del Este.

Uno de los vecinos le informó que sólo había en el paradero “tres guaguas de la ruta P-11 para mover a tanta gente", y que la terminal local tenía dos turnos de trabajo: uno en la mañana y otro en la tarde, pero este último termina antes de las 6 pm, o sea, en pleno horario pico y cuando desesperan por llegar a sus hogares miles de personas que viven en Alamar.