Cuba: desigualdades en ascenso

La publicación destaca que la frustración de los cubanos es palpable.

La revista The Economist reseña el descalabro del “estado paternalista” en la isla y la creciente frustración popular.
El mito de Cuba que durante muchos años hizo que países europeos y latinoamericanos trataran “con indulgencia a la dictadura cubana” se ha deshecho, según un reportaje de la revista The Economist.

De acuerdo con la publicación, dos cosas alimentaron ese mito y al gobierno de los hermanos Castro, la primera, que a pesar de que el país se convirtió en un cliente soviético, “Fidel Castro se las arregló para personificar el nacionalismo cubano”.

La segunda, dice, fue que aunque casi toda la propiedad privada fue expropiada, Castro destinó dinero a programas sociales, proporcionó atención médica y educación de primera clase, pensiones y funerales gratuitos, y la malnutrición y el analfabetismo fueron eliminados.

Comparada con el resto de Latinoamérica, Cuba dio la impresión de conseguir mayor igualdad racial y sexual, dice, y el “trato” fue que Castro les daría a los cubanos “seguridad y satisfaría sus necesidades básicas, y a cambio ellos renunciarían a su libertad”.

The Economist recuerda que muchos de los que rechazaron el trato emigraron, mientras que otros fueron encarcelados “en horribles condiciones”.

La revista dice que el trato se fue a pique durante el Periodo Especial, cuando los subsidios soviéticos de repente se acabaron, y el déficit fiscal de Cuba ascendió al 33 por ciento de su Producto Interno Bruto.

Un sondeo hecho en La Habana en el 2000, indica, encontró que el 20 por ciento de la población era pobre (en riesgo de no poder satisfacer sus necesidades básicas), y esa proporción “ahora casi de seguro es más alta”, dice.

La publicación cita a los economistas cubanos Carmelo Mesa Lago, de la Universidad de Pittsburg, y Pavel Vidal, de la Universidad de La Habana, atestiguando que en 1989 Cuba superaba a cualquier otro país latinoamericano en indicadores sociales, excepto la vivienda.

Pero entre 1989 y 1993, precisa, el gasto social per cápita se redujo 78 por ciento en términos reales, y aunque desde entonces se ha recuperado de alguna manera, “el estado paternalista se está deshilachando”.

The Economist señala que Cuba sigue sobresaliendo comparada con sus vecinos de la región en dos aspectos, su efectivo sistema de defensa civil, que asegura que los huracanes raramente ocasionen la pérdida de muchas vidas, y una baja tasa de delitos violentos. “Pero estos dos logros se deben a que el gobierno es autoritario”, subraya.

En contraste a que “ 37 mil médicos y otros trabajadores de la salud cubanos estaban laborando en 77 países de todo el mundo en el 2010”, la revista señala que los servicios de salud han empeorado en la isla mayormente debido a los “bajos salarios”.

A continuación pone de ejemplo el caso de una doctora de familia nombrada Grisel que ganaba $23 al mes, y ahora percibe $40 como vendedora en una tienda de artesanías en La Habana. Las “crecientes desigualdades sociales en Cuba están simbolizadas por el sistema monetario dual (CUC-pesos cubanos)”, señala.

Tras puntualizar que el salario promedio mensual es de 454 pesos ($19), la revista resalta que las remesas familiares que vienen del extranjero “han añadido otra fuente de desigualdades. Y también la gran economía informal”.

Por todo eso, dice, “Cuba está empezando a parecerse al resto de Latinoamérica, pero sin libertades políticas”, y a pesar de que es “extraordinaria” la capacidad de recuperación de los cubanos, “su frustración es palpable”.