Turista frustrado da su visión de Cuba

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El artículo señala que el problema del gobierno cubano es que las reformas son “muy pocas y muy lentas”.

El diario The Australian publica las impresiones sobre el gobierno y el pueblo cubanos de un turista australiano que estuvo de visita en la isla.
Los cubanos son hermosamente amistosos pero están desesperadamente necesitados de una fuerte dosis de democracia y libre empresa, según las experiencias narradas por un turista de Australia que visitó la isla y que son publicadas este viernes en el diario de ese país The Australian.

Tras apuntar que el comunismo ha sido una “arruinada ideología” también en Cuba, Peter Beattie dice que el aspecto más “irritante” de su visita fue tratar de conseguir acceso a Internet, lo que le resultó imposible durante los seis días que estuvo alojado en el Hotel Beltrán, de Santa Cruz.

“Todos los días estuve obligado a cruzar la plaza de la ciudad en busca de otro hotel a fin de utilizar sus computadoras y conectarme con el mundo exterior (…) a un costo de 6 pesos convertibles ($6 dólares) la hora, bien fuera del alcance de la mayoría de los cubanos”, eso, señala, a pesar de que el turismo es la industria más importante del país.

“Una tarde una fuerte lluvia dejó sin electricidad el centro de la ciudad—cuenta—, estuvimos sin energía y agua durante varias horas. La gente del lugar, de buen humor y acostumbrada a tales acontecimientos, simplemente reaccionan haciendo caso omiso al asunto de forma desenfadada: eso es Cuba, dicen”.

Al describir su trayecto por zonas rurales, desde Trinidad hasta Santa Clara y Camagüey, relata que la carretera estaba abarrotada de campesinos vendiendo quesos y dulces en el mercado negro, siempre vigilantes –dice—de la policía.

“Su presencia—apunta—debería convencer al gobierno cubano de que es imposible frenar la iniciativa humana o la pasión de los agricultores por tener una vida mejor para ellos y sus hijos”.

Señala además que a pesar de las reformas económicas puestas en práctica por el gobierno, queda un largo camino por recorrer, y confiesa su perplejidad de que “las vacas sigan estando numeradas y que no puedan venderse sin aprobación estatal”.

Tambén que los automóviles tengan diferentes chapas según quién sea el conductor del vehículo. “El sistema de colorear las chapas sólo puede ser concebido en un Estado totalitario”, subraya.

Tras señalar que el problema que el gobierno cubano encara es que las reformas son “muy pocas y muy lentas” , augura que los cubanos se sentirán cada vez más frustrados de no poder disfrutar de los mismos beneficios de que gozan sus familiares en Florida.

“El cambio es inevitable en Cuba", concluye, y a su juicio "el nuevo presidente de EE.UU. puede intensificar ese cambio si tiene el valor de levantar el embargo comercial y mostrar a los cubanos los beneficios de la libre empresa”.