Circe: Fábula de la bella palomera

Circe en su espectáculo Wings and Dreams

Fascinante historia de una santiaguera en Las Vegas. Es maga. David Copperfield fue su inspiración. Francia le acaba de abrir las puertas en Le Plus Grand Cabaret du monde. En julio estará en la premier de Máster of Ilusion de Los Ángeles

Prácticamente bajaba del avión que la trajo de Santiago de Cuba, camino a Las Vegas, cuando martinoticias.com conversó con ella en una típica plaza de Miami. Entramos a La Carreta, en la calle 40, mientras su marido se cortaba el cabello en una peluquería cercana. Su inseparable Yanier Marrero nos había dejado solos para la entrevista. Lo que él no sabía es que de La Carreta tuvimos que salir inmediatamente porque un grupo vocal y con guitarras se había apostado al lado de nuestra mesa.

Circe Martínez, actriz, bailarina y maga, de 43 años, nacida en Santiago de Cuba, está acostumbrada a sociabilizar. Más que eso, sabe improvisar como nadie, sin que una sonrisa que lleva permanente se borre de su rostro, sin que el ruido de esta ciudad, el sol abusador, el caos de vehículos en las plazas miamenses pueda perturbar ese ángel encantador que le acompaña. Ya en su momento había soñado con Las Vegas, mirando en televisión al gran ilusionista David Copperfield. Así que su proyección no estaba en las rutinas del Caribe, sino en un mundo diferente lleno de luces de neón, en la noche, en el cabaret, en los grandes salones del arte de la magia donde, entre el público, suele haber decenas de magos profesionales.

Así que este reencuentro en Miami –nos lo debíamos más allá de las redes sociales de internet- venía a ser uno de los cierres de programa que a veces realizamos los cubanos luego de andar por el mundo, después de andar por los confines más insospechados pero caminos que inevitablemente confluyen en Miami.

Circe, al centro, junto a las actrices Grettel Trujillo (i) y Amarilis Núñez (d), en Miami

El escritor y crítico Néstor Díaz de Villegas ha dicho que esta ciudad es un campo de concentración. La posibilidad de estar casi todos viviendo aquí o al menos de paso, como Circe, hace certera la definición. Con respecto al campo, es una palabra en toda regla. Con esa positividad de estar cerca, de vernos, abrazarnos luego de tantos años de despliegue internacional, transcurre esta conversación en un segundo intento de refugio: una bakery ordinaria donde la bella palomera se siente como en casa y sujeta ella misma la grabadora de mano, como si estuviera en un lugar de toda la vida. Ella sin maquillaje, con un vestido floreado, cómodo, y el sol de Santiago de Cuba –es el mismo, no dudar- afuera rompiendo el vidrio.

En eso llega el marido pelado y dice que le querían sacar las cejas, pero que se negó.

Circe lo cree todo posible en este Miami. Los teatros están a mil leguas de donde conversamos, como casi todo destino aquí. A mil leguas. Esa noche se reencontrará con dos amigas de la carrera de artes escénicas, de cuando estudiaron en La Habana. La felicidad de Circe no puede ser mayor. Todas han hecho su camino y les va bien, están en el teatro, en la televisión, en los eventos de arte y cultura. Una de sus amigas actúa esa noche, en micro-teatro de Biscayne Boulevard. Circe vuela al día siguiente a Las Vegas. Viene de Santiago con el corazón en un puño. Su ciudad cada vez peor, comenta; la hostelería en Cuba, fatal; el calor, el agobio, las calles rotas, en fin, hay que ir allí por razón de fuerza mayor.

Ella recuerda cuando se graduó en La Habana y la dejaron en la nómina de Teatro Estudio, legendario, bajo las órdenes de los hermanos Raquel y Vicente Revuelta, grandes maestros. Pero no tenía dónde vivir. Paradoja de la vida que encontró solución con la ayuda de una de sus amigas de promoción que ahora vive en Miami y con la que se verá en la noche. Circe, todo arte, todo amor y feminidad, tuvo que fregar platos en la paladar La Guarida, donde rodaron Fresa y Chocolate. Tuvo que impartir clases de ballet para niños, porque ella es bailarina clásica, además de actriz y maga. Así reunió para el alquiler.

Luego vino una propuesta de trabajo en cruceros del Caribe, y se apuntó. Presentó su arte en los barcos durante años, siempre volviendo a Cuba donde se alejaba del mundo del teatro. Ella tiene el mérito de haber llevado la magia a los espectáculos teatrales de los años 90, a los festivales de artes escénicas, pero ese es un mundo que no da para vivir. Nunca ha dado para vivir, y ella no es de la capital. Ni es la excepción de la regla.

Circe está como si los años no hubieran pasado por ella. Incluso sin maquillaje. Aun así, el rigor se impone y no quiere fotos en la bakery tan básica donde tiramos los años atrás. Hablamos de sus palomas, sus 16 palomas con las que vive y cuida desde hace siete años. Todas tienen nombre y ella sabe identificarlas. Son su vida, después de su marido y sus padres.

Con las palomas ha montado su rutina (así se llama un acto en el mundo de la magia) Alas y Sueños. Su gran temor es que una paloma muera. Eso es posible, muerte súbita, dice. Está aterrada antes de salir a escena. Le sucede cada vez, pero en el momento en que sale lo controla todo, incluso sus nervios.

Su padre, el mago, escultor, ingeniero y pintor Eduardo Martínez ha sido un gran maestro. Solo tiene que explicarle lo que imagina que enseguida el buen hombre lo resuelve.

-Si lo soñaste, es posible-, dice su padre.

Una vez le pidió que las palomas salieran de la superficie de una gran pamela roja, así, como por arte de magia. A los pocos días fue posible. Es el final del acto con el que se presentó en abril último en Le Plus Grand Cabaret du monde, espectáculo producido por Magic TV y presentado por Patrick Sébastien. Se emite en France 2 los sábados por la noche, una vez al mes, en horario de máxima audiencia. El cierre total es un baile de todos los artistas junto a las bailarinas del Mouline Rouge de París. Ahí estaba Circe, la pequeña bailarina que se empeñó en el arte más sufrido de todos, el de la magia, porque nadie se imagina los nervios que corren detrás.

Presentarse en Le Plus Grand Cabaret du monde supuso una duda inmensa. Sus palomas no pueden viajar al exterior tan fácilmente. Necesitarían una cuarentena y perdería el espectáculo. Así son las normas de sanidad internacionales. Pero el director del espectáculo le dijo:

-Aquí tenemos palomas francesas.

Y le prestaron unas de la misma raza y tamaño, unas tórtolas, muy parecidas.

Fábula de la bella palomera

Primero el nombre, el de una hechicera de la mitología griega que transformaba a sus enemigos en animales. Eso sería un buen punto de partida para su carrera. Luego el sueño de llegar a Las Vegas, que comenzó desde 1998 y no se concretó hasta 2007, luego de cruzar las Cataratas del Niágara.

En Las Vegas, Circe y su marido no conocían a nadie. Mejor dicho, a casi nadie. Era un lugar adonde todo mago debe llegar, pero su padre le había dicho que desde Cuba era bastante difícil. En el gran escenario de luces de neón encontraron a unos amigos de Santiago de Cuba, Mary y Ramón Estefan, parientes lejanos de los Estefan de Miami. Estos amigos les dieron todo, desde un ticket de autobús hasta el historial de crédito para alquilar un apartamento.

Circe y su marido Yanier Marrero, de San Germán, Holguín, según perfil de Facebook.

Para tener un trabajo fijo como maga en los casinos y hoteles de Las Vegas, para colocar un espectáculo regular, narra Circe, primero hay que obtener premios internacionales.

Comenzó con el World Magic Seminar en 2011 y sacó el segundo lugar en People Choise. Luego ganó plata en el premio internacional de Sanghai, en 2013. Es así como la invitan a un evento de mujeres magas en Los Ángeles y sale en la importante revista Genii Magazine.

Los organizadores del Master of Ilusion la han invitado a presentarse el próximo 10 de julio en el tv show más importante de Estados Unidos. Se realiza anualmente y hasta allá viajará Circe con su espectáculo Wings and Dreams (Alas y Sueños, o sea, con sus palomas).

Circe se dedicó profesionalmente a la magia después de salir de Cuba. Su sueño de niña era ser bailarina clásica. Estudió esta disciplina en nivel elemental. Todavía camina como las bailarinas. Conserva el porte y sobresale su cuello alto y fino. Su acento de Santiago nunca lo ha perdido, a pesar de viajar medio mundo en los barcos y luego radicarse en una ciudad donde hay gente de todas partes.

Su marido está en la cafetería sentado en otra mesa, esperando a que termine la entrevista. Su madre, la inspiradora de una buena parte de todo lo que hemos hablado, está allí también. Ella vive en Miami. ¿La pregunta que uno siempre se hace es quién no vive en Miami?

En la novela de García Márquez El amor en los tiempos del cólera hay un pasaje de una palomera que ocupa solo una hoja del libro. Lo suficiente para que Florentino Ariza, el protagonista, enloquezca con ella y dé un salto de madurez en su vida debido a una desgracia que ocurrirá poco después. La historia escrita en esa página fue llevada al cine con el título de Fábula de la bella palomera, con guión del propio García Márquez. Escuchando la historia de Circe, que no es trágica sino todo lo contrario, edificante y dulce, viene a la mente ese texto del realismo mágico, más bien la cuartilla en cuestión, donde la fuerza del lenguaje, y la de una mujer que quiso hacer su voluntad por encima de todo, encuentran el camino.

Nada como prohibir algo a una palomera para que ésta realice su sueño.

Es así de sencillo. Esta es la historia de Circe Martínez, de Santiago de Cuba, que tiene algo importante para anunciar sobre su trabajo en Las Vegas, pero está segura de que no debe adelantar nada.

Ella sabe lo que hace. Adelante. Éste será su año. Ah, y es Tauro. ¿No es cierto que concuerda todo?