Más de una docena de tatuadores de La Habana han visto cerrados sus estudios por las autoridades en las últimas semanas, sin explicación clara reporta el sitio Gothamist.com.
La labor de los tatuadores cae en un área gris de la empresa privada, pues si bien no está calificada como ilegal, el Gobierno no ha expedido una licencia que les permita trabajar en completa libertad.
Che Alejandro, conocido tatuador y patinador, contó que dos mujeres vestidas de civil llegaron a su estudio, en su casa, y se identificaron inicialmente como clientas pero luego le confiscaron sus herramientas y le dijeron que ya no podía hacer este trabajo.
Muchos de los tatuadores consagrados, como Che Alejandro o Leo Canosa, citados en el artículo, se han mantenido tatuando por debajo de la mesa por 20 años, hasta ahora.
Che dijo que está dispuesto a ser reconocido como un cuentapropista legal. "Usted quiere una licencia, no estamos en contra de eso, en realidad, hemos pedido la licencia muchas, muchas veces", dijo.
A los artistas no les queda claro la razón de los cierres ahora, pero expertos en temas cubanos se atreven a especulan sobre las posibles razones.
Ruth Goldberg, de SUNY Empire State, cree que se trata de los primeros y torpes pasos del Gobierno para la organización y legalización de la actividad, como establecer normas de higiene de referencia y determinar qué agencia las hará cumplir.
Ted Henken, autor del libro Cuba empresarial: El panorama de la política de cambio, piensa que una vez más el Gobierno está probando fuerza.
"El Gobierno recuerda periódicamente a los cubanos que lo que están haciendo no está en la lista, y que necesitan para dejar de hacerlo ", dijo. "Quieren que sepas que no puedes hacerlo hasta que ellos te digan que puedes hacerlo".