Antes llegaban por miles a Uruguay, y permanecían, pero ahora los cubanos siguen viaje a EEUU

Grupo de cubanos que arribaron a Uruguay en 2018 muestran autorizaciones para trabajar legalmente en ese país. (Archivo)

Los cubanos dejan por miles Uruguay rumbo a Estados Unidos "aunque la aventura se cuente en vidas humanas", según un reporte publicado este domingo por el diario El País de esa nación sudamericana.

La terminal de ómnibus de Tres Cruces, según afirma el diario, es el punto de partida de una odisea que, si se sobrevive, acaba con unos $8,000 dólares menos en los bolsillos y sentado ante una autoridad migratoria estadounidense “rogándole el asilo político para no ser deportado”.

Dice El País que en los últimos diez años fueron más los cubanos que llegaron a Uruguay que los que se fueron, una realidad que ha cambiado drásticamente en lo que va de 2021

Estima el periódico uruguayo que, en medio del cierre parcial de fronteras por la pandemia de COVID-19 y el impacto de la crisis sanitaria en las condiciones de vida de los recién llegados, ahora son más los cubanos que abandonan Uruguay que lo que deciden establecerse.

“En los ocho primeros meses ingresaron por puestos migratorios 1,816 cubanos y salieron 2,687, según consta en las estadísticas de la Dirección Nacional de Migración”, cita El País.

“El éxodo siempre existió, en cuenta gotas, porque el cubano lleva la migración a Estados Unidos en sus genes”, explicó al diario Yoendris Lastre Bello, un isleño que decidió echar raíces en la nación sudamericana, y que hoy trabaja en el punto de atención a migrantes que instaló el Ministerio de Educación y Cultura en Montevideo.

Apunta El País que un tercio de los empleados de una de las principales empresas de delivery en Uruguay, antes de la pandemia, eran cubanos. Sin embargo, “muchos han dejado de brindar el servicio y el porcentaje (de cubanos trabajando) disminuyó”, dijo al diario un jefe de la compañía que prefirió el anonimato.

Según Lastre, “el cubano admira la democracia, la libertad y la gente uruguaya", pero a los migrantes de la isla caribeña "siempre les costó adaptarse al clima del país y dejar parte de su familia" atrás. Mencionó, además, que "Uruguay es un país caro, que muchas veces no alcanza con un único ingreso, y que con la pandemia se agravaron las penurias económicas”.

En 2019, antes de la pandemia, Cuba fue el país que más inmigrantes aportó a Uruguay, con unos 33 isleños arribando a su territorio cada día como promedio y una cifra récord de peticiones de refugio.

La Dirección Nacional de Migración del país sudamericano registró 10,042 más entradas que salidas de cubanos, entre el 1 de enero y el 31 de octubre. Los isleños presentaron la mayor cantidad de solicitudes de refugio ese año, con un total de 9.000, un 50% más que en 2018.

Entrevistado por el periódico, el cubano Luis S. narra su experiencia en Uruguay, donde "demoró menos de lo que esperaba". Precisamente, en el 2019, con menos de seis meses en ese país, y alentado por sus familiares en Miami, aprovechó la apertura de Nicaragua, que estaba dando visas a los cubanos, e "inició los trámites, se subió a un avión hasta Managua y, desde ahí, escaló hasta al norte en vehículos". Luego cruzó el río Bravo con la guía de coyotes, a los que pagó unos 2,000 dólares, detalla el reporte.

El viaje a través de Nicaragua le evitó el trayecto de la peligrosa selva del Darién, entre Colombia y Panamá, donde muchos migrantes han muerto a manos de bandas criminales o por las inclemencias de la naturaleza.

Pero esa suerte que tuvo Luis S. de saltearse ese tramo de la odisea yendo directo a Nicaragua ya no la tienen los nuevos emigrantes, recalca El País.

Nicaragua abandonó su embajada en Uruguay y la sede diplomática de ese país más cercana es en Chile, lo que "hizo que aumentara el riesgo de caer en las redes de explotación”, señaló Lastre, aunque reconoció que -por esa vía o por la actual- “el 95% se arrepiente del viaje”, dijo al diario.

La aventura de Luis S. no tuvo un final feliz. Cuando llegó a Estados Unidos, tras la entrevista donde debía probar el “miedo creíble” con las autoridades migratorias estadounidenses, le fue rechazado el asilo político y fue deportado a la isla.

Luis S. no se dio por vencido. Según el diario, volvió a cruzar Sudamérica y retornó a Uruguay, donde no sabe aún si permanecerá. “No sé si aguantaré aquí mucho más... está muy caro”, confesó a El País.