Cuba: No hay casa (ni cama) para tanta gente

Un hombre camina junto a una casa que se encuentra a la venta hoy, lunes 12 de noviembre de 2012, en La Habana (Cuba). Un año después de que el Gobierno legalizara la compraventa de casas entre particulares, ha surgido en Cuba un nuevo y particular merca

La Habana -Para Yoan, 36 años, el futuro jamás podría ser peor que su pasado. Nació en un rancho armado en una noche con tablas y trozos de aluminio, colindante con el infestado río Quibú, al oeste de La Habana.

En la covacha se hacinaban siete hermanos, dos abuelos y la madre, quien cada mes les ponía un padrastro distinto. Yoan recuerda que sus hermanos se rotaban una de las dos camas que quedaba libre. “La otra era la de mis abuelos. Me decían Martes, porque ése era el día que podía dormir en la cama. Todos los días comíamos lo mismo: arroz, chícharos y jurel enlatado. Nunca más en mi vida he vuelto a comer pescado en conserva”.

En el barrio marginal donde creció, cualquiera llegaba y plantaba una choza. Se comía poco y mal y se bebía alcohol por toneladas. Las broncas eran de coger palco y las instituciones del Estado brillaban por su ausencia.

“Ocho de cada diez amigos de la infancia han estado presos o siempre los andaba buscando la policía. Yo fui una excepción. Me gradué de ingeniería industrial y pude tomar otro rumbo”, dice Yoan.

Pero la falta de un hogar lo acompañó durante años. “Con mi primera esposa dormía en un catre en la sala. Y como siempre había gente viendo la televisión hasta altas horas de la noche, teníamos que hacer el amor en los parques o las escaleras de los edificios”, rememora.

La suerte cambió una tarde de la primavera de 2015. “Los fines de semana acudía a la ‘moña’. Es una fiesta donde se pone música americana, suelen acudir negros y mestizos con cierto poder adquisitivo y a veces extranjeros. En una 'moña' que se hacía en el cine que está frente al Parque Trillo, en Centro Habana, conocí a mi actual esposa, Gretell, una canadiense residente en Edmonton”, cuenta Yoan.

Ahora él vive a caballo entre La Habana y la provincia de Alberta. Recientemente, el matrimonio compró un apartamento en El Vedado por 100 mil dólares. “Tiene cuatro habitaciones, una para mi madre, dos para dos mis hermanas y la otra para nosotros cuando venimos de visita. Espero trabajar duro en Canadá y poder comprarle una casita a mis otros hermanos. Mi sueño es que cada uno tenga su techo y puedan dormir en una cama”, confiesa Yoan.

Las historias con finales felices no son habituales en Cuba. El déficit de viviendas en la Isla supera las 880 mil, según estadísticas oficiales. Un funcionario del Instituto de la Vivienda cree que la situación es mucho más compleja.

“De los que tienen casa propia, más del 85% de los cubanos, entre un 40 y 50 por ciento se encuentra en regular o mal estado técnico. A ello se añade que en el 60 por ciento de esas casas residen tres y hasta cuatro generaciones distintas. Esa promiscuidad trae como consecuencia que los matrimonios jóvenes no quieran tener hijos, lo que repercute en el acelerado envejecimiento poblacional. El gobierno nunca ha podido solucionar el asunto de la vivienda”, expresa el funcionario.

Osvaldo, arquitecto, considera que el déficit habitacional en Cuba supera el millón de viviendas. “Al principio de la revolución, Fidel hablaba de construir 100 mil viviendas anuales. Pero todo se quedó en palabras. Además de la carencia de casas, está la mala calidad de la mayoría de las edificaciones construidas después de 1959. Cualquier gobierno que exista en el futuro tendrá que lidiar con esa realidad”.

Alexander y Sahily, una pareja de emprendedores de 30 años, paga 150 cuc mensuales por el alquiler de un apartamento en el reparto Casino Deportivo, en El Cerro, al sur de la capital.

“Soy propietario de una cafetería que vende comida rápida y mi esposa es dueña de una peluquería. La cafetería radica en el domicilio de mis padres. Y ella montó la peluquería en un local que rentó. Gracias a Dios los dos negocios marchan bien y podemos pagar un alquiler en un lugar confortable. Lo que ocurre es que Sahily está embarazada y nuestra aspiración es comprar una casa. Pero con los precios actuales, es casi imposible”, relata Alexander.

Si usted camina por el Paseo del Prado, se encontrará con una bolsa ambulante de compra y venta de casas que le resuelve a la gente sin necesidad de una oficina. Bajo un sol de fuego y rodeado de los leones de bronce que adornan el famoso Paseo, decenas de corredores y probables compradores tantean futuros negocios.

Bebo, con una gorra azul prusia de los Yankees de Nueva York, explica que “actualmente los precios de las viviendas en las mejores barriadas, o sea en El Vedado, Nuevo Vedado, Miramar, Casino Deportivo, Víbora Park, Reparto Sevillano o Fontanar, se han duplicado, no importa su estado constructivo. Y comprar una casa cualquiera, en La Habana Vieja se ha triplicado el costo, pues si montas un hostal recuperas la inversión en menos de dos años”.

En zonas antiguas de La Habana, se localizan edificios cuyos vecinos se han puesto de acuerdo y lo venden completo. Hay ofertas para todos los bolsillos. Una habitación precaria en un barrio marginal se consigue por 5 mil dólares. Una casa en la parte céntrica de la ciudad no baja de 70 mil dólares y un piso de 30 mil. Una residencia en El Vedado, Miramar, Atabey o Jaimanitas puede rondar el millón de dólares y un apartamento de lujo, más de 100 mil dólares.

Rodney, enfermero, luego de reunir dinero durante dos años en una misión médica en Trinidad Tobago, deseaba comprarse “algo modesto, contaba con 4 mil dólares, pero lo único que apareció fue un cuarto en La Lira, Mantilla. Cuando mi esposa y yo fuimos a verlo y vimos a los vecinos tomando alcohol y con navajazos en caras y brazos, no lo alquilamos. Ahora lo lamentamos, no hemos encontrado nada mejor”.

La escasez de vivienda en Cuba ha generado divisiones familiares, estafas y sucesos sangrientos. Y ha afectado a la estabilidad y privacidad de las parejas, que si quieren mantener relaciones sexuales en un lugar decente, deben pagar 5 cuc por tres horas en una de las muchas casas que alquilan cuartos por horas o días (cinco pesos convertibles equivalen al salario de una semana de un profesional).

“En casa de mi esposa vivimos nueve personas: mis tres hijos, los suegros, dos hermanas de ella y nosotros dos. A la hora del sexo tienes que ser más creativo que Steven Spielberg. Pero no queda otra, pues de La Habana desaparecieron las posadas baratas”, dice risueño Oscar, custodio de una fábrica de embutidos.

Reporta Cuba casas foto Yoandris Verane

Yoan, quien vivía en una favela cercana al río Quibú y solamente los martes podía dormía en una cama, fue afortunado. Se radicó en Canadá y pudo comprarle una casa a sus parientes pobres.

Pero los millones de cubanos, desamparados por un régimen que ni siquiera a largo plazo tiene previsto solucionar el grave problema de la vivienda en Cuba, solo les queda esperar qué les depara el destino. O rezar para que su suerte cambie.