Los pros y los contras de estar casado en Cuba

Una pareja de recién casados viaja en un viejo auto descapotable en La Habana (Cuba).

La mayoría de los cubanos ven el matrimonio como algo formal y vacío, sin algún sentido práctico.
Cuando preguntas a los cubanos sobre los pros y los contras del matrimonio, esbozan una sonrisa, aunque luego optan por ponerse serios; tal y como sucede cuando desde la visión del espectador contemplamos una tragicomedia.

Reinier Biscet tiene una compañera sentimental, y “la ama mucho”. Ella “lo ama mucho a él” pero casarse es imposible ahora porque aseguran que él no puede ir a vivir a su casa ni ella a la de él. Con 28 años de edad y una relación de casi dos, el joven cubano ve su historia repetida. “Por lo general los jóvenes piensan que casarse es una responsabilidad mayor y si uno no tiene para uno como va a tener para dos”, se pregunta.

Desde hace unos años las parejas de cubanos perdieron algunos incentivos para firmar el papel de unión nupcial. María, quien reside en Camagüey, y prefirió mantener su apellido en el anonimato, se casó dos veces para tomar “cerveza el fin año”. Y Carlos, también sin dar detalles de su identidad, recuerda que en sus tiempos daban “un traje”. Ya lo último fueron los hoteles “y hasta eso lo perdimos”, dice con pesar Yuliana, quien vive en Jatibonico. Para la socióloga Regina Coyula “si están enamorados todo está bien y si pueden disponer de un cuarto en la vivienda de los padres y de los abuelos ya eso es un privilegio”. El lado positivo del tema lleva a observar que “hoy las relaciones son más de novios que de casados; tú por tú lado y yo por el mío”, explica Coyula.

Mercedes Martínez, vecina de la provincia de Granma, de sus 25 años de edad, ya lleva un año formalizada ante un notario como esposa porque “no es el papel” sino la “responsabilidad y el compromiso que esto representa”. Martínez cree que “quienes no se casan no quieren tener ningún tipo de obligación”, sin embargo, para otros jóvenes como ella el no llevar el anillo les permite estudiar, superarse, abrirse las puertas a una misión o encontrar un príncipe que les saque del país.

El “machismo” dentro de la sociedad cubana es para la santiaguera Marcia E. Mustelier, otro de los factores que afecta las uniones legales. “Están muy arraigadas las costumbres patriarcales y el hombre trata de ejercer poder sobre la pareja y es difícil”, agrega Marcia quien en estos momentos, con un hijo adolescente, prefiere sentirse independiente. Muy ligado al machismo, “la situación económica que impera en el país” ha llevado hasta que en “matrimonios que llevan tiempo de casados y tienen hijos, que el hombre mande a su mujer a prostituirse”.

Pero en el unirse legalmente en Cuba no todos son aspectos negativos, opina el abogado Leonardo Calvo. Los cubanos no temen casarse porque el divorcio no es tan “complicado” ni “traumático” como por ejemplo, en los Estados Unidos. Como en todas partes del mundo “existen los litigios” cuando se producen las separaciones pero no representan “un gran perjuicio económico” ni las manutenciones “afectan tanto”, concluye Calvo. Su colega Roberto de Jesús Quiñones, de filiación cristiana, alega que el matrimonio es una forma natural de crear la familia aunque hoy existan otras tendencias. “La opción de elegirlo o no está en las personas”, insiste.

Según la cultura popular cubana “amor de lejos” no es muy bien visto, pero cada vez son más los residentes en los Estados Unidos que van a la isla a encontrar pareja. Para Ángel García se trata de un problema de “cultura y economía” el que muchos opten por esta variante.

Cuba se encuentra entre los países que no aceptan el matrimonio homosexual. Datos recientes confirman que el 56.8 por ciento de la población cubana mayor de 12 años de edad tiene algún vínculo conyugal y el 27.1, casi la mitad, es de manera consensual.

Aunque el reciente Censo de Población y Viviendas del 2012 dice que disminuyó el promedio de personas por unidad de alojamiento a 2.87, los cubanos se aprendieron como las tablas de multiplicar, una sentencia transmitida de generación en generación: “el que se casa, casa quiere”.