Cuba vive la peor escasez de alimentos de los últimos 30 años, dice The Economist

Una cola para comprar aceite en Alamar. Tomado de Antonio Enrique González Rojas.

Cuba se enfrenta a su peor escasez de alimentos desde la década de 1990, asegura la publicación especializada en temas económicos The Economist y señala a los errores del gobierno comunista y la escasez de dólares como los culpables de esta crisis.

“Los cubanos siempre han sido ingeniosos, pero ahora tenemos que ser magos y acróbatas" dijo a esta revista Ana, la propietaria de un restaurante privado que cultiva parte de los alimentos que ofrece.

The Economist reconoce que aunque encontrar ingredientes nunca fue fácil en un lugar que importa alrededor del 70% de su comida, desde el año pasado esto se ha vuelto "casi imposible".

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El semanario inglés expone las numerosas dificultades que enfrentan los cubanos a diario para conseguir alimentos porque "las tiendas de comestibles están vacías" y los precios de los productos en Internet o el mercado negro son "prohibitivamente altos".

The Economist menciona que los agricultores ya no quieren vender los productos que cultivan porque necesitan consumirlos ellos mismos.

"El gobierno culpa de la escasez de alimentos principalmente a las sanciones impuestas por Estados Unidos, sanciones que, el 24 de junio, la Asamblea General de la ONU votó a favor de condenar, como lo ha hecho casi todos los años desde 1992. Pero desde 2001 las sanciones han eximido los alimentos", recuerda la publicación fundada en 1843.

"De hecho, Estados Unidos es el mayor exportador de alimentos a Cuba, aunque el año pasado esas importaciones estuvieron en su nivel más bajo desde 2002", recalca el artículo.

La gente hace fila frente a una sucursal bancaria en La Habana. (Foto de ADALBERTO ROQUE / AFP)

La revista dice que el régimen está "tratando desesperadamente de ganar dólares y prescindir de bienes importados" que los cubanos ya no pueden comprar dólares en las casas de cambio operadas por el estado o en los aeropuertos. También menciona que desde febrero, en un intento desesperado por recolectar divisas, el gobierno ha exigido que los extranjeros y cubanos que residen en el exterior que paguen en dólares su estadía obligatoria de siete días en un hotel de cuarentena de propiedad estatal y que los sitios de comercio electrónico propiedad del Estado buscan que los cubanos en el exterior paguen en dólares o euros la comida y los bienes de consumo para los que están en Cuba.

"Muchos cubanos en el extranjero están tratando de ayudar a sus familiares a evitar el hambre enviando sus propios paquetes. Pero incluso estos se han vuelto más difíciles y costosos de publicar. Los productos de Estados Unidos que antes tardaban dos semanas en entregarse ahora pueden tardar hasta cuatro meses en llegar, ya que la escasez de combustible y camiones en Cuba dificultan el tramo final de la entrega".

The Economist califica de "fallidas" medidas tomadas por el gobierno cubano como la de cancelar depósitos en dólares en cuentas bancarias, a pesar de que para comprar productos en las tiendas estatales, los cubanos deben tener una tarjeta prepaga cargada de dólares. Ahora tendrán que cambiar sus dólares por euros u otras monedas, lo que implica una tarifa extra.

Esta medida en lugar de estabilizar la economía, es probable que tenga un efecto contrario.

Policías controlan a los ciudadanos que se aglomeran por la necesidad de conseguir alimentos en La Habana, Cuba

Como han dicho otros expertos, el semanario considera que el ultimátum del Club de París a la deuda de Cuba puede ayudar a explicar el deseo del gobierno de absorber billetes verdes urgentemente.

El régimen es incapaz de impulsar la producción agrícola o atraer inversores extranjeros: "Las empresas que producen alimentos en Cuba solo ganan pesos, que tienen poco valor internacionalmente, pero deben comprar casi todos sus insumos en el exterior en moneda extranjera. El gobierno exige que los agricultores vendan su cosecha al estado a precios no competitivos e impone reglas draconianas sobre el manejo del ganado".

La revista destaca el descontento popular ante la crisis y dice que la mejor manera de remediarlo sería implementar más y mayores reformas económicas, a un ritmo más rápido, comenzando por las granjas y las pequeñas empresas.